Ex sicario ahora combate la violencia

CHIHUAHUA, Chih. 8 de septiembre.— Aislado en la celda 42 del área de máxima seguridad del Cereso estatal de Aquiles Serdán, José Enrique Jiménez Zavala, El Wicked, recapacita sobre sus actos criminales, y a pesar de que se le ha dictado ya cadena perpetua dice que no se arrepiente de todo lo que hizo.

Este criminal formó parte y luego fue líder de una de las bandas más sanguinarias de Chihuahua, Los Aztecas, uno de los brazos ejecutores del cártel de Juárez.

El Wicked fue sentenciado a prisión vitalicia por haber ordenado el asesinato de varias personas que se encontraban en el bar El Colorado, en la colonia Granjas de la ciudad de Chihuahua, por un ajuste de cuentas realacionados con la venta de droga.

Entre las víctimas se encontraban dos periodistas locales y al menos dos profesionistas egresados de la Universidad Autónoma de Chihuahua.

Además, El Wicked enfrenta casi medio centenar de otras acusaciones por delincuencia organizada, que incluye múltiples homicidios, tráfico de droga y posesión de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército.

Afirma que cuenta su vida como sicario y líder de una célula de la pandilla de Los Aztecas para que sirva de escarmiento, no para él, pues dice que lo disfrutó, sino para los cientos de adolescentes que buscan el dinero fácil y los lujos que el crimen organizado les ofrece. Pero también porque sabe que sus hijos, Erick y Christian, de 5 y 3 años de edad, respectivamente, pueden seguir el sendero de drogas, lujos y sangre de su padre.

Ahora El Wicked participa en un ambicioso programa que el gobierno de Chihuahua aplica en el sistema penitenciario, el cual busca arrebatar de las garras del crimen organizado a cientos de jóvenes que son tentados por la ambición y el ansia de poder.

Se espera que tal programa tenga éxito, pues en esta entidad la batalla entre los cárteles por el dominio es cruenta y pareciera en ocasiones que cada vez más adolescentes sucumben a las balas o se unen a las filas del narco, y esto se evidencia con los numerosos arrestos de jóvenes acusados de cometer algún tipo de delito relacionado con el crimen organizado, como es el robo violento de vehículos, el secuestro y la extorsión, actividades que sirven para proveer de dinero en efectivo a los narcotraficantes.

José Enrique Jiménez Zavala solamente una vez ha salido de prisión luego de su arresto el año antepasado, y fue para rendir su testimonio ante miles de estudiantes del Colegio de Bachilleres y secundarias. Su papel en este programa del gobierno de Chihuahua es de salvador de vidas adolescentes.

Se trata del programa Libre de Prisiones, donde un grupo de 20 reos salen del Cereso estatal para subir al escenario de una obra de teatro y escenificar su estadía en el interior de una celda, de tres por tres metros, con camastros, baño, lavamanos y regadera.

En una de esas escenificaciones participó por única vez El Wicked, quien fue trasladado con un fuerte operativo de seguridad policiaca gracias a la orden de salida temporal dictada por un juez.

La obtención de este tipo de permisos no ha sido fácil, pues se han recibido muchas críticas de analistas que consideraron que estas obras de teatro podrían tener un efecto contraproducente en los jóvenes.

El testimonio que El Wicked rindió en el gimnasio Rodrigo M. Quevedo ante miles de estudiantes no se compara con el relato que hace de su vida sentado en su cama de piedra, tras los barrotes de la celda 42, en el área de alta seguridad, aislado, y de la cual solamente sale 45 minutos al día.

Confiesa que no se arrepiente de lo que hizo, y que si accedió a formar parte del programa gubernamental fue para evitar que sus hijos sean reclutados por el crimen organizado.

Sí, tuve dinero, mujeres, muchos lujos, drogas, pero ahora no tengo nada”, comenta en prisión.

Sin pensar si algún día saldrá de prisión, porque “todo se lo dejo ya en las manos de Dios”, El Wicked concluye: “No he pensado en salir, pero se lo dejo todo a la voluntad de Dios. Si veo a mis dos hijos, Erick y Christian, me da miedo imaginar que ellos sigan mis pasos. Veo a todos los chavos de 10 a 14 años que juegan en el parque, y dos o tres años después ya son parte del crimen organizado. Tengo miedo de que mis hijos no sean guiados bien. Ése es mi miedo, por eso estoy aquí, para que esto les pueda servir a ellos también”.



“Empecé a buscar el poder...”

José Enrique Jiménez Zavala, El Wicked, asegura que no tenía ningún tipo de sentimiento cuando mataba a personas. ¿Cuántas? Dice no recordarlo, pero todo empezó cuando lo deportaron a México de Estados Unidos, donde vivía en El Paso, Texas, con su madre, dos hermanos mayores y uno menor que él.

El descarrilamiento de su vida lo atribuye a los problemas en su familia, los cuales empezaron cuando salieron de México hacia Estados Unidos para buscar el sueño americano, que nunca encontraron, pero sí los vicios y la miseria.

FUERA DE CASA.
El Wicked dice que buscó en las calles la atención que no le daban en su casa.

Allá su madre trabajó en bares, vendió droga y realizaba grandes fiestas, donde había sexo y violencia, todo lo cual era visto por sus hijos.

El Wicked dice que nunca le pusieron atención ni se preocupaban por sus estudios. Por ello salió a la calle, a las esquinas, a convivir con pandilleros, quienes le dieron comprensión y cariño, pues todos tenían el mismo problema.

A los 13 años fue arrestado por vandalismo, a los 14 ingresó a un penal de Estados Unidos por asalto agravado, al pegarle a una persona con una pistola y con un bat, pero mató a su primera víctima en Chihuahua.

“Yo quería que me vieran, buscaba cosas más emocionantes. Buscaba ser aceptado en un grupo”, comenta, y dice que esto puede pasar en grupos escolares, no sólo en pandillas, ya que no es lo mismo robar que tomar cerveza para que te acepten en el grupo que quieres estar.

Su primera arma de fuego la tuvo a los 15 años, con la cual nunca mató a nadie, pero sí hirió a muchos. Confiesa que al tener un arma las cosas cambian: “Es una especie de adrenalina que crece y te lleva. Cuando tuve mi primer arma empezó todo. Un niño no puede ser malo, pero ya tener un arma en la mano le despierta esos sentimientos, y empieza a hacer las cosas que puede hacer con el arma. A mí poco a poco me fue envolviendo el mundo de la delincuencia, poco a poco me fui metiendo en ese círculo, y ya veía que los crímenes que cometí no eran nada, y quería más. Empecé a buscar el poder, el respeto de esa gente… eso fue lo que me orilló a hacer todo esto”.

FUENTE:
http://www.excelsior.com.mx/nacional/2013/09/08/917656

No es que este putete no sirva para nada; sirve de mal ejemplo

neta que si, que aguante la reata hay dentro, ahora si llora pero bien que le valía madre andar quebrando gente y entre ellas mujeres para acabarla de chingar