Seguridad: Las líneas del desastre

Seguridad: Las líneas del desastre

Julián Andrade


El sexenio cierra con un triste resultado en materia de seguridad y malas cuentas para el gobierno federal.

En el ámbito interno la demanda de drogas tan solo se estabilizó, las muertes por rivalidad criminal o por el combate a los delincuentes son ya más de 60 mil, las prisiones son un desastre, poco más de la mitad de los policías permanecen sin ser evaluados, y los que lo son no pasan los exámenes de control de confianza y la impunidad ronda en el 97 por ciento.

Lo que ocurre con las adicciones no es sino un espejo del panorama a nivel internacional. El máximo “logro” de la guerra contra las drogas, iniciada por Richard Nixon en los años setenta, es la de un cierto control de la demanda.

Son ya más de 40 años de una política prohibicionista que ha generado presiones inauditas para algunos países, que ahora se consideran estados fallidos, como ocurre en algunas regiones de África y en la que se ha puesto en riesgo a la democracia misma, como en Colombia, hace algunos lustros. Frente a estos resultados hay que preguntarse si de verdad vale la pena el precio que se está pagando.

El consumo problemático de drogas, que se considera así cuando el adicto es un peligro para sí mismo y para la sociedad, es bastante marginal en México y en el mundo.

No estamos ante el riesgo de epidemias, como la que ocurrió en China al inicio del siglo pasado, que justifiquen medidas internacionales de gran impacto.

Por eso múltiples expertos han insistido en que el fenómeno se debe atacar desde los ámbitos de la salud y la educación. En México, hay que decirlo, hay un enfoque bastante liberal, pero se ve opacado por la presión que genera el combate a los criminales impulsado desde Estados Unidos. Es probable, que a estas alturas, el único consenso claro sea el de no permitir que alguien pierda la vida por las drogas.

El daño para la sociedad es de grandes proporciones, porque cada vida perdida implica, a su vez, una tragedia familiar que en muy pocas ocasiones es atendida.

Desde la administración federal se despreció a las policías municipales, cuando estás son parte de la solución a los problemas. Ernesto López Portillo, quien es experto en el tema, ha señalado con insistencia que la estrategia mexicana va contra las tendencias internacionales, donde la clave del éxito en seguridad radica en el mejoramiento de la policía a nivel local.

Hace una semana Causa en Común, la organización que dirige María Elena Morera, presentó datos duros: el homicidio aumentó un 70 por ciento y el secuestro un 48 por ciento, desde 2008, año en que se firmó el Acuerdo Nacional por la Seguridad.

También advirtió sobre el descuido en las cárceles, donde existe una gran sobrepoblación, pero que no impidió que se redujeran las partidas de alimentación para los reos federales, en esas piruetas extrañas que suelen hacer los burócratas que planean los presupuestos.

Malas cuentas, ni hablar.

julian.andrade@razon.com.mx
Twitter: @jandradej