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Mensaje por Lanceros de Toluca Enero 2nd 2013, 13:56

Clamor mundial: ¿Dónde están?

Verónica Espinosa
1 de enero de 2013 · 4 Comentarios
Reportaje Especial
Madres de desaparecidos protestan en el D.F. Foto: Benjamin Flores
Madres de desaparecidos protestan en el D.F.
Foto: Benjamin Flores

Llevan más de cinco meses difundiendo en México y en ciudades de Europa y Canadá la desaparición de Ana Belém Sánchez Mayorga, Luis Enrique Castañeda Nava y su primo Diego Maldonado Castañeda. Son los integrantes del colectivo “¡No más Víctimas!”, quienes increpan a las autoridades de Michoacán y del gobierno federal para que respondan en torno al paradero de los tres jóvenes secuestrados por presuntos pistoleros de Los Caballeros Templarios en la ciudad de Paracho el 21 de julio último. Y lanzan la pregunta en su página web: “¿Dónde están?”

QUERÉTARO, QRO (Proceso).- En varias ciudades de Europa se formó el colectivo “¡No más víctimas!”, cuyo propósito es muy definido: pedir al gobierno mexicano una respuesta en torno a las múltiples desapariciones forzadas y la persecución contra activistas civiles, defensores de derechos humanos y promotores sociales, que –dicen los integrantes de la agrupación–, “han sido criminalizados” por las autoridades.

La organización, conformada por rusos, franceses, alemanes y griegos –recientemente se sumaron activistas canadienses– exige acciones en cuanto a la desaparición del líder juvenil del Movimiento Ciudadano en el Distrito Federal, el comunicólogo Luis Enrique Castañeda Nava, de 28 años, su primo Diego Maldonado Castañeda, de 34, y Ana Belém Sánchez Mayorga, de 30, ambos psicólogos, ocurrida el 21 de julio último en Paracho, Michoacán.

En su página web: www.nomasvictimas.org, los ciudadanos europeos y canadienses dan seguimiento al caso y mantienen “una mirada crítica y atenta” a lo sucedido en México, donde son cientos los ciudadanos afectados por la violencia y la inseguridad, lo que los lleva a una especie de “limbo nacional”.

Sus integrantes pegan carteles y fotografías en postes, calles y plazas de ciudades europeas y canadienses. También organizan protestas públicas y cuelgan mantas en lugares visibles con los rostros de Ana Belém, Diego y Luis Enrique y una leyenda con 10 letras de duda y desesperanza: “¿Dónde están?”.

Dicen también que su objetivo es “evitarles ese dolor a otros mexicanos”. Las desapariciones forzadas, que hoy ocurren a lo largo de la República Mexicana, en particular en Michoacán, no cesan, dicen. De ahí su exhorto a las autoridades para que indaguen sobre esos casos.

Hasta ahora, la delegación de la Procuraduría General de la República (PGR) y la del estado de Michoacán (PGJ) sólo les han dicho que un grupo armado que opera a nivel local sacó a los tres jóvenes de manera violenta del hotel Santa Fe, ubicado en avenida 20 de Noviembre número 791, luego de un conflicto protagonizado por Ulises Medina Suárez, El Pájaro, en un antro donde Luis Enrique, Diego y Ana Belém estuvieron la noche del 20 de julio y las primeras horas del 21.

Los tres habían llegado a Paracho el día 18 contratados por la empresa Kids Science para impartir un taller a niños en la Casa de la Cultura. Los viáticos y honorarios los pagó el Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología del estado, en el marco del Festival Internacional de Globos de Cantoya que se celebra anualmente en esa ciudad michoacana.

Después del pleito, del cual salieron ilesos los tres jóvenes, El Pájaro –guardaespaldas del “jefe de plaza” de Los Caballeros Templarios, Cuitláhuac Mauricio Hernández Silva, El Güero– los siguió hasta el hotel donde se hospedaban y junto con otros pistoleros se los llevaron, según el subprocurador de Justicia regional del estado, Marco Vinicio Aguilera.

Semanas después El Güero y El Pájaro fueron asesinados. Sus cuerpos aparecieron el 14 de agosto en la meseta purépecha. La situación se complicó, pues entre el periodo de la desaparición de los tres jóvenes y la ejecución de los supuestos criminales se borraron los rastros de la agresión.

Los encargados de la recepción del hotel aseguran que las habitaciones fueron aseadas “por los mismos que se llevaron a los muchachos”; la dueña, a su vez, canceló el servicio durante dos días e hizo su declaración ante las autoridades casi dos semanas después.

Agentes de la Unidad Especial Antisecuestros de la PGJ se presentaron hasta tres días después a solicitud de los padres de los jóvenes, quienes se trasladaron a Paracho para recoger las pertenencias de sus hijos y entrevistarse con el alcalde Nicolás Zalapa Vargas. El funcionario les dijo que había acudido al hotel y “encontró todo en calma”.

Ante esas anomalías, la omisión de las autoridades municipales, las escasas indagatorias y la presunta implicación de policías municipales y agentes federales, los familiares de Ana Belém, Diego y Luis Enrique, así como el colectivo “¡No más víctimas!” decidieron recurrir a organizaciones civiles como el Comité Cerezo.

Asesorados por esa organización, prepararon un expediente detallado en torno a la desaparición de los tres adolescentes y la actuación de la PGR y la PGJ a partir de las denuncias interpuestas por las familias afectadas. El documento fue entregado al Comité para Desapariciones Forzadas de la ONU, cuyos directivos lo aceptaron, según la notificación del 10 de noviembre.

“Buscamos ayuda de muchas instancias no gubernamentales de víctimas y desaparecidos; muchas ni siquiera nos respondieron. El Comité Cerezo nos recomendó recurrir a los organismos internacionales. ¿A quién más íbamos a acudir por encima de la ONU? No vemos más arriba y estamos desesperados”, dice a Proceso uno de los familiares.

Pistas confusas

Aun con la intervención de este comité de la ONU –por la cual las actuaciones de la PGR sobre el caso deben ser notificadas a dicha instancia a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores–, “lo que interesa es la búsqueda (de Ana Belém, Diego y Luis Enrique), pues no se está haciendo”, lamenta uno de los integrantes del colectivo “¡No más víctimas!”, en conversación vía telefónica desde Europa.

Dice que el activismo político de Luis Enrique en el Movimiento Ciudadano no debe ser descartado como un posible móvil de su desaparición, en el contexto de la elección presidencial y todo lo que se desató alrededor de ella.

“La sintomatología de la persecución a los actores sociales y políticos en este momento histórico no debe ignorarse. Hemos tenido tantas versiones después de la desaparición de los tres… En el hotel había muchísima sangre, según los huéspedes que declararon posteriormente; hay muchas dudas.”

Para los propios familiares las pistas oficiales son confusas, incoherentes en algunos datos. Dicen que Luis Enrique bajó de su habitación “en un momento del forcejeo con un arma en la mano”. Eso es falso, comentan, pues él es “la persona más pacífica del mundo”; además, “no sabe manejar armas”.

También es inverosímil la versión de las autoridades de que Diego y Luis Enrique llegaron al hotel “acompañados de dos mujeres”. El primero, afirma, está felizmente casado; el segundo tenía planes de matrimonio. Además, es imposible que Ana Belém hubiera aceptado eso.

Proceso habló también con Octavio Ferris Leal, agente de Inteligencia de la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP). Él asegura que es posible que los tres jóvenes hayan sido asesinados luego de que fueron sacados del hotel en vueltos en cobijas por El Pájaro y los pistoleros que lo acompañaron.

De acuerdo con él, la línea de investigación apunta al Güero y al Pájaro como los posibles autores de la desaparición de Ana Belém, Diego y Luis Enrique. Incluso añade otros elementos: que los hombres que entraron al hotel iban vestidos con uniformes del Grupo de Operaciones Especiales (GOE).

Reconoce también el nulo avance de las investigaciones y comenta que a principios de diciembre una comisión de la Unión Europea (UE) viajó a Michoacán para solicitar al gobierno estatal y al ómbudsman local, José María Cázares, informes acerca de las tres desapariciones.

Y aun cuando la visita tenía propósitos comerciales, los consejeros de la UE inquirieron a Cázares sobre la actuación de las autoridades en la investigación y le solicitaron por escrito intervenir para darle celeridad. Asimismo llamaron al procurador Plácido Torres Pineda, pero fue el subprocurador Marco Vinicio Aguilera quien los atendió.

Aguilera es el mismo que al principio alegó que la desaparición de Diego, Luis Enrique y Ana Belém eran “hechos aislados”. No obstante, en la zona se han registrado más de 26 desapariciones y secuestros, entre ellos el de Ramón Ángeles Zalpa, académico y corresponsal del diario Cambio en Paracho.

En cuanto a la muerte del Güero y El Pájaro, la hipótesis oficial sugiere que “fueron ejecutados por otros integrantes del grupo delictivo, en represalia por lo que hicieron con los jóvenes”.

“Uno aprende cómo funciona esto…”

Desde la desaparición de su hija Ana Belém Sánchez Mayorga, don Fortunato no ha dejado de buscarla. Lleva cinco meses haciéndolo. “Hay que estar preparados para durar lo que sea necesario –dice–, pues puede llevar años”.

Héctor Cerezo contactó a don Fortunato por medio de un correo electrónico y lo invitó a una reunión de los integrantes de su comité, en el cual participan sus propios familiares, así como personas que fueron secuestradas o estuvieron desaparecidas temporalmente durante el sexenio de Felipe Calderón.

“Llegué y había muchas personas, casi todas señoras –cuenta don Fortunato. De repente dijeron: ‘Que hablen los nuevos”. Un hombre me preguntó cómo llegué. Le dije que un tal señor Cerezo me había invitado por correo electrónico. Ese tal Cerezo soy yo, me dijo Héctor.”

–¿Qué experiencia le han dejado esos encuentros? –se le pregunta a don Fortunato.

–Se aprenden muchas cosas. Uno aprende cómo funciona esto de las desapariciones, los años que lleva (la búsqueda)… Hay que estar preparados para durar lo que sea necesario.

Don Fortunato tiene en sus manos el título de psicóloga de Ana Belém. Tuvo que recogerlo él mismo, dice. En los últimos meses se ha trasladado de la Ciudad de México a Michoacán en varias ocasiones. Ha estado en Morelia, Uruapan y Apatzingán, indagando por su hija que, señala, quería especializarse en psicología clínica.

Pero ni él ni los padres de Diego y Luis Enrique han querido pararse en Paracho.

Los papás de Diego y Luis Enrique fueron quienes presentaron la primera denuncia, dice don Fortunato a la corresponsal en la capital queretana durante un concierto organizado por su familia para obtener fondos para continuar la búsqueda de su hija.

Ellos, los papás de los muchachos “pasaron por Morelia y ahí levantaron una denuncia, pasaron por Uruapan y levantaron otra. En Paracho, donde nos encontramos, acudimos al Ministerio Público para que levantara un acta”, relata.

En ese municipio coincidieron con los enviados de la Unidad Especial Antisecuestro, asegura. Cuenta: “Claro que ya no encuentran nada porque todo había sido limpiado, supuestamente por los propios hombres que se llevaron a los muchachos, según dijo el encargado”.

Los problemas burocráticos han sido largos en estos meses. Todo comenzó en una agencia del Ministerio Público federal de Morelia con el acta PGR/134/2012; continuó en Uruapan, donde se levantó otra acta sin número; luego en Paracho (expediente APT/501/2012/II/DAE) y en las oficinas centrales de la PGR, ante la entonces subprocuradora Victoria Pacheco (AC/PGR/DG-CAP/ZCO-VII/24/2012).

Los familiares de los desaparecidos se entrevistaron también con Luis Cárdenas Palomino, comisionado de la Policía Federal en el sexenio calderonista y quien hace unos días anunció que renunciaba al cargo.

En ese periodo don Fortunato fue recibido también por Genaro García Luna, quien estuvo al frente de la SPP hasta hace unas semanas. En la entrevista, dice, “el secretario ni siquiera se sentó. Permanecimos de pie por los cinco minutos, lo que duró la entrevista”.

A sugerencia de los dirigentes de Movimiento Ciudadano, las madres de Diego y Luis Enrique se reunieron con el gobernador Fausto Vallejo para pedirle su colaboración. Hace dos semanas, las autoridades michoacanas les informaron que la delegación de la PGR coordinaría operativos en la sierra aledaña a Paracho en los que participarían agentes federales, estatales y el Ejército.

Durante semanas, don Fortunato acostumbraba llevar una bolsa con una muda de ropa y un par de tenis de Ana Belém, “por si acaso me avisaban que ya la habían encontrado”. Terminó por dejarla en casa.
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