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Las purgas militares de Stalin

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Mensaje por ivan_077 Febrero 21st 2015, 23:55



Las purgas militares de Stalin

Nota puesta por el usuario José Luis un Mié Nov 23, 2005 6:49 pm, en el foro
http://www.forosegundaguerra.com/viewtopic.php?f=47&t=1129
¡Hola a todos!

A petición de mi amigo Viscarolasaga.

Las purgas militares que Stalin llevó a cabo en el Ejército Rojo (ER) en el periodo 1934-1939 no pasaron desapercibidas en su momento para los agregados militares y embajadores de las potencias occidentales en Moscú. Son tantos los informes que todavía se conservan de la época realizados por ese personal para sus gobiernos, que muy bien se puede afirmar que la conclusión general dominante entre los ministerios de exteriores y los servicios de inteligencia militares de esas potencias (Francia, Gran Bretaña, Alemania, Italia, Estados Unidos…), mostraba el convencimiento de que el Ejército Rojo tardaría años en recuperarse de tal estrago en su cúpula militar.

Esas creencias occidentales por las purgas efectuadas por el régimen comunista de Stalin en las filas del ER parecen haber provocado en su momento ciertas reacciones dentro del aparato de poder stalinista. Viene a confirmar la existencia de tales reacciones un informe datado en abril de 1940 y firmado por E. Shchadenko. Este informe recoge en detalle las purgas militares realizadas por el régimen stalinista entre los años 1934-1939, con la incorporación de un memorando de fecha 20 de octubre de 1939 firmado por el coronel Shiryaev.

Todo el informe es una obra maestra de la interpretación estadística y del camuflaje de las causas de las purgas. Pero es un buen referente para establecer con cierta exactitud el número total de militares expulsados del ER, si bien no nos informa el número de condenados a muerte y ejecutados de esa cifra total de expulsados. Intentaré sintetizar ese laberinto de cifras que es el informe de Shchadenko.

En los seis años que incluyen el periodo 1934-1939 se expulsaron del ER a un total de 56.785 militares, a saber:

• En 1934 a 6.596
• En 1935 a 8.560
• En 1936 a 4.918
• En 1937 a 18.658
• En 1938 a 16.362
• En 1939 (hasta el 25 de octubre) a 1.691

Esos datos los proporciona el memorando de Shiryaev, que aparece datado el 20 de octubre, cuestión un tanto extraña, pues nos da los purgados de 1939 con fecha 25 de octubre. Como todo este informe fue traducido directamente del ruso al español por Olga, una compañera rusa que formó parte de un antiguo Foro, nos quedará la duda de si se trata de una errata en la traducción. De todas formas, es pura anécdota.

Lo importante es establecer que –de acuerdo con un documento oficial soviético de la época de los hechos- el número total de purgados militares de Stalin entre 1934-1939 fue de 56.785 militares.

Ahora bien, la pregunta inmediata que surge es cuáles fueron las razones oficiales de tales despidos. El informe nos lo aclara punto por punto y año por año. Para no alargarme en ello, tomaré los dos años principales por motivo de número de purgas, 1937 y 1938.

Se nos dice que del total de despedidos en 1937 (18.658) las razones fueron:

a) Motivos políticos: 11.104
b) Arrestados: 4.474
c) Alcoholismo y corrupción moral: 1.139
d) Enfermedad, invalidez y muerte: 1.941

Las razones de los 16.362 despedidos en 1938:

a) Motivos políticos: 3.580
b) Extranjeros: 4.138
c) Arrestados: 5.032
d) Alcoholismo y corrupción moral: 2.671
e) Enfermedad, invalidez y muerte: 941

Estas categorías para agrupar las razones en que se basaron esas purgas nunca han dejado de asombrarme, ya desde el primer día que leí el informe. Pues mi primera pregunta fue: ¿cómo aceptar esas categorías cuando los inculpados no fueron sometidos a un juicio legal? ¿Cómo dar por válidas esas categorías cuando, tiempo después de ser expulsados, hubo militares que fueron reincorporados al servicio aduciéndose oficialmente que la antigua acusación y condena habían sido un error? ¿Cómo no pensar que esas reincorporaciones fueron el producto final de una alarmante falta de mando ejecutivo militar en el ER y la inminencia de la guerra? ¿Por qué diferenciar esas categorías entre “motivos políticos” y “extranjeros”? ¿Acaso no responden ambas a una razón política? ¿Qué significa realmente la categoría de “arrestados”? ¿Debemos suponer que englobaba a los oficiales que, de una u otra forma, incumplieron las normas del servicio? ¿Tanta indisciplina había en el ER? ¿Y el “alcoholismo y corrupción moral”? ¿Acaso no era gran parte del ER y el Estado Comunista un maremagno de alcoholismo y corrupción?

Se nos dice en el informe que del total de 56.785 militares despedidos fueron finalmente reincorporados 11.178 militares, lo que nos dejaría la cifra final de purgados en 45.607 militares.

En su intento de explicar que las purgas no descabezaron al ER nos cuenta el informe:

[“¿Pues de dónde fue sacada la información sobre la escasez de los jefes militares antes de la guerra, la que viene citada con fruición por los adversarios de Stalin? Es bien claro: la cosa es que el número de los combatientes del ER estaba en esos tiempos aumentándose bruscamente, lo que exigía la instalación de decenas de miles de puestos de mando que tenían que estar ocupados. El 15 de junio de 1941, el número total de los jefes militares (incluyendo los jefes políticos, comandantes de flota aérea, marina militar y oficiales del comité popular de los asuntos interiores-NKVD) montaba 439.148 personas, estos es el 85,2% de lo debido”]

En el párrafo anterior se halla diluida la verdad que, a mi juicio, pone de manifiesto el verdadero alcance de las purgas militares de Stalin. Se nos dice ladinamente “la escasez de los jefes militares antes de la guerra”, cuando debería haberse dicho “la escasez de los jefes militares entrenados y competentes antes de la guerra”. El problema de “el número de combatientes del ER estaba en esos tiempos aumentándose bruscamente, lo que exigía la instalación de decenas de miles de puestos de mando que tenían que estar ocupados”, lleva implícita la explicación de la solución: como no había mandos (porque se habían eliminado) para cubrir las necesidades del ER, esos mandos simplemente se asignaron a oficiales (cadetes, subordinados, etc.) que no reunían los requisitos básicos y tradicionales dentro del proceso tradicional de nombramientos del ER para el mando que se les confería. Así es fácil afirmar que el ER tenía el 15 de junio de 1941 un total de “439.148” jefes militares, cifra que sólo puede provocar una sonora carcajada a quien esté un poco familiarizado con los asuntos militares. La Wehrmacht, por ejemplo, nunca llegó a conseguir el 4% de oficialidad sobre la fuerza total de sus ejércitos. Pero el informe nos quiere hacer creer que de los aproximadamente 2.900.000 hombres que el ER tenía movilizados el 22 de junio de 1941 (subiría a casi 5.000.000 un mes después), había un 15% (+-) de oficialidad. Bien, podemos creerlo, pero jamás creeremos, yo al menos, que la calidad de esa oficialidad pudiera ser aceptada en cualquier otro ejército.

Nos cuenta David M. Glantz en su When Titans Claseh: How the Red Army Stopped Hitler, que las purgas incluyeron: 3 de los 5 mariscales que había, los 11 comisarios adjuntos de defensa que había, todos los comandantes de los distritos militares, los comandantes y jefes de estado mayor de la Marina y Fuerza Aérea, 14 de los 16 comandantes de ejército, 60 de los 67 comandantes de cuerpo, 136 de los 199 comandantes de división, 221 de los 397 comandantes de brigada, y el 50% de todos los comandantes regimentales.

La historiografía soviética se ha distinguido siempre por su afán manipulador y propagandista. Pero en su intento de minimizar el impacto que tuvo para el ER las purgas realizadas por Stalin entre 1934 y 1939 ha alcanzado la cima del despropósito.

Saludos cordiales
José Luis
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Mensaje por ivan_077 Febrero 21st 2015, 23:56


Cuando uno reflexiona sobre los verdaderos motivos de las purgas militares de Stalin, no puede llegar a otra conclusión que establecer la eliminación de los líderes militares independientes como motivo central de las purgas. Los altos oficiales del Ejército Rojo no debían absolutamente nada a Stalin, pues ellos habían ganado sus ascensos combatiendo en la Guerra Civil, al igual que Lenin, Trotsky y Stalin. Esos comandantes militares se consideraban iguales a Stalin en cuanto a valía y méritos personales. Stalin, por tanto, buscó eliminarlos y sustituirlos por jóvenes oficiales comunistas. Estos jóvenes oficiales, en cambio, ya deberían el ascenso de sus carreras a Stalin y, en consecuencia, serían adictos a su causa, a cualquiera de sus causas.

El proceso de las purgas militares (como antes las políticas) fue extraordinariamente parecido al proceso de la caza de brujas de los siglos XVI-XVIII en Europa. Se seguía el mismo guión: primero se proyectaba el miedo y la inseguridad entre la comunidad para producir la figura del informador, del chivato, del delator anónimo. Éstos, para ganarse el favor del poder y cierta seguridad en sus vidas cotidianas, delataban a cualquier persona arbitrariamente. El delatado era arrestado, llevado a la cámara de los tormentos e interrogado. Fruto de la tortura nacía la autoconfesión, fuera o no culpable, y acto seguido la información de todas sus amistades. El círculo así se iba agrandando hasta adquirir proporciones asombrosas.

Así, al igual que siglos atrás en la Europa de las brujas, nació entre la oficialidad del Ejército Rojo una atmósfera de sospecha y auto-preservación, y con frecuencia había oficiales que acusaban a otros oficiales de traición simplemente para salvar sus propias vidas. Todo aquel que hubiera tenido contacto con extranjeros o hubiera servido en misiones en el extranjero (como en el caso de la Guerra Civil española) era inmediatamente sospechoso de traición. El coronel general A. T. Stuchenko recordaba un incidente en el que Nikolai Shevdov, un antiguo estudiante de la Escuela de Caballería de Elizabetgrad, presumía ante sus camaradas de haber tomado té con Shmidt, el director de la escuela y renovado héroe de la Guerra Civil. Cuando Shmidt fue más tarde arrestado, Shevdov también cayó bajo sospecha, y sus camaradas informaron al Partido de sus presuntas conexiones con los “enemigos del pueblo” [Seweryn Bialer, Stalin and his Generals: Soviet Military Memoirs of World War II (New York: Western Publishing Company, 1969), p. 81. Citado en Lindsay Fincher & Professor Pollock, An Army Without Leaders: The Purges of the Red Army Officer Corps 1937-1938 (History, 101, Section 17, 10 December 2001)]. El coronel I. T. Starinov, que había pasado un tiempo entrenando soldados en España, regresó a Moscú poco después del arresto de Tukhachevsky y otros líderes militares. Quedó estupefacto cuando se enteró de que varios de sus camaradas habían sido arrestados por traición y aquellos que todavía no habían sido arrestados no podían acercarse ni hablar con él por miedo de asociación. Starinov fue reclamado por el NKVD y sometido a un interrogatorio de tres horas centrado en su papel de entrenador de destacamentos de partisanos. Lo dejaron en libertad debido a su excelente hoja de servicios, pero no sin antes advertirlo de que posiblemente se volvieran a encontrar. Starinov aseguró que él “estaba repentinamente asustado, asustado como nunca antes lo había estado en el campo de batalla o tras las líneas enemigas. En la guerra yo tenía que arriesgar mi propia vida; aquí todo lo que quería, todo lo más sagrado estaba en peligro” (Bialer, p. 72). A pesar de que los oficiales que habían trabajado con Starinov fueron entonces considerados enemigos del pueblo, Starinov se salvó gracias a la intervención personal del mariscal Voroshylov.

Evsevii Karpovih Afon’ko presenció de primera mano cómo los oficiales del NKVD torturaban a los prisioneros para que confesaran crímenes imaginarios y luego implicaban a sus compañeros, que eran rápidamente arrestados para comenzar nuevamente el ciclo de tortura e incriminación. Afon’ko fue sentenciado a 8 años de prisión por “espionaje para un estado desconocido”; escribió desde prisión multitud de cartas a Stalin para enterarle de todas las injusticias que se estaban cometiendo, hasta que cansado de no obtener respuesta, cayó en la cuenta de que Stalin conocía exactamente todo lo que estaba sucediendo (Bialer, pp. 65-77).
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Mensaje por ivan_077 Febrero 21st 2015, 23:56


Las purgas no sólo se circunscribieron al alto mando, estados mayores y oficiales de las formaciones de combate, sino que también afectaron a los cuerpos de medicina e ingeniería. El Jefe de la Administración Médica del Ejército Rojo, M. I. Baranov, su segundo B. A. Reiner, los jefes de la Administración Principal, el jefe de la Academia de Medicina Militar Kirov, y miles de personas que formaban parte del personal médico fueron despedidas en un momento en que la preparación y el entrenamiento médico debería haber sido de importancia capital para el ejército. Muy pocos de los médicos y enfermeras que sirvieron durante la IIGM tenían experiencia de tiempo de guerra. Se purgaron las facultades de medicina militar y en 1940 sólo el 28% de los doctores médicos del ER habían entrenado en trabajo clínico y tratamiento de enfermedades. De los 140.796 médicos en la URSS, el 68% eran mujeres, y si bien eran hábiles, no dejaban de estar sujetas a un trato insensible por sus colegas varones y por los comandantes regulares. A principios de 1941, sólo 6.000 doctores del ER poseían uno o más años de experiencia militar. Para paliar esta escasez de médicos, se redujo la duración de los cursos en las escuelas de medicina, con lo que el ER recibió 21.406 nuevos graduados, ninguno de los cuales tenía plena comprensión del conocimiento médico necesario para situaciones de combate. En general, el ER tenía un déficit de 20.000 médicos cualificados [Amnon Sella, The Value of Human Life in Soviet Warfare (London and New York: Rutledge Press, 1992), pp. 38-40. Citado en Fincher & Pollock].

También las purgas afectaron al desarrollo tecnológico y armamento moderno del ER. En 1941, el 78% de la aviación militar y el 50% de los carros blindados estaban obsoletos [Walter S. Dunn, Hitler's Nemesis: The Red Army 1930-1945 (Wesport, Connecticut: Praeger Publishers, 1994) p. 15. Citado en Fincher & Pollock]. El programa de mecanización del ejército era un caos, pues tanques, cañones y aviación salían de las líneas de ensamblaje para caer en manos de organizadores inexpertos que bien atiborraban unas unidades de equipo como dejaban a otras limpias de material.

La carencia de equipo moderno fue, en parte, debido a las purgas. Tupolev, un líder en el diseño de aviación, había sido arrestado en 1937 y confesado en el “interrogatorio” que era un espía francés desde 1924, pensando que su confesión evitaría el arresto de su mujer y el traslado de sus hijos. Fue sentenciado a 15 años de prisión y obligado a diseñar nuevos bombarderos desde la prisión [Walter Laquear, Stalin: The Glasnost Revelations (New York: Charles Scribner’s Sons, 1990].

Para cualquier aficionado a la historia de la aviación militar de la IIGM (como de todas las épocas), los accidentes producidos en las pruebas de nuevos diseños, especialmente las conducidas por pilotos de prueba, es un lugar común y el precio que se paga en la “carrera de armamentos”. Los accidentes de nuevos modelos se consideraban en cualquier nación tributo inevitable que había que pagar a la tecnología moderna; en la Rusia de Stalin se consideraban sabotaje, y los diseñadores y equipo técnico especial, “enemigos del pueblo”. Pero además, los nuevos modelos rusos caían en manos de oficiales militares inexpertos, de pilotos que no tenían conocimiento suficiente sobre los nuevos aparatos, cual fue el caso del caza Mig-3 y del avión de ataque al suelo Il-2, ambos aparatos habiendo entrado en servicio en la primavera de 1941. Y ¿por qué esos pilotos carecían de entrenamiento suficiente? Por la sencilla y lógica razón de que los oficiales de la Fuerza Aérea Roja temían que los accidentes inevitables fueran considerados sabotaje. Cuando los alemanes invadieron la URSS, los pilotos soviéticos tenían una media de menos de cuatro horas de vuelo en sus aviones [David M. Glantz & Jonathan M. House, When Titans Clashed: How the Red Army Stopped Hitler (Lawrence, Kansas: University Press of Kansas, 1995) pp. 38-39].

Contra lo que nos contaba Shchadenko en su informe sobre las purgas, este jefe del Directorio de Cuadros del ER, informó al Comisario de Defensa del Pueblo en 1938 que el ER sufría una falta de 93.000 oficiales [David M. Glantz, Stumbling Colossus: The Red Army on the Eve of World War II (Lawrence, Kansas: University Press of Kansas, 1998) p. 36]. Después de la inmediata promoción de oficiales a puestos de mando para paliar ese alarmante déficit, la edad media de los comandantes regimentales era de 29-33 años, de los divisionales de 35-38 años, y la de los de cuerpo y ejército de 40-43 años (Glantz, Colossus, p. 29).

La prueba incontestable de la alarmante situación de organización y mando incompetentes en que se encontraba el Ejército Rojo cuando estalló la IIGM viene dada por su intervención en la Guerra de Invierno contra Finlandia. Esa caótica aventura sirvió al alto mando soviético para reconocer ineludiblemente que había que emprender una reestructuración profunda en casi todos los aspectos de doctrina y organización militares.

Cuando Timoshenko reemplazó a Voroshylov como comisario de defensa en mayo de 1940, este último le entregó un akt o prieme, un documento formal que detallaba el estado real del Ejército Rojo. Leyendo ese documento, Timoshenko cayó en la cuenta de que estaba heredando un ejército en completo estado de caos. El ER carecía de un plan de guerra operacional y el control sobre el entrenamiento operacional en los distritos militares era deficiente. Había falta de personal de mando, especialmente en las unidades de infantería, y el personal de mando existente carecía de un entrenamiento adecuado. Tras el desastre finlandés se recuperaron 4.000 oficiales que habían sido purgados y se introdujo un nuevo código disciplinario que exigía obediencia absoluta por parte del personal enlistado. En agosto de 1940 se abolió la figura del comisario militar, que había sido reintroducida en mayo de 1937, y se concedió a los oficiales militares más independencia respecto a los líderes políticos en cuestiones militares. Se aumentó el número de escuelas de entrenamiento militar de 49 a 114, y el número de graduados pasó de 36.085 a 169.620 (Glantz, Colossus, p. 39).

Pero todos estos cambios necesitaban tiempo, y tiempo era lo que no tenía el ER. Cuando la Wehrmacht atacó a la Unión Soviética en junio de 1941, el ER estaba en plena reorganización y sus ejércitos en pleno re-despliegue. Todas las carencias que recién se estaban intentando corregir se pusieron de manifiesto en su aspecto más negativo durante las primeras semanas de combates.
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Mensaje por ivan_077 Febrero 22nd 2015, 00:02


En noviembre de 1935, cinco generales fueron promovidos a mariscales de la Unión Soviética: Voroshylov, comisario de Defensa; Bluykher, comandante del ejército de Extremo Oriente; Tukhachevsky, jefe del Estado Mayor General; Yegorov, general zarista, y Budenny, jefe de Caballería. En mayo de 1937, Stalin reintrodujo en el Ejército Rojo a los comisarios políticos, herencia de Trotsky que los había creado para controlar a los oficiales zaristas. Los comisarios tenían un status de mando equivalente al de los oficiales de mando, y podían vetar las decisiones de esos oficiales. Con su decisión, Stalin abrió la veda para eliminar cualquier oposición del grupo de oficiales que comandaban el ejército, y entre esos oficiales se encontraba el mariscal Tukhachevsky.

La relación entre Tukhachevsky y Stalin era fría y, a menudo, enfrentada por asuntos de estrategia y política exterior. Pero esas desavenencias se venían arrastrando desde la época de la guerra ruso-polaca de 1920. Entonces, Stalin era miembro del Consejo Militar Revolucionario y tenía encomendada la administración del Frente Suroccidental, mientras que Tukhachevsky tenía el mando de los ejércitos del Frente Occidental. Kamenev, comandante en jefe, había concebido un plan que transfería unidades del mando Suroccidental al mando Occidental, con la intención de apoyar a Tukhachevsky a capturar Varsovia en agosto de 1920. Pero Stalin estaba empeñado en capturar Lvov, y el futuro dictador atacó Lvov con las unidades que Kamenev quería transferir a Tukhachevsky. El comandante en jefe pidió entonces que los ejércitos fuesen reasignados al control de Tukhachevsky, pero Stalin se negó a firmar la orden preparada por el comandante Egorov del frente Suroccidental. La orden, sin la firma de Stalin, quedó sin efecto, y los polacos atacaron y superaron a los ejércitos de Tukhachevsky. En consecuencia, el Comité Central retiró a Stalin del frente, y la orden para transferir las unidades fue firmada finalmente por el comisario político Berzin. Esas unidades llegaron demasiado tarde para impedir la contraofensiva polaca que expulsó a los ejércitos soviéticos de las zonas occidentales de Ucrania y Bielorrusia. La destitución de Stalin de su cargo en el frente y su posterior fracaso al intentar ser reelegido miembro del Consejo Militar Revolucionario pusieron fin a su intromisión en los asuntos militares durante varios años.

Los sentimientos del político y el militar no se dieron al silencio. En el 10º Congreso del Partido en 1921, Stalin culpó de la derrota frente a Polonia a la administración del Frente Occidental, y, dos años más tarde en Moscú, Tukhachevsky afirmó que el Frente Suroccidental había sido parcialmente responsable de la derrota. Pero de la derrota soviética ante Polonia, quien mejor parado salió de los dos fue el militar, que pronto alcanzó una enorme reputación entre la oficialidad del Ejército Rojo, y escribió la Teoría Soviética de la Operación Profunda. Tukhachevsky, como revulsivo e impulsor de la doctrina militar moderna, se vio enfrentado nuevamente con Stalin (que lo odiaba) y sus dos mariscales, Voroshylov y Budenny, que defendían la supremacía del caballo y la caballería sobre la mecanización y los tanques. Pero Stalin también temía que la mecanización condujera al militarismo, al que percibía como una amenaza directa a su poder, y detestaba la independencia de criterios de Tukhachevsky y su grupo de oficiales adeptos. Esa independencia de criterio, así lo vio Stalin, podía volverse contra él, desobedeciendo sus órdenes y desafiando directamente su autoridad sobre la Unión Soviética.

Luego vino el conflicto de posiciones de Stalin y Tukhachevsky ante la Guerra Civil española. El mariscal se oponía al envío de tropas regulares del Ejército Rojo, favoreciendo, en cambio, el envío de unidades de reserva. Antes, cuando Hitler llegó al poder en Alemania, Tukhachevsky [que veía a Hitler como una amenaza, y en tal sentido publicó un artículo en el que afirmaba que Hitler estaba engañando a la Unión Soviética y planificaba una invasión del territorio ruso], quería poner fin a la cooperación que desde hacía años venían manteniendo el Ejército Rojo y el Reichswehr.

La tormenta entre ambos personajes estalló el 11 de mayo de 1937, cuando Tukhachevsky fue relevado de su puesto como primer suplente del comisario del pueblo y transferido al mando de la región militar del Volga. Perplejo por esta orden, Tukhachevsky se encaró a Stalin, quien le informó que esta decisión era debida a su asociación con algunos de los miembros del partido que habían sido purgados. Le aseguró que “nosotros confiamos en usted. Sería mejor para usted dejar Moscú temporalmente, y cuando se apaguen los rumores le traeremos de vuelta”. Pero cuando Tukha llegó a su nuevo puesto de mando el 26 de mayo, fue arrestado inmediatamente. Después del interrogatorio, el 29 de mayo confesó sus contactos y espionaje con el alto mando alemán, y su participación en una conspiración militar para hacerse con el control del gobierno. Ese testimonio de Tukha, sin embargo, estaba sacado mediante la tortura, y su propia sangre en varias páginas del mismo así lo confirma.

El 11 de junio fue sometido a juicio, acusado de conspiración para un golpe militar en cooperación con los alemanes, con siete oficiales más: Iakir, Uborovich y Kork (comandantes de ejército), y Primakov, Putna, Feldman* y Eideman (comandantes de cuerpo). Todos fueron sentenciados a muerte y ejecutados. Las últimas palabras de Tukha fueron: “No nos están matando a nosotros, sino al Ejército Rojo”.

*Feldman había comentado a Tukha: “¿No se da cuenta realmente hacia dónde nos está llevando esto? Él nos ahogará a todos uno por uno como a polluelos. Debemos hacer algo”. Tukha respondió: “Lo que usted sugiere es un golpe. Yo no haré eso”

La fabricación de las pruebas (la “carpeta roja”) contra Tukha para su arresto tiene dos versiones. La primera, transcrita por Victor Aleksandrov, afirma que el agente del NKVD, Nikolai Skoblin, actuando bajo las órdenes de Nikolai Yezhov, jefe del NKVD, informó a los checos de que varios trotskistas estaban colaborando con los alemanes para llevar a cabo un golpe de estado dirigido por Tukhachevsky. Skoblin deseaba proporcionar a Stalin pruebas documentales, y colaboró en la fabricación con Reinhard Heydrich, jefe de la policía de seguridad alemana. En realidad, Skoblin, comandante de los ejércitos blancos durante la guerra civil, despreciaba al gobierno soviético y predijo que Hitler intentaría atacar a un Ejército Rojo sin liderazgo. En vísperas de la Navidad de 1936, Hitler aprobó el plan Heydrich-Skoblin, y un equipo de falsificadores comenzó a trabajar en los documentos, que estuvieron listos a mediados de abril de 1937, por los que L. M. Zakovsky, segundo del NKVD, pagó a los alemanes 200.000 marcos. Varios días después, las pruebas contra Tukha estaban en poder de Stalin.

La segunda versión, según Robert Conquest, afirma que a finales de 1936 Hitler y Himmler trataron de involucrar a Tukha en un complot contra el gobierno soviético. En enero de 1937, funcionarios nazis informaron del complot al presidente checo Benes, quien pasó la información a Stalin. Luego de realizarse la acusación inicial contra Tukha, los nazis comenzaron a elaborar las pruebas documentales falsificando las cartas que Tukha había intercambiado con miembros del alto mando alemán. La falsificación estaba completa a primeros de mayo, enviada a Benes, quien informó a Stalin de su existencia el 8 de mayo de 1937.

Fuente principal: Fincher y Pollock, “A Army without Leaders: The Purges of the Red Army Officers Corps, 1937-1938”, 10 de diciembre de 2001.
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Mensaje por ivan_077 Febrero 22nd 2015, 00:03


Bueno, estas últimas intervenciones escapan bastante de la temática del topic, pero, ¡qué caramba! ¡Ancha es Castilla!

Cita de Mijailovich: [Si realmente dejaron al Ejército Rojo sumido en la desorganización, sin cuadros útiles y capacitados para tomar decisiones, no me explico cómo fracasó Barbarroja, al margen del consabido recurso al "General Invierno", como si cuando nieva, hiela, llueve, y hace frío, no lo haga democráticamente, es decir, per tutti li mondo]

El fracaso final de Barbarroja, estimado Mijailovich, tiene muy poco que ver con el “arte militar” desplegado por los mandos del Ejército Rojo en los campos de batalla. La razón fundamental de ese fracaso final hay que buscarla, en cambio, en la relación existente entre medios disponibles y objetivos perseguidos. Los medios alemanes disponibles para Barbarroja no eran suficientes para lograr los ambiciosos objetivos finales que perseguía el plan. Pero éste no es el tema. La prueba irrefutable del estrago enorme que provocaron las purgas militares de Stalin en el Ejército Rojo se constató, en primera instancia, en las colosales derrotas que sufrieron sus formaciones en las batallas iniciales de la mano de un caos casi total en el mando y control de las mismas, y, en segunda instancia, en el enorme período de tiempo que llevó a los oficiales soviéticos aprender a dirigir con cierta eficacia a sus unidades de combate. El Ejército Rojo consiguió contener la avalancha alemana con un sacrificio de vidas y material tan dantesco que sólo un régimen político dictatorial implacable como el de Stalin podía soportar. Esa terrible sangría probablemente podría haberse evitado en buena parte si Stalin no hubiese desmantelado con sus purgas de los años treinta al grueso de la dirección del ER en todos sus niveles de mando. No hay comandante soviético que no haya reconocido, directa o indirectamente, en sus memorias o estudios de posguerra las terribles consecuencias de las purgas militares de Stalin para el desarrollo posterior de la guerra. La historiografía soviética, principalmente a partir de la muerte de Stalin, está llena de ejemplos, y aún hoy se padece el terrible efecto de esas purgas. Andrei Afanasievich Kokoshin (un notable miembro de la Academia de Ciencias rusa que desempeñó multitud de cargos, entre ellos el de viceministro de Defensa de la Federación Rusa, Inspector Militar del Estado y Secretario del Consejo de Defensa de la FR) ha escrito que los líderes de estado mayor y del Estado Mayor General del Ejército Rojo, junto con sus suplentes y jefes de los distintos departamentos de estado mayor, “eran soldados profesionales con entrenamiento pre-revolucionario. De hecho, la mayoría de ellos eran graduados de la Academia del Estado Mayor General pre-revolucionaria, que impartía un alto nivel de entrenamiento general y especializado, incluyendo el conocimiento de varias lenguas extranjeras, historia nacional e internacional, geografía y economía, por no mencionar estrategia militar, arte operacional, y táctica. La mayoría de esos graduados fue más tarde represaliada o asesinada por las purgas de Stalin, resultando en una colosal pérdida para la capacidad defensiva del país y para la moral de las fuerzas armadas, una pérdida que no ha sido compensada incluso hoy en día” (“Defense Leadership in Russia: The General Staff and Strategic Management in a Comparative Perspective.” BCSIA Discussion Paper 2002-15, Kennedy School of Government, Harvard University, November 2002).

Cita de Mijailovich: [Y qué decir del recurso al "mogollón de rusos" para justificar que el número lo es todo. Pues no estoy de acuerdo, entre otras cosas porque eso (lo del número de rusos), sí que lo sabían los estrategas militares alemanes antes de meterse en harina. Y si no lo sabían, no sé qué decir.]

El número no lo es todo, pero el todo nada vale sin número. No hay tiempo ni espacio para analizar lo que pensaban los altos mandos alemanes de las capacidades soviéticas para reemplazar hombres y material, para levantar y desplegar nuevas formaciones de combate, y ni tan siquiera para examinar en qué cantidades estimaron el material de guerra soviético. Pero se puede afirmar, sin ningún género de dudas, que los que tenían la responsabilidad de decidir (Hitler, Göring, Halder et al) subestimaron garrafalmente el poderío del Ejército Rojo y los recursos humanos y materiales del Estado soviético.

Cita de Kalsbad: [Hasta donde llegan mis conocimientos, el mal tiempo suele beneficiar al que se defiende, aunque sólo sea porque es más fácil preparar una buena posición defensiva y sentarse a esperar a que te asalten que tener que tomar dicha posición mientras te mueves por un campo embarrado bajo la lluvia, o en medio de una tormenta de nieve tan fuerte que, para cuando te quieres dar cuenta, resulta que has perdido y estas asaltando tus propias líneas.]

Cierto. Pero no debemos olvidar que cuando el mal tiempo comenzó a enseñorearse del teatro de operaciones, Barbarroja ya había fracasado en la consecución de sus objetivos estratégicos.

Cita de Frunze: [No comprendo como los grandes estrategas de la Alemania Nazi ignoraron las razones expuestas por kaslbad a la hora de invadir la URSS.]

No las ignoraron en su totalidad. Pero el grueso de ellas se vio bajo el prisma determinante de las consecuencias políticas de las operaciones militares iniciales. Los estrategas alemanes creyeron que el Estado soviético era un entramado muy débil que se vendría abajo como consecuencia de los primeros varapalos sufridos por su ejército.

Cita de Frunze: [Se equivocaron también al pensar que el Gobierno y sistema soviético era "odiado" por la mayoría de la población. Unicamente en Ucrania Occidental tuvo un ligero apoyo la invasión. El gobierno soviético supo encauzar acertadamente las ansias de independencia de los ciudadanos, comparando la invasión con la realizada por Napoleón.]

No se equivocaron del todo. Pero no quisieron sentar las bases políticas adecuadas en los territorios conquistados para que la población soviética se uniera al bando alemán en el esfuerzo de guerra contra el régimen stalinista. Obviamente, los soviéticos de los territorios conquistados (y los que conocieron cuál era la política alemana aplicada en esas áreas) escogieron el mal menor, al lado de Stalin. El siguiente topic puede ayudar a comprender las verdaderas posibilidades que despreció el liderazgo alemán en tal sentido:
http://wwwsegundaguerr.superforos.com/v ... .php?t=831

Cita de Kalsbad: [Hay que tener en cuenta también que en el área militar al final las grandes (y las no tan grandes) decisiones estratégicas las tomaba Hitler, y si Hitler decía que quería invadir la URSS lo mejor que podían hacer los generales era poner los máximos medios posibles para que saliera bien]

Esta reflexión es un hecho que muchas veces se ignora consciente o inconscientemente a la hora de evaluar el papel de los mandos alemanes en el nivel estratégico de la guerra. Hitler cerró la puerta de ese nivel a cal y canto a la necesaria entrada de sus principales asesores militares. Lo que no quiere decir que, en general, sus asesores militares dispusieran de una mayor capacidad intelectual que Hitler en la gran estrategia. Aparte de que Hitler, pues así lo buscó, era el único que tenía un conocimiento global de los recursos y estado de la Wehrmacht y de las capacidades productivas del Tercer Reich -cuestiones que, en cambio, sólo podían conocer parcialmente sus jefes militares-, en los momentos verdaderamente decisivos de la guerra (1940-1941), esos jefes militares no demostraron más enjundia estratégica que Hitler, y en muchos casos la demostraron peor.

Cita de Kalsbad: [Y aun así, parece que a los generales alemanes no les faltó mucho para haber ganado antes de diciembre del 41 (si no hubieran estado sometidos a los caprichos de Hitler, si hubieran estado preparados para el invierno, si hubieran podido empezar la campaña antes...), pero no lo hicieron y a aprtir de ahí ya todo fue cuesta abajo, a pesar de los éxitos de verano del 42.]

Esto es demasiado subjetivo y aparente, en mi opinión. A finales de noviembre y principios de diciembre de 1941 el Heer era un animal agonizante. Había dado todo lo que podía dar. Aun si consiguiera apoderarse de Moscú en esas fechas, carecía de fuerza y reservas estratégicas para mantener la capital soviética. La situación soviética, en cambio, era bien distinta. Pero esto no es más que pura especulación.

En cuanto al texto de Shtemenko, sólo acierta en buena parte, pero no pone el dedo en la verdadera llaga alemana. Stalin le dio una lección a Hitler en el terreno de la gran estrategia, pues supo prever (al igual que Churchill) ya desde antes de la invasión alemana que cualquier guerra que los alemanes iniciasen contra la URSS sería una guerra prolongada. Y en base a esa previsión preparó al país para una prolongada guerra de desgaste. Sin embargo, Shtemenko no dice que Hitler no quiso poner a Alemania bajo una economía de guerra total hasta finales de 1944 (en realidad, hasta febrero de 1945). Ni siquiera cuando el desarrollo de las operaciones militares de diciembre de 1941 demostró que la estrategia de guerra corta (Blitzkrieg) había fracasado, ni siquiera entonces quiso Hitler movilizar completamente las fuerzas del Tercer Reich. Y esto, que a mi juicio es muy relevante, no lo menciona Shtemenko (lo que no quiere decir que no lo supiera).

Saludos cordiales
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Mensaje por ivan_077 Febrero 22nd 2015, 00:11


Repasando todo este asunto he buscado entre mi archivo las publicaciones del Voyenno-istorichevskiy Zhurnal traducidas al inglés por el JPRS, siguiendo la pista al artículo que señalaba Reese en su capítulo The Red Army and the Great Terror, y lo he encontrado. Se trata de un artículo en dos partes publicado por el coronel O. F. Suvenirov, doctor de ciencias históricas, bajo el título An Army-Wide Tragedy.

Voy a traducir lo más importante de la segunda parte, tal como aparece en el JPRS-UMJ-89-009 de 4 de agosto de 1989:

Thirties Military Purges Examined
Voyenno-istorichevskiy Zhurnal, in Russian No 3, Mar 89 (signed to press 28 Feb 1989), pp. 39-37, en JPRS Report, Soviet Union, Military Hiatory Journal, 4 August 1989, pp. 22-27

<<<<<

(…) El poder soviético había hecho todo para incrementar su autoridad. Por decreto del URSS TsIK (Comité Ejecutivo Central) y SNK (Consejo de Comisarios del Pueblo) de 22 de septiembre de 1935, se estableció el rango militar más alto en el RKKA, mariscal de la Unión Soviética. También se introdujeron rangos de personal militar para las personas del mando y personal supervisor de las fuerzas terrestres y aéreas del Ejército Rojo (desde teniente a comandante de ejército de primer rango), y en la Armada los rangos militares se introdujeron el 30 de diciembre de 1936 (desde teniente a almirante de primer rango). En diciembre de 1935 el URSS SNK adoptó un decreto sobre el uniforme y las insignias para el mando…….Desde noviembre de 1935 comenzaron a otorgarse rangos militares. Los primeros mariscales de la Unión Soviética fueron V. K. Blyukher, S. M. Budennyy, K. Ye. Voroshilov, A. I. Yegorov, y M. N. Tukhachevskiy; comandantes de ejército de primer rango fueron I. P. Belov, S. S. Kamenev, I. P. Uborevich, B. M. Shaposhnikov, I. E. Yakir; comandantes de ejército de segundo rango fueron Ya. I. Alksnis, I. I. Vatsetis, I. N. Dubovoy, P. Ye. Dybenko, N. D. Kashirin, A. I. Kork, M. K. Levanodovskiy, A. I. Sedyakin, I. F. Fedko, I. A. Khalepskiy; oficiales almirantes de primer rango fueron M. V. Viktorov y V. M. Orlov. En 1936, sirviendo en las filas del RKKA, había 62 comandantes de cuerpo, 201 comandantes divisionales, 474 comandantes de brigada, 1.713 coroneles, 5.501 mayores, 14.369 capitanes, 26.082 tenientes primera, y 58.582 tenientes.

Los líderes militares que habían sido templados en el crisol de la Guerra Civil y los comandantes entrenados en tiempos de paz fueron capaces de resolver exitosamente las complejas cuestiones de asegurar el nivel apropiado de la disciplina militar soviética. Trabajaron duro para fortalecer de cualquier manera posible el poder de combate de las Fuerzas Armadas soviéticas.

Al mismo tiempo, la moral del mando y personal político fue socavada debido a los acelerados e injustos despidos y posteriores arrestos en 1936 tanto de comandantes individuales como de trabajadores políticos, así como grupos enteros. La ilegalidad cometida a solicitud de los cuerpos del NKVD fue ocultada con la frase común de ser condenados “por hacer propaganda contrarrevolucionaria y opiniones trotskistas”……

El arresto de prominentes trabajadores militares –hasta comandantes de distritos militares y compañeros del personal central- comenzó en los primeros meses de 1937. El 1 de junio de este año, los periódicos publicaron en la sección “Asuntos Actuales” la siguiente declaración sobre el jefe del Directorado Político del RKKA y primer suplente del Comisario de Defensa del Pueblo de la Unión Soviética: “El antiguo miembro del Comité Central del VKP, Ya. B. Gamarnik, habiéndose involucrado en sus lazos con elementos anti-soviéticos y, obviamente, temiendo ser descubierto, terminó con su vida suicidándose el 31 de mayo”. Y el 11 de junio se publicó una noticia que declaraba que la investigación para el caso del mariscal M. N. Tukhachevskiy, comandantes de ejército de primer rango Yakir y Uborevich, comandante de ejército de segundo rango Kork, comandantes de cuerpo Primakov, Putna, Feldman y Eydeman, arrestados en varias ocasiones por los cuerpos del NKVD, se había completado y pasada a los tribunales. Los nombrados fueron acusados de violar el deber militar (el juramento), de traicionar a la patria, traicionar a los pueblos de la Unión Soviética, y traicionar al RKKA. El mismo día se mantuvo una sesión del tribunal a puerta cerrada del Tribunal Especial del Tribunal Supremo de la URSS. Todos los acusados fueron despojados de sus rangos militares y sentenciados al más alto castigo criminal de ejecución.

(…) Los archivos preservan muchos documentos que muestran de forma irrefutable que Stalin y sus asociados Molotov, Kaganovich, Voroshilov, Yezhov y Beriya fueron los verdaderos instigadores, organizadores y directores del exterminio criminal del personal dirigente del partido bolchevique, el estado soviético, el Ejército Rojo y la Armada. Recordemos solamente a los que fueron mencionados en el 22º Congreso CPSU y en el Pleno del Comité Central en 1957. Se trata principalmente de una carta a Stalin de uno de los héroes de la Guerra Civil, el antiguo comandante del Distrito Militar de Kiev, comandante de ejército de primer rango I. E. Yakir, que fue escrita tras su arresto: “Soy un soldado honesto que es leal al partido, al estado y al pueblo, y lo he sido así durante muchos años. He entregado toda mi vida al trabajo honesto y sin límites ante el partido y sus líderes….Soy honesto en todas mis palabras y muero con palabras de afecto para usted, el partido y la nación, y con una infinita creencia en la victoria del comunismo”. Esta carta era el grito del alma de una persona cuya muerte permanece como una mancha imborrable en los representantes del poder por la victoria por la cual él había combatido toda su vida adulta. En esta carta Stalin había escrito: “Villano y putero”. Voroshilov había añadido: “Definición completamente correcta”. Molotov había firmado abajo, mientras que Kaganovich añadió: “Para el traidor, bastardo y….(aquí sigue una palabra impublicable) sólo hay una pena, la pena de muerte”.


<<<<
En el Pleno de Junio (1957) del Comité Central CPSU, el mariscal G. K. Zhukov leyó una carta de un, en su descripción, extraordinario hombre y líder militar honesto que estaba en prisión en 1937. En la víspera de su ejecución había escrito una carta a Stalin: “Camarada Stalin. Mañana seré ejecutado. Soy completamente inocente. He luchado honestamente para el poder soviético y jamás he sido un traidor”. Había incluso varias palabras afectuosas dirigidas a Stalin. El último, habiéndola leído, escribió en la esquina de la hoja: “¡Todo el mundo miente! ¡Ejecútenlo! Stalin”. Luego seguían las firmas: “De acuerdo. Molotov”; “¡De acuerdo con el sinvergüenza! Una muerte de perro para el perro. Beriya”, “Monstruo, Voroshilov”; “¡Escoria! Kaganovich”.

(…) Como resultado de las represiones masivas de 1937, 1938 y los años siguientes, alrededor de la mitad de los comandantes regimentales, una mayoría de los comisarios militares de brigadas, divisiones y cuerpos fueron eliminados del ejército. El mismo destino sucedió virtualmente a todos los comandantes de brigada y división y a todos los comandantes de cuerpo. Todos los comandantes de los distritos militares fueron exterminados físicamente.

Según los datos del general A. I. Todorskiy, los siguientes fueron represaliados: 34 de 36 comisarios de brigadas, 231 de 397 comandantes de brigadas, 136 de 199 comandantes divisionales, 25 de 28 comisarios de cuerpos, 60 de 67 comandantes de cuerpos, 15 de 15 comisarios de ejército de segundo rango (incluyendo a M. P. Amelin, L. N. Aronshtam, A. S. Bulin, G. I. Veklichev, G. A. Osepyan, e I. Ye. Slavin), 2 de 2 oficiales almirantes de primer rango (Viktorov y Orlov), 12 de 12 comandantes de ejército de segundo rango, 2 de 4 comandantes de ejército de primer rango, 2 de 2 comisarios de ejército de primer rango (Gamarnik, que se suicidó, y P. A. Smirnov), y 3 de 5 mariscales de la Unión Soviética (Tukhachevskiy, Blyukher, y Yegorov).

La prensa ha subrayado correctamente que esos datos no son completos. La información sobre una u otra categoría de los oficiales probablemente corresponde al comienzo de 1937, aunque al calcular el número de represaliados han contado, claramente, sólo los datos de 1937-38. Las represiones continuaron más tarde. Por ejemplo, a mediados de 1939 ya habían represaliado a cinco comandantes de ejército de primer rango (I. E. Yakir, I. P. Uborevich, I. P. Belov, I. F. Fedko, y M. P. Frinovskiy). En una carta recientemente publicada a I. G. Erenburg del publicista soviético mundialmente famoso, Ernst Genri, hay una líneas persuasivas: “Ninguna derrota ha conducido jamás a pérdidas tan monstruosas en personal de mando. Solamente la rendición completa de una nación tras una guerra perdida podía tener como consecuencia semejante desbandada. Precisamente en la víspera del crucial enfrentamiento con la Wehrmacht, en la víspera de la más grande de las guerras, el Ejército Rojo fue decapitado. Esto fue hecho por Stalin”.

(…) Actualmente, Gorbachev ha valorado esos sucesos como sigue: “La culpa de Stalin y su inmediato círculo al partido y al pueblo por las represiones e ilegalidad masivas cometidas es enorme e inolvidable. Esta es una lección para todas las generaciones”.

(…) El pernicioso impacto de las represiones masivas ilegales se puede juzgar del hecho de que hubo una aguda caída en el nivel de disciplina militar con un número creciente de suicidios, accidentes y así sucesivamente. Según los datos del PU del RKKA, el número de suicidios e intentos de suicidio en el segundo trimestre de 1937, en comparación con el primer trimestre del mismo año, creció el 26.9% en el Distrito Militar de Leningrado, el 40% en el Distrito Militar de Bielorrusia, el 50% en el Distrito Militar de Kiev, el 90.9% en el OKDVA (Ejército Independiente Estandarte Rojo del Extremo Oriente), el 133% en la Flota del Mar Negro, el 150% en el Distrito Militar de Kharkov, y el 200% en la Flota del Pacífico. Mientras que en el periodo anterior a las represiones masivas (de 1 de enero a 15 de marzo de 1937), las fuerzas aéreas tuvieron 7 desastres y 37 accidentes, durante los cuales hubo 17 personas muertas y 9 heridas, en 1938, sobre el mismo periodo, hubo 41 desastres y 55 accidentes en los cuales hubo 73 personas muertas y 22 heridas de personal técnico y de vuelo. Como total del RKKA, en el año de paz de 1938 solo, 1.178 personas murieron en accidentes extraordinarios y 2.904 resultaron heridas.

(…) En los años de preguerra, en las Fuerzas Armadas soviéticas había habido un rápido proceso de promoción de jóvenes comandantes que habían servido tanto en las tropas como en los estados mayores, así como graduados de las escuelas y academias militares que estaban incrementando constantemente el ritmo de su trabajo. En un año justo (del 1 de marzo de 1937 al 1 de marzo de 1938) el RKKA promocionó 39.090 personas de personal de mando (sin contar personal político), incluyendo 12 personas a posiciones de comandantes de distritos militares, 35 a comandantes de cuerpo, 116 a comandantes de brigadas y divisiones, y 490 personas a comandantes de escuadrones y regimientos. La edad media de los comandantes regimentales en ese tiempo era de 29-33 años, de comandantes divisionales de 35-38 años, comandantes de cuerpo y comandantes de ejército de 40-43 años. Cuando en abril de 1939, N. G. Kuznetsov fue nombrado Comisario de la Armada del Pueblo todavía no tenían los 37 años (de acuerdo a los documentos tenía realmente 35 años). Pero la juventud significaba una falta de experiencia en los comandantes que acababan de ser promocionados a puestos cruciales. Muchos de ellos no tenían ninguna experiencia en absoluto en trabajo de mando de tal nivel. A comienzos de 1940, hasta el 70% de los comandantes regimentales y sobre el 70% de los comandantes divisionales habían trabajado sólo un año justo en esas posiciones.

Con el objetivo de incrementar la autoridad del Ejército Rojo y la Armada muchos comandantes fueron generosamente recompensados con nuevos rangos militares, incluyendo los más altos. En sólo un año (comenzando desde el 1 de marzo de 1937) el rango de comandante de ejército de primer rango fue recibido por una persona, comandante de ejército de segundo rango por 5 personas, comandante de cuerpo por 30, comandante divisional por 71, comandante de brigada por 257, coroneles por 1.346 y mayores por 5.220 personas. Sobre el mismo periodo desde febrero de 1939 hasta el 4 de abril de 1940, otros 20 comandantes de cuerpo recibieron el rango de comandante de ejército de segundo rango (I. R. Apanasenko, O. I. Gorodovikov, M. P. Kovalev, I. S. Konev, V. Ya. Kachalov, S. A. Kalinin, K. A. Meretskov, I. V. Tyulenev, M. S. Khozin, G. M. Shterm, V. F. Yakovlev, I. V. Smorodinov, I. V. Boldin, I. G. Zakharkin, M. G. Yefremov, N. V. Kurdyumov, V. D. Grendal, N. N. Voronov, D. G. Pavlov, y Ya. V. Smuschkevich)………..El 7 de mayo de 1940 se establecieron los rangos de almirantes y generales. El mismo día, se concedió el rango de mariscal de la URSS a S. K. Timoshenko, G. I. Kulik, y B. M. Shaposhnikov.
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