Plantean Transformacion de las Fuerzas Armadas Mexicanas.

Las viejas políticas y los nuevos altos mandos militares

6. enero, 2013 Jorge Luis Sierra * Estratégicamente

Durante décadas, los presidentes mexicanos han hecho caso omiso de la necesidad de unificar a las Fuerzas Armadas en una sola estructura y en una sola entidad administrativa. Aunque eso no erradicaría por completo las rivalidades entre mandos y objetivos militares, sí reduciría su campo de posibilidad. Unificar a las Fuerzas permitiría sentar las bases de una política de defensa, equilibrar los recursos de los ejércitos de tierra, mar y aire, diseñar la fuerza militar que el país necesita y definir una política militar acorde a los objetivos nacionales.

En el corto plazo, la unificación de las Fuerzas Armadas incrementaría la efectividad en el cumplimiento de las misiones militares, facilitaría el control civil y, sobre todo, aumentaría la racionalidad en el gasto militar.

Pero eso parece lejos de ser una prioridad para el nuevo gobierno, quien al parecer se decidió por retornar al viejo estilo priísta de mantener la lealtad militar y controlar a los militares: preservamos sus prerrogativas, mantenemos intocables sus estructuras, pero a cambio les pedimos que no intervengan en el gobierno.

Por el momento no hay ningún plan manifiesto, ni siquiera a nivel de ideal a seguir o concepto, para desarrollar en el futuro, para unificar al Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada de México en una sola Secretaría de la Defensa Nacional, crear un comando conjunto de las Fuerzas Armadas y designar a un cuerpo de civiles que, junto con los militares, ejecute la política de defensa nacional, defienda su presupuesto y diseñe planes de desarrollo integrales del sector militar.

Por ahora existe lo contrario: no hay política de defensa nacional, cada fuerza define su propio presupuesto, no hay una interfase civil entre los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina y el presidente de la República, y la relación entre ambas partes –la militar y la civil– se entiende como una relación castrense entre los altos mandos y el comandante supremo de las Fuerzas Armadas.

En los hechos, la lucha contra las organizaciones criminales ha servido para uniformar los esfuerzos militares y establecer bases mínimas de coordinación, pero no para realizar las misiones de defensa nacional, sino para reemplazar a las corporaciones de la Policía Federal y llenar el vacío que han dejado décadas de corrupción, abandono y abuso de poder por parte de ellas. Lejos de llevar un beneficio para los planes de desarrollo militar nacional, la forma en la que los sucesivos gobiernos han llevado a los militares a convertirse en policías militarizadas ha provocado el sentimiento militar generalizado de que los civiles “han usado” a los militares sin darles los instrumentos legales para actuar.

El primer paso del presidente Enrique Peña Nieto fue seleccionar a sus colaboradores militares más cercanos: el general Salvador Cienfuegos Zepeda, por el lado de la Secretaría de la Defensa Nacional, y el almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, por el de la Secretaría de Marina. Estas designaciones podrían inclinar ahora la balanza en favor del Ejército, en perjuicio de las otras dos fuerzas, la Aérea y la Marina de guerra.

La designación de Cienfuegos Zepeda como general secretario evidencia el peso de la antigüedad en el escalafón militar y la decisión presidencial de reconocerlo. Aunque existían generales de ala, miembros de la Fuerza Aérea con antigüedad y capacidades semejantes para encabezar la Secretaría de la Defensa Nacional, el presidente no podía elegir a uno de ellos como el alto mando militar porque la ley establece que el general secretario deberá ser un “general del Ejército”. Esta ley sigue representando la prerrogativa más importante del Ejército que es la de mantener el mando militar dentro de las filas de la Infantería, la Artillería o la Caballería, y fuera de la organización de la Fuerza Aérea.

Aunque el presidente tiene el derecho de designar como secretario de la Defensa Nacional a cualquier militar que ostente el grado de general de división del Ejército, Peña Nieto designó a Cienfuegos como secretario no sólo por su antigüedad, sino también por su trayectoria militar: Cienfuegos ha sido un generador de doctrina castrense, ha sido el mando de cuatro regiones militares estratégicas para el país, incluida la primera, que abarca al Distrito Federal y el Estado de México, y en donde ambos, el presidente y el general secretario, tuvieron la oportunidad de convivir directamente cuando el primero fue gobernador mexiquense y el segundo el jefe de la primera región militar.

El presidente no tomó en cuenta de la misma manera el escalafón naval para designar al secretario de Marina. Al designar a Soberón Sanz como secretario de esta dependencia, la decisión presidencial desplazó a mandos navales con más antigüedad, como el entonces subsecretario de Marina en el gobierno anterior, Jorge H Pastor, quien tenía el grado de almirante desde 2007 y encabezaba el escalafón de la Armada de México, sólo por debajo del entonces almirante secretario Mariano Francisco Saynez.

Soberón Sanz, exsecretario de Saynez Mendoza en el gobierno anterior, fue ascendido apenas el 20 de noviembre de 2012, y se convirtió así en el almirante más joven de la Armada de México. Aunque su juventud puede representar una visión renovadora de la política naval, el almirante secretario no ha tenido la experiencia de otros almirantes que sí han encabezado regiones navales. Conocedor de la Fuerza Naval del Pacífico (pues ha sido comandante de flotilla), Soberón Sáenz podría encabezar los esfuerzos gubernamentales para recuperar los territorios a lo largo de la costa del Golfo de México que han estado bajo el control de los cárteles del Golfo, Los Zetas y otras organizaciones criminales.

Ésta no es, por supuesto, la primera vez que un presidente designa como secretario a un general o almirante situados al final del escalafón militar, sin embargo el nombramiento de Soberón Sanz podría obligar al retiro anticipado de los almirantes con más antigüedad y al cambio en la composición del almirantazgo.

Hasta el cierre de este artículo, el secretario de Marina no había dado a conocer las designaciones de sus colaboradores cercanos. En el sitio de internet de esta dependencia sólo estaba el perfil del almirante Soberón Sanz, sin nombramientos en las jefaturas de las regiones navales, la oficialía mayor, el Estado Mayor Naval y otros cargos.

El general secretario Cienfuegos conservó básicamente la estructura de mandos militares y conservó el nombramiento del jefe de la Fuerza Aérea. Otros generales de división que pudieron haber sido designados también en el cargo de secretario de la Defensa están en el organigrama de los mandos militares, con excepción, hasta este momento, del subsecretario y el jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional.

De esta manera, el peso diferenciado del escalafón en ambas designaciones podría terminar inclinando la balanza del poder militar hacia el Ejército. Aunque pertenecen a distintas fuerzas, los generales y los almirantes respetan entre sí la jerarquía militar, y saben cuando el mando castrense que tienen enfrente tiene más autoridad. Lo menos que podría esperar este gobierno –y con él la misma sociedad– es que esta diferencia de antigüedad, aunque no de rango, no merme y divida el ejercicio del poder militar.

Lo que sigue ahora es ver los nombramientos finales en la estructura de la Armada de México y del Ejército y observar cómo el nuevo presidente priísta reconstruye las relaciones civiles-militares después de 12 años de gobiernos encabezados por presidentes provenientes del Partido Acción Nacional.

Salvo el nuevo equilibrio entre las Fuerzas Armadas, nada hace prever, sin embargo, que vaya a ocurrir un cambio fundamental en la estructura de las Fuerzas Armadas y la forma en la que los gobernantes civiles han usado la fuerza militar.

Lo único cierto es que la relación entre el presidente y los altos mandos militares seguirá siendo de carácter castrense, las fuerzas seguirán divididas y los recursos seguirán definiéndose de manera separada, aun cuando el reto de la violencia originada por las organizaciones criminales y la persistencia del tráfico de drogas siga siendo la herencia más importante que dejó el gobierno anterior.

*Especialista en Fuerzas Armadas y Seguridad Nacional; egresado del Centro Hemisférico de Estudios de la Defensa, de la Universidad de la Defensa Nacional, en Washington

Cienfuegos podría ser el último Secretario de la Defensa Nacional de corte militar.

30 de enero del 2013
Por Angel Silva Juarez
Estado Mayor

El General Cienfuegos con Enrique Peña Nieto. Foto: ADN PolíticoMéxico, 28 de enero.- Al ser cuestionada sobre el actual Secretario de la Defensa durante su participación en el programa La Entrevista con Sarmiento, la autora del libro “Mis Generales”, Isabel Arvide, no dudó en manifestar su sentir: “Creo que Salvador Cienfuegos podría ser el último Secretario de la Defensa Nacional de corte militar”.

Ante un sorprendido Sergio Sarmiento, la decana de la fuente militar sustentó su declaración bajo el argumento de que existen tareas propias de un Secretario de Gabinete como dialogar con los gobernadores, presentarse ante los legisladores, discutir temas referentes al presupuesto, las cuales alejan al General Secretario de sus labores inmediatas de velar por la seguridad interior del país. Ante ello, la periodista se decantó por la idea de permitirle a un civil ser cabeza de la Secretaría de la Defensa Nacional para que se encargue de la parte organizacional antes mencionada y dejar a los militares las tareas del desarrollo de estrategias para garantizar la seguridad nacional.

La declaración no es nueva, en un entrevista previa realizada en Impacto TV, Isabel Arvide, en esa ocasión frente a Juan Bustillos, afirmó que los perfiles de los entonces candidatos a ser el próximo titular de la Sedena hacían suponer que se buscaba un Secretario militar de transición para dar lugar en un futuro a un mando civil, tal y como se acostumbra en casi todo los países del mundo.

Por si fuera poco, previo a los tiempos electorales del año pasado, un grupo de legisladores presentaron ante la Cámara Legislativa una propuesta en donde se contempla la posibilidad de encargarle a un civil la titular de la Secretaría de la Defensa Nacional. Sin embargo, ante la llegada de las campañas y el posterior proceso electoral, dicha propuesta pasó prácticamente inadvertida.

NavalStuka escribió:Nota

Digo control civil, pero tal ya existe, el control civil de las Fuerzas Armadas es asignado en el Ejecutivo.

maal releer el informe me doy cuenta que mas bien seria absrover la SEMAR por la SEDENA y asi incrementar y monopolizar las FAS, estari muy mal

Debates de seguridad: ¿Estado Mayor Conjunto de México?

19 de febrero de 2013 | 10:20 pm
¿Estado Mayor Conjunto de México?

Athanasios Hristoulas*

E.M.C.: Condición necesaria para el éxito por parte de las fuerzas armadas

La competencia entre SEDENA y SEMAR ha existido desde su formación en 1937 y 1939 respectivamente, pero llegó a un punto crítico bajo el gobierno del presidente Vicente Fox. Esta rivalidad no ha logrado diluirse significativamente gracias al estallido de la guerra contra las drogas en 2006; ya que las dos secretarías compiten por los recursos para la modernización y profesionalización de las fuerzas armadas. Una de las situaciones más notorias que ha creado la rivalidad es la falta de cooperación entre SEDENA y SEMAR.

La falta de cooperación institucionalizada entre las fuerzas armadas ha desembocado en un conflicto por la posesión de la agenda del narcotráfico, complicando la jurisdicción de la misma. Además, aunque SEDENA y SEMAR tengan el mismo objetivo (la defensa de la nación), tienen diferentes métodos con diferentes agendas. Ambas secretarías divergen en las doctrinas de seguridad nacional, que se reflejan en las diferencias en los programas de las maestrías de seguridad nacional en el Colegio de Defensa Nacional, por parte de SEDENA, y el Centro de Estudios Superiores Navales, por parte de SEMAR. De igual manera, tienen distintas percepciones del ámbito internacional, mientras que SEMAR es más abierta a trabajar de la mano con Estados Unidos, SEDENA es más tradicionalista y no busca la cooperación internacional.

La competencia entre SEDENA y SEMAR nace de la propia separación de las secretarías, imposibilitando el aglutinamiento de la inteligencia y la eficiencia en la toma de decisión. Habría que replantear que la defensa de la nación requiere de un esquema integral de trabajo que incluya todos los elementos del sector de seguridad, es decir: sistemas de inteligencia, las instituciones policiales y las fuerzas armadas. Para esto, es necesario establecer una jerarquía de mando que recolecte información y que cohesione las diferentes competencias de los actores, es decir, la creación de un Estado Mayor Conjunto.

México puede aspirar a una mayor eficiencia en el sector de seguridad haciendo reformas que enfaticen el desarrollo de un concepto nacional de seguridad y los marcos políticos e institucionales que los Estados requieren para su formulación. Debe también establecer y definir las competencias de los actores en el sistema de seguridad; así como canalizar en una sola figura la capacidad de toma de decisión.

En México, particularmente en el caso de las fuerzas armadas, al no existir la figura de un Ministro o Secretario de Defensa Conjunto, existe una falta significativa de un mandato claro, así como actividades que se sobreponen y compiten entre SEDENA y SEMAR. La estructura incoordinada debilita la toma de decisiones; ya que la información recolectada por las diferentes secretarías es celosamente guardada, y existen pocos mecanismos efectivos que concreten, consoliden y sinteticen la información e inteligencia.

Las operaciones de las fuerzas armadas deben de ser capaces de obedecer las decisiones de las autoridades sobre qué deberían de hacer y poder lidiar con las situaciones que enfrentan. Un alto comando unificado podrá darle dirección estratégica a las fuerzas combatientes y podrá organizar una mejor distribución de los recursos. Lo anterior corregiría los actuales problemas de coordinación que se traducen en la transferencia de jurisdicción de la agenda, por esta disfuncionalidad, de una a otra secretaria. La cohesión táctica y el uso combinado de fuerzas harán posible la contextualización de las misiones. Es decir, teniendo la decisión final sobre estrategias de ataque o defensa, el comando unificado podrá disponer de los equipos que la misión requiera para adaptarse a las circunstancias que enfrenta.

Existieron condiciones histórico-políticas para la separación entre SEDENA y SEMAR, así que no existe una verdadera razón para mantenerlas separadas. Nos cuesta trabajo pensar en otros casos en el mundo donde hay un Estado Mayor Divido. México es una anomalía global por insistir en mantener a ambas secretarías separadas.

* Athanasios Hristoulas es Doctor por McGill University en Montreal (1996). Profesor-Investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM. Coordinador del diplomado en Seguridad Nacional en el mismo instituto. Su investigación más reciente incluye un libro sobre la cooperación en materia de seguridad entre los tres socios de América del Norte (Porrúa, 2010).

Martha Alicia Tudón Maldonado colabora en la investigación de esta columna.

10/SEP/2013 00:00 HRS


La nueva Sedena; dos visiones


1.- Como ocurre en cada inicio de sexenio los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina presentan en documentos reservados o bien en su primer informe de labores, un diagnóstico y un panorama de la situación imperante en sus sectores.

2.- Los primeros meses del sexenio calderonista fueron de una urgente revisión a la deficiente y atrasada estructura operativa, a los recursos materiales, a las carencias de seguridad social y a los elementos que a nivel internacional colocan a la Sedena como una potencia militar, al menos a nivel regional.

3.- El general Guillermo Galván planteó a los legisladores de aquellos años un sombrío panorama, grave, cuando los convocó para decirles que con lo que se tenía era una misión casi imposible enfrentar al crimen organizado y cumplir, además, con sus misiones orgánicas.

En busca de un presupuesto anual y sexenal justo, masivo, el general Galván se abría a los civiles y los convocaba “para que conozcan las condiciones en las que cumplimos nuestras tareas”. Les habló de cinco grandes temas en torno a los que giraría el quehacer militar mexicano en los siguientes seis años:

a)     Visión del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos hoy.

b)     Capacidades para cumplir sus misiones orgánicas.

c)      Requerimientos generales.

d)     Prioridades especiales.

e)     Reflexiones.

Los primeros cuatro puntos contenían el diagnóstico de un paciente que presentaba graves complicaciones a corto y mediano plazos.

4.- Las deficiencias comenzaban con la caída de la moral en la tropa, reflejada en las cuantiosas deserciones que en el sexenio de Vicente Fox fueron más de 150 mil, es decir, un ejército completo. Continuaban con la deficiente agenda de adiestramiento anual, que comprendía “sólo 120 días; en los ejército de la mayor parte de los países, este es permanente”, indicaba Galván.

“La ausencia de amenazas a nuestra seguridad nacional durante casi cinco lustros y la propia orientación de nuestra política exterior han sido factores que erróneamente sustentan la tesis de no desarrollar a las fuerzas armadas para este propósito, de tal suerte que la organización de tropas y en general, el desarrollo del ejército, no obedece a criterios de esta índole”, argumentaba Galván.

5.- Esto es importante, porque revela dos aspectos vitales: el atraso conceptual y operativo de las fuerzas armadas mexicanas, y su problemática y las limitaciones en materia de seguridad y defensa que al final quedaron sin ser satisfechas en aras de darle toda la atención a la guerra antinarco lanzada por Felipe Calderón.

El ejército y la fuerza aérea presentados por Galván no estaban preparados para enfrentar a los cárteles de la droga. No contaban con un marco jurídico adecuado, no tenían verdadera capacitación para respetar los derechos humanos, no contaban con el material bélico que sustentara la guerra calderonista a plenitud, comenzando por la dotación de cartuchos de todo para combatir a sicarios mejor armados  -aunque no mejor capacitados para tiro de combate-.

A inicios del sexenio panista de FCH, la Sedena contaba con poco más de 331 millones y medio de municiones en sus almacenes. Los reportes de Galván a los legisladores alertaban: “Esta cantidad es equivalente a 12 días de fuego, es decir, si las tropas entraran simultáneamente en operaciones de combate tendrían capacidad operativa  durante ese periodo”.

El diagnóstico presentado es real, indicaba el general, quien advertía: “La degradación de nuestro poder militar es tan notable, que en los próximos cinco años este proceso puede tornarse irreversible”.

6.- Ya transcurrieron más de seis años. El Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos no se derrumbaron, pero tampoco han logrado los cambios deseados por la cúpula militar y mucho menos han ganado la guerra al narco. Mas bien debieron amoldarse y acomodar sus necesidades a la realidad de la lucha anticrimen, que desde hace años marca las agendas de varios ejércitos en el continente americano.

7.- Podría decirse que el ejército de Galván es el mismo que el del general Salvador Cienfuegos Zepeda, con carencias y limitaciones similares pero, en el fondo, con una visión que difiere en cuanto a la naturaleza de las fuerzas armadas mexicanas en una época de transformaciones aceleradas que requieren de lecturas y adecuaciones distintas a las de finales del 2006.

El 27 de marzo de este año, el general Cienfuegos dictó en el Centro de Estudios Superiores Navales (CESNAV) de la Marina la conferencia magistral  “La Secretaría de la Defensa Nacional, Políticas, y Estrategias para la Defensa Exterior y la Seguridad Nacional”, en la que delineó a grandes rasgos cómo deberán las fuerzas armadas mexicanas para el año 2018, al final del sexenio de Enrique Peña Nieto.

8.- El documento, de 35 páginas, no presenta un panorama alarmante y desolador del Ejército y la Fuerza Aérea. Muestra, mas bien, los cambios que en el corto plazo debe darse en las estructuras operativas, administrativas y formativas de la Sedena.

Tal vez lo más destacable -más allá de los cambios en materia de inteligencia militar basada en avances tecnológicos que la dependencia ya está implementando para cumplir sus nuevas misiones de corte policiaco para combatir a la delincuencia organizada-, sea la restructuración para darle al Ejército y Fuerza Aérea “capacidad de planeo”, algo de lo que siempre habían carecido militares y navales, atados a los vaivenes y la miopía de los civiles gobernantes.

9.- Cienfuegos anuncia una “reingeniería” total para la Sedena en la que sobresalen la idea de un ejército “renovado para el 2018”, con énfasis en cambios de alto nivel en Doctrina Militar, Adiestramiento, Moral y Disciplina.

En una primera etapa (que se supone es la que estamos viviendo), la transparencia, la rendición de cuentas y el respeto a los derechos humanos serán las líneas sobre las que trabaje la Sedena para allanar al camino en la renovación de otras áreas. La imagen institucional deberá mejorar sustancialmente a partir de intensas campañas de apertura y acercamiento de los militares hacia la sociedad civil, tan lastimada y ultrajada por las tropas en las zonas de combate al narco en el sexenio panista.

El problema es que esta parte de la agenda luce casi igual que en el sexenio anterior  y, paradójicamente, será más notoria ahora que las tropas de mar y tierra han reducido de manera sustancial su presencia, despliegue y choques con los cárteles.

Aunque las denuncias en contra de militares por abusos y desapariciones han disminuido un 50 por ciento, éstas se siguen dando en un contexto de menos actividad y roce con civiles, es decir, cuantitativamente los abusos castrenses van a la baja, pero cualitativa y proporcionalmente no han variado.

10.- Pero el general Cienfuegos no deja de lado la modernización operativa de la Sedena y habla de darle un lugar preponderante a la Inteligencia y el Ciberespacio, como ejes para apuntalar el combate al crimen organizado y a los potenciales enemigos externos de México.

11.- A decir del secretario de la Defensa, no estamos ante la debacle militar y aérea advertida por el general Galván en los primeros meses del 2007. El reto es la modernización y la adaptación del Ejército y la Fuerza Aérea para ir a la par de los cambios sociales, en un contexto en el que, reconoce Cienfuegos, el objetivo es “alcanzar la unidad nacional”.

El documento del general secretario  resulta por lo menos llamativo, ya que deja ver a un ejército que en menos de seis años parece haber resuelto no sólo sus graves carencias operativas, sino también la exigencia de lograr una solidez institucional para defender la soberanía nacional, resguardar sus instalaciones vitales, garantizar la seguridad interior, ayudar a la población civil en caso de desastres y seguir siendo hoy quizá el pilar más importante en la estructura del Poder Nacional de México.



CENTINELA.- Otra patada a la PGR.

En la noche del pasado viernes 7 de septiembre, salió libre, gracias a un amparo, Manuel Arroyo Hernández, ex funcionario de la PGR detenido (con otras seis personas) en octubre de 2012, en el marco de una investigación interna por la infiltración del crimen organizado en la procuraduría que encabezaba Marisela Morales.

El amparo fue promovido en el Decimo Cuarto Tribunal colegiado y ratificado por el Quinto Tribunal Colegiado.  ¿Por qué es trascendente esta liberación?

Manuel Arroyo trabajaba en la PGR como encargado del cuerpo técnico de control de la entonces Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), bajo las órdenes del ahora Teniente Coronel Avigaí Vargas Tirado (responsable de armar el expediente contra el general Tomás Ángeles Dauahare y coacusados).

Arroyo era coacusado en el caso de la PGR contra el abogado José Gerardo Ortega Maya, detenido por posesión de tres armas  y por la supuesta venta de información sensible de la SIEDO a grupos de la delincuencia organizada. Sus abogados y familiares alegan las armas de fuego pertenecen en realidad el general Dauahare.

Sus defensores han señalado repetidas veces que a José Gerardo lo torturaron para obligarlo a confesar nexos del general Dauahare –con quien lo une una amistad de más de 15 años– con el narcotráfico. Negarse a ello le costó ser acusado de varios delitos.

Está recluido en el penal federal de Matamoros, Tamaulipas. La semana pasada se esperaba la comparecencia del general Dauahare a una audiencia en el Juzgado Segundo de Procesos Penales en Naucalpan, Estado de México, a la que fue citado por los abogados de Ortega Maya.

Debía asistir como parte de las pruebas de descargo para demostrar que la carabina 3030, la carabina Colt calibre .223 y la pistola Colt calibre .38 Súper son de él y se las dejó encargadas a Ortega Maya hace tiempo.

El general no acudió, porque, según sus abogados, no existió citación oficial y porque su caso no tiene nada qué ver con José Gerardo.

Lo importante aquí  es que el amparo concedido a Manuel Arroyo Hernández procedió ya que su caso presentó múltiples violaciones constitucionales cometidas durante el proceso en su contra.

Twitter: @JorgeMedellin95