Guardia Nacional

En el siglo XIX la movilización de cuerpos no profesionales fue en uno de los signos de identidad del nuevo orden republicano, especialmente a partir de la organización de la Garde Nationale en 1789 por los burgueses parisinos para defender casas y comercios de la violencia en los días de la toma de la Bastilla y puesta al mando del Marqués de La Fayette por Luis XVI e imitada en las ciudades y pueblos franceses al punto de que ese mismo verano la Asamblea Constituyente pone estos cuerpos bajo la autoridad de los ayuntamientos y reconoce en el artículo 12 de la nueva constitución que: “La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano requiere una fuerza pública, esta fuerza se instituye pues para ventaja de todos y no para la utilidad paticular de aquellos a quienes se les confía” (La garantie des droits de l'homme et du citoyen nécessite une force publique ; cette force est donc instituée pour l'avantage de tous et non pour l'utilité particulière de ceux à qui elle est confiée).
La posibilidad de poner una fuerza armada al mando de autoridades electas democráticamente y crear una élite de oficiales distinta al ejército real asociado al Antiguo Régimen y la defensa ante amenazas externas no pasó inadvertida y fue reproducida en las constituciones de orientación liberal posteriores.
Las constituciones republicanas del siglo XIX consagran como un derecho político el de tomar las armas en defensa de la nación y de las leyes que la rigen, depositando en el pueblo, nuevo soberano, la defensa de la independencia y el orden vigente, prerrogativa en el Antiguo Régimen, del Monarca y los nobles.
La Guardia Nacional en México tiene su antecedente legal directo en la Constitución de Cádiz de 1812, que por un lado retoma una institución castellana vigente desde el siglo XV y por otro se alimenta del reciente fervor republicano de la Francia revolucionaria; a la vez que legitima la realidad existente en la península con la actividad militar de las Juntas que combatían a las tropas napoleónicas.
La dinámica de la Guardia Nacional es dar instrucción militar y eventualmente armamento a los ciudadanos, quienes continúan realizando sus tareas económicas cotidianas, hasta que la autoridad les llama a combatir ante una amenza externa (como la invasión estadounidense en 1847) o interna (como las rebelión yaqui en 1828).
Habrá que distinguir la Guardia Nacional, que se reúne sólo para recibir instrucción en tiempos de paz, puede elegir a sus oficiales y se moviliza ante una situación extraordinaria, del Ejército regular, pagado por la federación y acuartelado o movilizado permanentemente en cualquier punto del país, y sobre todo de los "Batallones Activos", que están insertos en la estructura del ejército regular, tienen oficiales nombrados por el gobierno federal que están en servicio permanente con tropas formadas por ciudadanos de una sola región y que no pueden salir sin permiso del Congreso del Estado al que pertenecen.
Sobre todo hay que distinguir la Guardia Nacional o Milicias locales, que son cuerpos organizados legalmente con reconocimiento de las autoridades constituidas, armadas al menos en teoría a expensas del tesoro del Estado y sujetas a los ayuntamientos y al Gobernador en todo el Estado, y las tropas irregulares que se levantaban eventualmente en casos de emergencia, sobre todo en los pueblos de pimas y ópatas, para hacer frente a una amenaza interior o exterior, o para combatir en la interminable pugna de partidos o contra los apaches o para apoyar un caudillo contra otro.
En Sonora y en todo el norte mexicano los antecedentes de la Guardia Nacional están más en la práctica cotidiana de "dormir con la arma por cabezera para defensa de la existencia", como dice el Gobernador José de Aguilar en 1849, y el servicio en las tropas presidiales que en los antecedentes legales que veremos más adelante, que exponemos para dar una idea del surgimiento de una institución que legitima una práctica que consideramos preexistente.
La familiaridad con la posesión y manejo de las armas surgen como necesidad de la colonización de la frontera del Imperio Español con los grupos indígenas nómadas.
La organización legal de este ejercicio ciudadano de la defensa va a chocar a veces con la costumbre, sobre todo en los pequeños asentamientos de la frontera norte, ya que las instituciones de la Guardia Nacional están pensadas más bien para núcleos urbanos.

Reabrire el tema, por ser historico, pero si pase a presentarse y ponga la fuente y si es suyo el texto, debe mencionarlo para que no lo anden regañando.

Buena informacion.