El Cuerpo de Musica Militar del Ejército Mexicano
+2
belze
automan
6 participantes
Página 1 de 1.
El Cuerpo de Musica Militar del Ejército Mexicano
Un viaje musical por alrededor del mundo fue lo que realizaron coahuilenses durante el concierto de gala que ofreció la Orquesta Sinfónica y Coro de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Un viaje musical por alrededor del mundo fue lo que varios coahuilenses realizaron durante el concierto de gala que ofreció la Orquesta Sinfónica y Coro de la Secretaría de la Defensa Nacional, en el marco de la conmemoración del Centenario de la firma y promulgación del Plan de Guadalupe.
La presentación se realizó en el Teatro de la Ciudad Fernando Soler. Durante el evento los presentes se deleitaron con temas como "El Relicario", de España; "La vida en rosa", de Francia; Coro de los Esclavos Hebreos en la ópera Aida "Nabuco", de Italia; "Voces de primavera", de Austria; "Aires de Berlín", de Alemania; "Marcha persa", de Persia y "Rapsodia bohemia", de Inglaterra, esto en la primera parte del programa.
Tras breve receso, las melodías que continuaron fueron "Noches de Moscú", de Rusia"; "Por una cabeza", de Argentina,; "Fantasía latina", Brasil, Colombia, Cuba y Puerto Rico, así como de México "Cielito Lindo", y de Saltillo "Rosita Alvirez".
El capitán primero músico Rubén Darío Estrada Corana, dirigió a la orquesta, destacando con ello además de su vasta preparación y gusto por la música, una excelente ejecución que despertó entre la concurrencia una serie de aplausos prolongados entre cada melodía.
El coro de la Sedena estuvo dirigido por el teniente músico Héctor Francisco Silva Rivas, y cuya intervención se realizó en algunas melodías, una de estas y mayor aplaudidas la "Rapsodia bohemia".
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Un viaje musical por alrededor del mundo fue lo que varios coahuilenses realizaron durante el concierto de gala que ofreció la Orquesta Sinfónica y Coro de la Secretaría de la Defensa Nacional, en el marco de la conmemoración del Centenario de la firma y promulgación del Plan de Guadalupe.
La presentación se realizó en el Teatro de la Ciudad Fernando Soler. Durante el evento los presentes se deleitaron con temas como "El Relicario", de España; "La vida en rosa", de Francia; Coro de los Esclavos Hebreos en la ópera Aida "Nabuco", de Italia; "Voces de primavera", de Austria; "Aires de Berlín", de Alemania; "Marcha persa", de Persia y "Rapsodia bohemia", de Inglaterra, esto en la primera parte del programa.
Tras breve receso, las melodías que continuaron fueron "Noches de Moscú", de Rusia"; "Por una cabeza", de Argentina,; "Fantasía latina", Brasil, Colombia, Cuba y Puerto Rico, así como de México "Cielito Lindo", y de Saltillo "Rosita Alvirez".
El capitán primero músico Rubén Darío Estrada Corana, dirigió a la orquesta, destacando con ello además de su vasta preparación y gusto por la música, una excelente ejecución que despertó entre la concurrencia una serie de aplausos prolongados entre cada melodía.
El coro de la Sedena estuvo dirigido por el teniente músico Héctor Francisco Silva Rivas, y cuya intervención se realizó en algunas melodías, una de estas y mayor aplaudidas la "Rapsodia bohemia".
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Invitado- Invitado
Mariachi de Sedena ofrece concierto en Tren Suburbano
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El mariachi de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ofreció un concierto gratuito en el lobby de la estación Buenavista del Tren Suburbano, donde interpretó 27 melodías típicas de la cultura mexicana.
Bajo la dirección del teniente músico Pablo del Rosario Camargo, los 17 integrantes del grupo deleitaron por espacio de dos horas a los presentes con temas como “El son de la negra", “El viajero", “La cigarra", “Amor de los dos" y “Mi país", entre otras.
Usuarios entrevistados señalaron que este tipo de eventos debería realizarse con mayor regularidad, ya que ayudan a identificarse con el personal de la Sedena, institución que tiene el respeto y reconocimiento de la ciudadanía.
Víctor Mendieta, quien vive en el municipio Cuautitlán Izcalli, Estado de México, afirmó que disfrutó el concierto, pues se interpretaron melodías con las que se identifican todos los mexicanos. “Prueba de ello es que los usuarios cantaron a coro ‘Cucurrucucu’, ‘México lindo y querido’, ‘Cuando el destino’, ‘Sabor a mí’ y ‘Echame a mí la culpa’, las cuales hacen que a cualquiera se le enchine el cuerpo", dijo.
Alejandro Ruiz y su esposa Bertha Mendieta comentaron que “no sabíamos que la Sedena tuviera un mariachi y la verdad nos sorprendieron con su calidad, qué bueno que vinieron a ofrecernos un rato de entretenimiento.
En el mismo tenor se expresó Ignacio Armenta, quien dijo: “Siempre es grato escuchar canciones de compositores reconocidos como José Alfredo Jiménez, Ferrusquilla, Tomás Méndez y lvaro Carrillo, por mencionar a algunos".
Por su parte, María Eugenia Rosales señaló que fue atinada la decisión de presentar al mariachi de la Sedena en la estación Buenavista del Tren Suburbano, “ya que muchos de nosotros pocas veces tenemos oportunidad de escuchar a músicos de primer nivel".
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
El mariachi de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ofreció un concierto gratuito en el lobby de la estación Buenavista del Tren Suburbano, donde interpretó 27 melodías típicas de la cultura mexicana.
Bajo la dirección del teniente músico Pablo del Rosario Camargo, los 17 integrantes del grupo deleitaron por espacio de dos horas a los presentes con temas como “El son de la negra", “El viajero", “La cigarra", “Amor de los dos" y “Mi país", entre otras.
Usuarios entrevistados señalaron que este tipo de eventos debería realizarse con mayor regularidad, ya que ayudan a identificarse con el personal de la Sedena, institución que tiene el respeto y reconocimiento de la ciudadanía.
Víctor Mendieta, quien vive en el municipio Cuautitlán Izcalli, Estado de México, afirmó que disfrutó el concierto, pues se interpretaron melodías con las que se identifican todos los mexicanos. “Prueba de ello es que los usuarios cantaron a coro ‘Cucurrucucu’, ‘México lindo y querido’, ‘Cuando el destino’, ‘Sabor a mí’ y ‘Echame a mí la culpa’, las cuales hacen que a cualquiera se le enchine el cuerpo", dijo.
Alejandro Ruiz y su esposa Bertha Mendieta comentaron que “no sabíamos que la Sedena tuviera un mariachi y la verdad nos sorprendieron con su calidad, qué bueno que vinieron a ofrecernos un rato de entretenimiento.
En el mismo tenor se expresó Ignacio Armenta, quien dijo: “Siempre es grato escuchar canciones de compositores reconocidos como José Alfredo Jiménez, Ferrusquilla, Tomás Méndez y lvaro Carrillo, por mencionar a algunos".
Por su parte, María Eugenia Rosales señaló que fue atinada la decisión de presentar al mariachi de la Sedena en la estación Buenavista del Tren Suburbano, “ya que muchos de nosotros pocas veces tenemos oportunidad de escuchar a músicos de primer nivel".
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Invitado- Invitado
Re: El Cuerpo de Musica Militar del Ejército Mexicano
quien diría que la sedena tuviera sus mariachis o_O esa si no me la sabia
Invitado- Invitado
Re: El Cuerpo de Musica Militar del Ejército Mexicano
existe en la ley organica del ejercito y fuerza aerea mexicanos un apartado donde menciona cuales son los considerados cuerpos especiales.
CUERPO DE GUARDIAS PRESIDENCIALES (CGP)CUERPO DE AEROTROPAS (BFP), POLICIA MILITAR Y MUSICA MILITAR.
en el cuerpo de musica militar esta compuesta por la orquesta filarmonica del ejercito y fam, el coro del ejercito y fam y el mariachi del ejercito y fam.
CUERPO DE GUARDIAS PRESIDENCIALES (CGP)CUERPO DE AEROTROPAS (BFP), POLICIA MILITAR Y MUSICA MILITAR.
en el cuerpo de musica militar esta compuesta por la orquesta filarmonica del ejercito y fam, el coro del ejercito y fam y el mariachi del ejercito y fam.
automan- Tropa/Marineria
- Cantidad de envíos : 101
Fecha de inscripción : 21/04/2013
Re: El Cuerpo de Musica Militar del Ejército Mexicano
De hecho estuvieron con muchos temas de música regional en el dia del ejercito pasado, junto con la orquesta, me acuerdo mucho que la orquesta y coro interpretaron la vida en rosa de Edith Piaf y Bohemian Rhapsody de Queen.
belze- Staff
- Cantidad de envíos : 6135
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: El Cuerpo de Musica Militar del Ejército Mexicano
y para los que tuvimos la oportunidad de estar en el CONCIERTO CIEN AÑOS DE LEALTAD INSTITUCIONAL en honor al ejercito mexicano, en aquella ocasion fue un deleite musical el evento, en compañia de sus contrapartes de la semar asi como la asistencia de nuestro presidente constitucional y los secretarios de estado.
automan- Tropa/Marineria
- Cantidad de envíos : 101
Fecha de inscripción : 21/04/2013
Re: El Cuerpo de Musica Militar del Ejército Mexicano
Efectivamente tambien tiene SEMAR su mariachi, su orquesta filarmonica, sus bandas de musica, un trio musical y su coro.
La música de Huitzilopochtli
Julieta González es una historiadora que sostiene que la música ayudó a construir nuestra identidad nacional, sobre todo aquella que interpretaban las bandas militares que colmaban los rincones de Xalapa con la metralla de las cornetas y el retumbar de centenares de tamborileros. Tanto era el estruendo que se llegó a sugerir que la trompetería debería ser un arma más en la artillería mexicana. Su libro La música en Xalapa durante el siglo XIX nos cuenta cómo en 1877, muchos años antes de caer, Porfirio Díaz ya era motivo de mofa en la obertura Si yo fuera rey. Aunque la pieza más aclamada era la Marcha de Porfirio Díaz, que era el deseo unánime de los hombres de bien y de los buenos patriotas. Y desde la capital veracruzana, los redobles bélicos recorren todo el mundo con una selección de las mejores marchas militares de todos los tiempos.
En un tris la corneta rompía la calma cuando lanzaba sus inapelables toques de guerra y todos los hombres acataban la Generala. Luego Marcha regular para pasar a la Marcha redoblada. Trote o paso veloz. Retirada o retreta. Cesar el fuego. Destacar guerrillas. Vanguardia. Retaguardia. Flancos. Inclinarse. Empeñarse. Persígase al enemigo. Carga o ataque. Formar en batalla. Formar en columna abierta. Formar en columna cerrada. Formar por compañías. Formar por mitades. Formar el cuadro. Formar la cadena. Pecho a tierra. Levantarse. Al hombro las armas. Descansen sobre las aras. Interrogación. Afirmación. Negación. Enemigos. Infantería. Caballería. Artillería. Infantería y Caballería. Poca fuerza. Mucha fuerza. El enemigo avanza. El enemigo está a pie firme. El enemigo se retira.
Sin importar cargo o arma, los combatientes debían conocerlos y diferenciarlos, detalla, con escrupulosidad, la historiadora Julieta González en su investigación La música en Xalapa durante el siglo XIX que dentro de pocas semanas aparecerá bajo el sello del Instituto Veracruzano de la Cultura.
González retoma el compendio que hizo el capitán Narciso Sort de Sans en 1825 y donde los toques de cuartel también abarcaban otras instrucciones para la tropa y oficiales: Oración. Misa. Orden. Ranchos. Llamada. Llamada para ejercicios. Llamada de cornetas. Llamada de sargentos. En cuanto a los toques particulares para la caballería, el militar mexicano enlistó: Marcha. Galope. Carga o Degüello. Grupos. A caballo. Dar agua o cebada y limpiar.
Esos Toques de ordenanza con la corneta para el ejército de la República de los Estados Unidos Mexicanos. Compuestos y uniformados de orden del supremo gobierno, —hallados por el investigador estadounidense John Koegel, quien los compartió generosamente con la autora—, son un preludio del papel del clima de guerra y desasosiego político que el país enfrentó durante gran parte del siglo XIX.
Se trata de un elaborado código que lo mismo prevenía que organizaba, preguntaba o mandaba, para desplazar las voces en cuello, ahogadas por el choque de los metales, el crepitar de los cascos de los caballos, el estallido de la pólvora, y daba orden y dirección a un gran número de combatientes en un peculiar concierto de fuego, sangre y valentía, tal y como han sido los acordes de Marte o los zumbidos de Huitzilopochtli, la música del campo de batalla, una sonora canción de guerra.
Pero esos sonoros avisos que podían enardecer los corazones militares, apesadumbraban a otras almas como las de aquellos que, en un texto publicado por El Oriente de Xalapa, el 19 de septiembre de 1826, pedían que las salvas de cañón y las descargas de fusilería de la tropa en las fiestas públicas se sustituyeran en todo el Estado de Veracruz por música de verdad.
En su “Fervorosísima plegaria, Acusticus, Timpani-feble, Oregi-blando, Auri-harmónico”, los autores de la rogativa sostenían que, con “el beneficio de un buen oído músico”, las cornetas y los clarines eran un “martirio del oído” que “mortifica en las poblaciones aún a los mismos sordos”. En este tono, rescata González, se sugirió que la “trompetería” podría ser “una cuarta arma” que se añadiría en la guerra a la artillería, infantería y caballería.
La plegaria fue respondida por un militar, quien consideró que el “rasposo chillido” de las cornetas sería más apto para “el uso de las guerrillas y para acompañar a los reverendos padres en el coro”. Aún así mencionó que su uso no dependía de los oficiales o jefes de guarnición, sino del Reglamento para cornetas y del artículo 25, título 5, tratado 6 de la Ordenanza. En efecto, el uso de la corneta para dar los toques de ordenanza al ejército estaba ampliamente sistematizado, los toques eran abundantes y todos los miembros de la milicia debían conocerlos.
Toques militares mexicanos Parte A
La música de la mexicanidad
Mientras se construía una identidad patria, en la música también hubo una búsqueda de “lo nacional” con no pocos vaivenes, ya que importaba más la función que la música cumplía, como exaltar el ánimo bélico, “Mexicanos al grito de guerra…”, que el tipo de repertorio, el contenido de las obras y hasta el origen mismo de los compositores, no hay que olvidar que el creador de nuestro himno nacional es un español llamado Jaime Nunó, oriundo de Gerona, Cataluña, y que, durante mucho tiempo, escasearon en el país músicos, doctores y maestros.
La idea de lo nacional, de lo que es “ser mexicano”, al ser variable, se ha reinventando en innumerables ocasiones hasta nuestros días, argumenta la autora. Por eso, durante buena parte del siglo XIX, la prensa incluyó entre sus páginas diversos remitidos de canciones o himnos patrióticos llenos de vehemencia y compuestos tanto por militares como por civiles. Se trata de “música nacionalista”, impulsada por situaciones en las que la soberanía nacional se vio en peligro, ya sea por guerras civiles o por invasiones extranjeras.
Heredera de una tradición de canciones patrióticas que se remonta a la Colonia, Xalapa dio frutos al respecto, como lo denotan piezas tales como la “Canción patriótica en el baile de los militares”, compuesta con motivo de la Jura de la Constitución Federal en 1824, de autor anónimo y conformada por el coro más seis estrofas. El “Himno dedicado por los jalapeños a la Brigada Negrete” de abril de 1858. O el “Himno patriótico”, cantado por las alumnas del Colegio de Xalapa en la celebración del 5 de mayo, de autor anónimo y conformado por el coro más seis estrofas.
Marchas Militares Mexicanas – Marcha Ejército Mexicano
Misas con cañonazos
Hasta fines de los años sesenta del siglo XIX, antes de que se desatara la guerra entre liberales y conservadores, las celebraciones cívicas fueron festividades conjuntas entre población, autoridades políticas, militares y eclesiásticas, en donde se reflejó la ambigua relación Iglesia–Estado que no era privativa de Xalapa sino del país entero.
Se trataba de una mutua dependencia donde los eclesiásticos participaban en las “juras” en la plaza y los militares terminaban sus desfiles en la iglesia parroquial con salvas de artillería en determinados momentos de la misa. Aunque a partir de 1852 el municipio de Xalapa aportó los fondos para ellas, la población continuó participando muy de cerca ya sea como parte de lo que se denominó “Junta Patriótica”, o bien con el adorno e iluminación de sus casas, discursos, poesías y música.
Ya en los decimonónicos años setenta dichas celebraciones se delimitaron más como cívicas y comenzaron a excluir de sus programas la “función religiosa”, mientras que, a su vez, las celebraciones religiosas se enfocaron en su propio calendario.
La Junta Patriótica la integraban personas de distintos sectores de la población por invitación del ayuntamiento local. Durante algunos años la Junta Patriótica organizó únicamente el festejo del día 16, pero en otros años sus tareas se extendieron a los días 11, 15, 16 y 27 de septiembre, así como el 4 de octubre.
También este organismo fue el encargado de recaudar las donaciones entre los distintos gremios y oficinas de la población —zapateros, comerciantes, farmacéuticos, correos—, así como de distribuir lo recaudado y rendir cuentas por escrito a través de su tesorero. Cuando el municipio aportó una cantidad de dinero que se completó con donaciones, o solventó totalmente los gastos de los festejos, el dinero fue distribuido por la Tesorería Municipal.
Uno de los elementos principales de estas celebraciones fue la banda militar del ejército acantonado en la ciudad. Dentro de las disposiciones del Congreso General en 1823, se decretó que “fueran 12 los batallones del ejército, con 825 plazas cada uno, teniendo 9 compañías, 1 coronel, 1 teniente coronel, 3 ayudantes, 1 pagador, 1 cirujano, 1 armero, concediendo 12 individuos para una música militar en cada batallón”. Edward Thornton Tayloe, quien visitó Xalapa en mayo de 1825 como secretario privado del primer embajador estadounidense en México. En esas crónicas de viaje afirma haber escuchado “una banda de cerca de treinta músicos” en la que “las trompetas y los tambores predominaban”.
La denominación “banda militar” hacía referencia, en realidad, a varias bandas, pues cada batallón tenía la propia y en Xalapa se acantonaban a los batallones que la región o el puerto de Veracruz necesitaban de acuerdo a las circunstancias políticas o bélicas del momento.
Aunque la presencia de la banda militar fue constante durante las décadas estudiadas, este ir y venir de batallones ocasionaba que en la ciudad se encontraran, por temporadas, varias bandas. Por ejemplo, en 1824 coincidieron en Xalapa la banda militar del 3er. y 11º Batallón así como la del Provincial de Zacatecas, mientras que en 1826 se ubicó a la de la Compañía de Granaderos del 4º Batallón. En la década de los cuarenta se siguió mencionando a la banda del 3er. Batallón, pero en 1845 se citó a “la música” del Batallón Activo de Puebla; a ello habría que agregar que en 1844 “los cuerpos que formaban el cantón este año fueron: el 2º, 3º, 4º y 11º de infantería, Oaxaca, Celaya, Lagos y Zacatecas, 7º ligero y 8º de caballería con el Escuadrón de Xalapa”. Durante los años cincuenta también se encontraron referencias diversas, como en 1851 a “la escogida banda de músicos que tenía el 7º Batallón que seguía residiendo en Xalapa”, o al año siguiente, durante los festejos del 16 de septiembre, a “las músicas del 3er. Batallón de línea y las de Guardia Nacional”, mientras que en el mismo festejo pero de 1857 participó la banda del Batallón Independencia Guardia Nacional.
Xalapa mantiene, en sus celebraciones cívicas, una continuidad histórica que se remonta
hasta los albores de la Independencia. Desde entonces las bandas militares recorren
gallardamente el corazón de la capital veracruzana. La imagen forma parte
desfile cívico militar del 5 de mayo de 2011.
Las serenatas de las bandas de guerra
Durante los años veinte y treinta del siglo XIX sí había una distinción clara entre “la banda” y “la música”. De acuerdo al uso de ambos términos, el de “banda” refería a lo que hoy llamamos banda de guerra, formada por cornetas o clarines —uno de los dos— y “cajas” —tambores—, la cual se encargaba de dar los toques militares, siendo el más común en festejos de este tipo la diana. Un ejemplo de esto es la banda que escuchó Tayloe en 1825 con predominio de trompetas y tambores.
El término “música”, en cambio, se refería más al conjunto formado por instrumentos de viento-madera, viento-metal y percusiones, es decir, el conjunto que hoy llamaríamos banda de música. Y este conjunto se encargaba de las serenatas y los recorridos por las principales calles.
De los años cuarenta en adelante las denominaciones fueron menos específicas, como las de “música militar”, “banda de música” o “las músicas”. Aunque generalmente el término banda militar se refirió al conjunto completo —la “música” en los años veinte y treinta—, la única manera de distinguir a qué ensamble se alude, es de acuerdo al contexto que se refiere. Con una u otra denominación, sus actividades consistieron en distintas labores al aire libre, tales como encabezar un desfile, acompañar a autoridades de un lugar a otro, tocar mientras se hacían salvas de artillería —es decir, “solemnizar” el acto—, ofrecer una serenata o recorrer las principales calles tocando.
Lugares públicos como la Plaza de la Constitución —donde hoy está el Mercado Jáuregui—, la Plaza Principal, el Cuartel de San José o el Paseo de los Berros eran los sitios donde la banda militar ofrecía las serenatas. Y en ocasiones se presentó la banda de un solo batallón, pero en otras se unieron o alternaron las de varios batallones. Su duración promedio fue de dos horas por la noche, de las siete a las nueve en los años cercanos a la Independencia y después cada vez más tarde: de las ocho las diez o hasta las once de la noche. Estas serenatas podían ser el festejo en sí mismo o el colofón de una celebración más grande que, a veces, duraba hasta tres días completos. La gente se acomodaba alrededor de la banda a escuchar, mientras las damas de las casas cercanas lo hacían desde sus balcones.
Hacia los años sesenta y setenta la banda militar no se limitó a las actividades al aire libre, sino que comenzó a presentarse también en lugares “cerrados”. Un buen ejemplo es que las serenatas se extendieron a los salones a manera de preámbulo de los bailes, como en el Casino Jalapeño, cuando “la banda militar del batallón 3º de línea, situado en uno de los corredores bajos, despedía estrepitosas armonías, amenizando y dando tiempo a que la concurrencia se fuera reuniendo, para que comenzara el baile”, como consignó El Negador de Xalapa, el 9 de septiembre de 1877, en un artículo titulado “Baile en el Casino Jalapeño”.
Banda de guerra del Heroico Colegio Militar
Fiesteros
En 1834 el Congreso del Estado de Veracruz dictaminó que “por el Decreto número 67 se redujeran las fiestas cívicas del Estado únicamente al 16 de Septiembre”. No obstante, antes y después de este decreto las celebraciones cívicas fueron muchas más que la fecha mencionada.
Durante la República Restaurada, el calendario de fiestas cívicas contemplaba el primero de enero para celebrar el trabajo.
El 5 de febrero como aniversario de la Constitución de 1857.
El 11 de abril sería la fiesta de la Reforma.
Cada 16 de septiembre para celebrar el inicio de la Independencia.
Y el 2 de noviembre como día de la agricultura, como refiere el historiador Daniel Cosío Villegas en el texto “La República Restaurada. La vida social”, incluido en el tercer volumen de Historia Moderna de México, editado por Hermes.
Si se miran estas fechas en retrospectiva, se podría considerar que tanto el 5 de febrero como el 16 de septiembre se consolidaron como celebraciones constantes hasta nuestros días, mientras que la conmemoración del trabajo se cambió al 1º de mayo, y el 11 de abril y 2 de noviembre resultaron prescindibles.
Los fondos con que se cubrieron los gastos de las celebraciones cívicas entre 1824 y 1851 provinieron tanto del Ayuntamiento como de donaciones que se recabaron entre la población. Durante algunos años se optó también por aplicar un impuesto al aguardiente, ingreso que se destinó para la celebración del 16 de septiembre.
El Gobernador Miguel Palacio decretó en 1852 que “el gasto que ocasionen las festividades nacionales, será satisfecho por los fondos municipales de las poblaciones donde se celebren aquéllas”, lo cual no representó mayores cambios en relación a la estructura y lucimiento de las mismas.
En ocasiones, el cielo es el límite para la imaginación de los participantes de los desfiles cívicos militares de Xalapa. A la rigidez estética del ejército y la marina, los xalapeños se tornan modernos guerreros aztecas de una neobigbangintergaláctica. En efecto, la imagen es de este año, ellos y ellas llegaron desde una lejana galaxia para conmemorar el triunfo de Zaragoza sobre las tropas invasoras francesas.
Los chescos de la banda
La Junta Patriótica destinó generalmente una cantidad económica para los servicios de la banda militar en las celebraciones cívicas, pago que se empleó en “gratificación y refresco”.
Mientras en otras ciudades del país el “refresco” consistía en un “agasajo de bebidas, dulces y chocolates”, en Xalapa —al menos en 1843— incluyó: un platón con aceitunas y otro con “chiles curtidos a los vinagres”, queso añejo, botellas de vino jerez y catalán, pan francés y bizcochos de masa fina.
De esta manera, dicha asistencia variaba de acuerdo a las circunstancias y al presupuesto disponible. En las primeras décadas de vida independiente con frecuencia fue un monto muy pequeño en proporción a los demás gastos, pero a partir de los años cincuenta aumentó considerablemente e inclusive se pagaron los servicios de la banda por separado dentro de una misma celebración —por ejemplo, por la serenata y por tocar en el baile—.
La gratificación se concibió en un principio como una concesión o situación extra que podía darse o no, independientemente del refresco que se les ofreciera, pero después fue un gasto fijo que se daba por sentado y que se incluía en la planeación de egresos.
El 16 de septiembre de 1843, como se consigna en el Archivo Histórico Municipal de Xalapa, se gastaron $100 pesos en fuegos artificiales, $60 en la función de iglesia y $35 en un globo aerostático, pero nada más se destinaron $7.72 para la banda. En contraste, durante 1859 se pagaron en total $65 pesos a la banda por la serenata y baile de los días 16 y 27 de septiembre, $59 por la función de iglesia y alrededor de $100 en el baile.
Durante 1843 participaron dos bandas en los festejos del 16 de septiembre: la del 3er. Regimiento bajo el mando de Andrés Escamilla, la cual amenizó el festejo en los corredores de las Casas Consistoriales y otra que estuvo a cargo de José María Ochoa. Para ello, la Junta Patriótica destinó una pequeña cantidad para “obsequiar” con un refresco a las bandas, pero el dinero se entregó nada más a José María Ochoa.
Al día siguiente, Andrés Escamilla del 3er. Regimiento reclamó su gratificación con el argumento de que el año anterior se había gratificado su servicio. Días después, el solicitante recibió una gratificación de diez pesos para su banda por los servicios en la celebración del día 16. Independientemente de la cantidad que se le entregó, situaciones como ésta ejemplifican el lugar que las bandas militares fueron ganando paulatinamente en la sociedad conforme transcurrió el siglo XIX.
Familias enteras y xalapeños de todas las edades participan o presencian los desfiles del 5 de mayo, tal y como se aprecia en esta imagen de este año con la catedral como telón de fondo.
Si Don Porfirio fuera rey…
Aunque no se tienen datos específicos sobre las obras interpretadas por las bandas militares, a excepción de “la nunca olvidada y eterna Marcha de Bravo”, se tiene el registro del repertorio que se tocó en la serenata de la noche del 15 de septiembre de 1877 y que publicó cinco días después El Negador de Xalapa. Aunque en sentido figurado, el diario de manera osada criticaba al déspota oaxaqueño:
Serenata la noche del 15
Según El Federalista, los títulos de las piezas que tocaron las bandas militares la noche del aniversario del general de generales, son otras tantas alegorías simbólicas:
Marcha Nacional, una ironía, porque la Nación no marcha sino a su desprestigio y a su ruina.
Obertura, Si yo fuera rey, lo que quiere decir que si D. Porfirio fuera rey no obraría de modo distinto que lo hace siendo dictador.
Marcha del Profeta, en decir de D. Juan Méndez que le ha profetizado que pronto se marchará con la música a otra parte.
Lucia, Bouquet, alusión al bouquet de flores inodoras e incoloras que forman el actual gabinete.
Los Sonidos del Main, celada pérfida para que luzca D. Porfirio sus conocimientos geográficos preguntando qué clase de bicho es ese Main.
Marcha de Porfirio Díaz, deseo unánime de los hombres de bien y de los buenos patriotas.
Obertura de Nabucodonosor, trasformación en cuadrúpedos de los bípedos del ministerio.
“La crítica al gobierno de Porfirio Díaz mediante títulos de obras para banda militar, denota la existencia de un entorno musical del dominio público que permitía a los lectores comprender inmediatamente las alegorías o metáforas utilizadas”, considera González. “Indica que tanto la banda como un conjunto de obras para ella formaban parte de su ámbito cultural, de su saber cotidiano. Por su parte, el vínculo en el texto entre política y música nos remite al uso mismo de la banda militar en las fiestas nacionales, que se orientó más bien a satisfacer la necesidad política de solemnizar ciertos hechos”.
La voz de Porfirio Díaz felicitando a Thomas Alva Edison
Jalapa girls
Teniendo en cuenta este contexto, conviene dimensionar el vínculo entre las celebraciones cívicas y las circunstancias políticas que vivió el país en diferentes momentos. Durante la ocupación norteamericana que inició en 1846 —el Congreso de Estados Unidos había declarado formalmente la guerra a México desde el 13 de mayo—, las tropas ya habían ocupado el territorio de Tamaulipas y Nuevo León, y el puerto de Veracruz se encontraba bloqueado por la armada americana. No obstante, en Xalapa se festejaron solemnemente el 16 de septiembre y el 4 de octubre con repique de campanas, salvas de artillería, misa de gracias, paseo cívico acompañado de la banda militar, oración cívica, iluminación nocturna, serenata y fuegos artificiales. Pareciera que la fiesta le ganaba a la sensatez y los gringos jamás avanzarían ni acabarían con la alegría.
Y fue precisamente en esa invasión cuando se realizaron obras musicales relacionadas con Xalapa por parte de los mismos militares norteamericanos que participaron en la confrontación.
Una de ellas fue el vals Jalapa de J. A. G’Schwend, que tocaba la 2ª Banda de Artillería de los Estados Unidos de Norteamérica, y que fue publicado en 1851 por F. D. Benteen en Baltimore. Otra obra fue una canción para voces masculinas y piano llamada Jalapa Girls, cuya letra alude a la belleza de las xalapeñas y a la tristeza por la inminente partida. Dicha obra fue publicada en 1849 por W. C. Peters en Louisville, Kentucky. Ambas partituras fueron halladas por Koegel, quien además de ser un reputado historiador es el editor del Journal of the Society for American Music y autor del libro Mexican Musical Theater in Los Angeles, 1910-1940. Las partituras están bajo el resguardo de la Biblioteca del Congreso y en las dos se puede hallar la nostalgia del invasor que termina siendo conquistado por el fulgor que hay en todos los ojos de las mexicanas.
FUENTE:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
En un tris la corneta rompía la calma cuando lanzaba sus inapelables toques de guerra y todos los hombres acataban la Generala. Luego Marcha regular para pasar a la Marcha redoblada. Trote o paso veloz. Retirada o retreta. Cesar el fuego. Destacar guerrillas. Vanguardia. Retaguardia. Flancos. Inclinarse. Empeñarse. Persígase al enemigo. Carga o ataque. Formar en batalla. Formar en columna abierta. Formar en columna cerrada. Formar por compañías. Formar por mitades. Formar el cuadro. Formar la cadena. Pecho a tierra. Levantarse. Al hombro las armas. Descansen sobre las aras. Interrogación. Afirmación. Negación. Enemigos. Infantería. Caballería. Artillería. Infantería y Caballería. Poca fuerza. Mucha fuerza. El enemigo avanza. El enemigo está a pie firme. El enemigo se retira.
Sin importar cargo o arma, los combatientes debían conocerlos y diferenciarlos, detalla, con escrupulosidad, la historiadora Julieta González en su investigación La música en Xalapa durante el siglo XIX que dentro de pocas semanas aparecerá bajo el sello del Instituto Veracruzano de la Cultura.
González retoma el compendio que hizo el capitán Narciso Sort de Sans en 1825 y donde los toques de cuartel también abarcaban otras instrucciones para la tropa y oficiales: Oración. Misa. Orden. Ranchos. Llamada. Llamada para ejercicios. Llamada de cornetas. Llamada de sargentos. En cuanto a los toques particulares para la caballería, el militar mexicano enlistó: Marcha. Galope. Carga o Degüello. Grupos. A caballo. Dar agua o cebada y limpiar.
Esos Toques de ordenanza con la corneta para el ejército de la República de los Estados Unidos Mexicanos. Compuestos y uniformados de orden del supremo gobierno, —hallados por el investigador estadounidense John Koegel, quien los compartió generosamente con la autora—, son un preludio del papel del clima de guerra y desasosiego político que el país enfrentó durante gran parte del siglo XIX.
Se trata de un elaborado código que lo mismo prevenía que organizaba, preguntaba o mandaba, para desplazar las voces en cuello, ahogadas por el choque de los metales, el crepitar de los cascos de los caballos, el estallido de la pólvora, y daba orden y dirección a un gran número de combatientes en un peculiar concierto de fuego, sangre y valentía, tal y como han sido los acordes de Marte o los zumbidos de Huitzilopochtli, la música del campo de batalla, una sonora canción de guerra.
Pero esos sonoros avisos que podían enardecer los corazones militares, apesadumbraban a otras almas como las de aquellos que, en un texto publicado por El Oriente de Xalapa, el 19 de septiembre de 1826, pedían que las salvas de cañón y las descargas de fusilería de la tropa en las fiestas públicas se sustituyeran en todo el Estado de Veracruz por música de verdad.
En su “Fervorosísima plegaria, Acusticus, Timpani-feble, Oregi-blando, Auri-harmónico”, los autores de la rogativa sostenían que, con “el beneficio de un buen oído músico”, las cornetas y los clarines eran un “martirio del oído” que “mortifica en las poblaciones aún a los mismos sordos”. En este tono, rescata González, se sugirió que la “trompetería” podría ser “una cuarta arma” que se añadiría en la guerra a la artillería, infantería y caballería.
La plegaria fue respondida por un militar, quien consideró que el “rasposo chillido” de las cornetas sería más apto para “el uso de las guerrillas y para acompañar a los reverendos padres en el coro”. Aún así mencionó que su uso no dependía de los oficiales o jefes de guarnición, sino del Reglamento para cornetas y del artículo 25, título 5, tratado 6 de la Ordenanza. En efecto, el uso de la corneta para dar los toques de ordenanza al ejército estaba ampliamente sistematizado, los toques eran abundantes y todos los miembros de la milicia debían conocerlos.
Toques militares mexicanos Parte A
La música de la mexicanidad
Mientras se construía una identidad patria, en la música también hubo una búsqueda de “lo nacional” con no pocos vaivenes, ya que importaba más la función que la música cumplía, como exaltar el ánimo bélico, “Mexicanos al grito de guerra…”, que el tipo de repertorio, el contenido de las obras y hasta el origen mismo de los compositores, no hay que olvidar que el creador de nuestro himno nacional es un español llamado Jaime Nunó, oriundo de Gerona, Cataluña, y que, durante mucho tiempo, escasearon en el país músicos, doctores y maestros.
La idea de lo nacional, de lo que es “ser mexicano”, al ser variable, se ha reinventando en innumerables ocasiones hasta nuestros días, argumenta la autora. Por eso, durante buena parte del siglo XIX, la prensa incluyó entre sus páginas diversos remitidos de canciones o himnos patrióticos llenos de vehemencia y compuestos tanto por militares como por civiles. Se trata de “música nacionalista”, impulsada por situaciones en las que la soberanía nacional se vio en peligro, ya sea por guerras civiles o por invasiones extranjeras.
Heredera de una tradición de canciones patrióticas que se remonta a la Colonia, Xalapa dio frutos al respecto, como lo denotan piezas tales como la “Canción patriótica en el baile de los militares”, compuesta con motivo de la Jura de la Constitución Federal en 1824, de autor anónimo y conformada por el coro más seis estrofas. El “Himno dedicado por los jalapeños a la Brigada Negrete” de abril de 1858. O el “Himno patriótico”, cantado por las alumnas del Colegio de Xalapa en la celebración del 5 de mayo, de autor anónimo y conformado por el coro más seis estrofas.
Marchas Militares Mexicanas – Marcha Ejército Mexicano
Misas con cañonazos
Hasta fines de los años sesenta del siglo XIX, antes de que se desatara la guerra entre liberales y conservadores, las celebraciones cívicas fueron festividades conjuntas entre población, autoridades políticas, militares y eclesiásticas, en donde se reflejó la ambigua relación Iglesia–Estado que no era privativa de Xalapa sino del país entero.
Se trataba de una mutua dependencia donde los eclesiásticos participaban en las “juras” en la plaza y los militares terminaban sus desfiles en la iglesia parroquial con salvas de artillería en determinados momentos de la misa. Aunque a partir de 1852 el municipio de Xalapa aportó los fondos para ellas, la población continuó participando muy de cerca ya sea como parte de lo que se denominó “Junta Patriótica”, o bien con el adorno e iluminación de sus casas, discursos, poesías y música.
Ya en los decimonónicos años setenta dichas celebraciones se delimitaron más como cívicas y comenzaron a excluir de sus programas la “función religiosa”, mientras que, a su vez, las celebraciones religiosas se enfocaron en su propio calendario.
La Junta Patriótica la integraban personas de distintos sectores de la población por invitación del ayuntamiento local. Durante algunos años la Junta Patriótica organizó únicamente el festejo del día 16, pero en otros años sus tareas se extendieron a los días 11, 15, 16 y 27 de septiembre, así como el 4 de octubre.
También este organismo fue el encargado de recaudar las donaciones entre los distintos gremios y oficinas de la población —zapateros, comerciantes, farmacéuticos, correos—, así como de distribuir lo recaudado y rendir cuentas por escrito a través de su tesorero. Cuando el municipio aportó una cantidad de dinero que se completó con donaciones, o solventó totalmente los gastos de los festejos, el dinero fue distribuido por la Tesorería Municipal.
Uno de los elementos principales de estas celebraciones fue la banda militar del ejército acantonado en la ciudad. Dentro de las disposiciones del Congreso General en 1823, se decretó que “fueran 12 los batallones del ejército, con 825 plazas cada uno, teniendo 9 compañías, 1 coronel, 1 teniente coronel, 3 ayudantes, 1 pagador, 1 cirujano, 1 armero, concediendo 12 individuos para una música militar en cada batallón”. Edward Thornton Tayloe, quien visitó Xalapa en mayo de 1825 como secretario privado del primer embajador estadounidense en México. En esas crónicas de viaje afirma haber escuchado “una banda de cerca de treinta músicos” en la que “las trompetas y los tambores predominaban”.
La denominación “banda militar” hacía referencia, en realidad, a varias bandas, pues cada batallón tenía la propia y en Xalapa se acantonaban a los batallones que la región o el puerto de Veracruz necesitaban de acuerdo a las circunstancias políticas o bélicas del momento.
Aunque la presencia de la banda militar fue constante durante las décadas estudiadas, este ir y venir de batallones ocasionaba que en la ciudad se encontraran, por temporadas, varias bandas. Por ejemplo, en 1824 coincidieron en Xalapa la banda militar del 3er. y 11º Batallón así como la del Provincial de Zacatecas, mientras que en 1826 se ubicó a la de la Compañía de Granaderos del 4º Batallón. En la década de los cuarenta se siguió mencionando a la banda del 3er. Batallón, pero en 1845 se citó a “la música” del Batallón Activo de Puebla; a ello habría que agregar que en 1844 “los cuerpos que formaban el cantón este año fueron: el 2º, 3º, 4º y 11º de infantería, Oaxaca, Celaya, Lagos y Zacatecas, 7º ligero y 8º de caballería con el Escuadrón de Xalapa”. Durante los años cincuenta también se encontraron referencias diversas, como en 1851 a “la escogida banda de músicos que tenía el 7º Batallón que seguía residiendo en Xalapa”, o al año siguiente, durante los festejos del 16 de septiembre, a “las músicas del 3er. Batallón de línea y las de Guardia Nacional”, mientras que en el mismo festejo pero de 1857 participó la banda del Batallón Independencia Guardia Nacional.
Xalapa mantiene, en sus celebraciones cívicas, una continuidad histórica que se remonta
hasta los albores de la Independencia. Desde entonces las bandas militares recorren
gallardamente el corazón de la capital veracruzana. La imagen forma parte
desfile cívico militar del 5 de mayo de 2011.
Las serenatas de las bandas de guerra
Durante los años veinte y treinta del siglo XIX sí había una distinción clara entre “la banda” y “la música”. De acuerdo al uso de ambos términos, el de “banda” refería a lo que hoy llamamos banda de guerra, formada por cornetas o clarines —uno de los dos— y “cajas” —tambores—, la cual se encargaba de dar los toques militares, siendo el más común en festejos de este tipo la diana. Un ejemplo de esto es la banda que escuchó Tayloe en 1825 con predominio de trompetas y tambores.
El término “música”, en cambio, se refería más al conjunto formado por instrumentos de viento-madera, viento-metal y percusiones, es decir, el conjunto que hoy llamaríamos banda de música. Y este conjunto se encargaba de las serenatas y los recorridos por las principales calles.
De los años cuarenta en adelante las denominaciones fueron menos específicas, como las de “música militar”, “banda de música” o “las músicas”. Aunque generalmente el término banda militar se refirió al conjunto completo —la “música” en los años veinte y treinta—, la única manera de distinguir a qué ensamble se alude, es de acuerdo al contexto que se refiere. Con una u otra denominación, sus actividades consistieron en distintas labores al aire libre, tales como encabezar un desfile, acompañar a autoridades de un lugar a otro, tocar mientras se hacían salvas de artillería —es decir, “solemnizar” el acto—, ofrecer una serenata o recorrer las principales calles tocando.
Lugares públicos como la Plaza de la Constitución —donde hoy está el Mercado Jáuregui—, la Plaza Principal, el Cuartel de San José o el Paseo de los Berros eran los sitios donde la banda militar ofrecía las serenatas. Y en ocasiones se presentó la banda de un solo batallón, pero en otras se unieron o alternaron las de varios batallones. Su duración promedio fue de dos horas por la noche, de las siete a las nueve en los años cercanos a la Independencia y después cada vez más tarde: de las ocho las diez o hasta las once de la noche. Estas serenatas podían ser el festejo en sí mismo o el colofón de una celebración más grande que, a veces, duraba hasta tres días completos. La gente se acomodaba alrededor de la banda a escuchar, mientras las damas de las casas cercanas lo hacían desde sus balcones.
Hacia los años sesenta y setenta la banda militar no se limitó a las actividades al aire libre, sino que comenzó a presentarse también en lugares “cerrados”. Un buen ejemplo es que las serenatas se extendieron a los salones a manera de preámbulo de los bailes, como en el Casino Jalapeño, cuando “la banda militar del batallón 3º de línea, situado en uno de los corredores bajos, despedía estrepitosas armonías, amenizando y dando tiempo a que la concurrencia se fuera reuniendo, para que comenzara el baile”, como consignó El Negador de Xalapa, el 9 de septiembre de 1877, en un artículo titulado “Baile en el Casino Jalapeño”.
Banda de guerra del Heroico Colegio Militar
Fiesteros
En 1834 el Congreso del Estado de Veracruz dictaminó que “por el Decreto número 67 se redujeran las fiestas cívicas del Estado únicamente al 16 de Septiembre”. No obstante, antes y después de este decreto las celebraciones cívicas fueron muchas más que la fecha mencionada.
Durante la República Restaurada, el calendario de fiestas cívicas contemplaba el primero de enero para celebrar el trabajo.
El 5 de febrero como aniversario de la Constitución de 1857.
El 11 de abril sería la fiesta de la Reforma.
Cada 16 de septiembre para celebrar el inicio de la Independencia.
Y el 2 de noviembre como día de la agricultura, como refiere el historiador Daniel Cosío Villegas en el texto “La República Restaurada. La vida social”, incluido en el tercer volumen de Historia Moderna de México, editado por Hermes.
Si se miran estas fechas en retrospectiva, se podría considerar que tanto el 5 de febrero como el 16 de septiembre se consolidaron como celebraciones constantes hasta nuestros días, mientras que la conmemoración del trabajo se cambió al 1º de mayo, y el 11 de abril y 2 de noviembre resultaron prescindibles.
Los fondos con que se cubrieron los gastos de las celebraciones cívicas entre 1824 y 1851 provinieron tanto del Ayuntamiento como de donaciones que se recabaron entre la población. Durante algunos años se optó también por aplicar un impuesto al aguardiente, ingreso que se destinó para la celebración del 16 de septiembre.
El Gobernador Miguel Palacio decretó en 1852 que “el gasto que ocasionen las festividades nacionales, será satisfecho por los fondos municipales de las poblaciones donde se celebren aquéllas”, lo cual no representó mayores cambios en relación a la estructura y lucimiento de las mismas.
En ocasiones, el cielo es el límite para la imaginación de los participantes de los desfiles cívicos militares de Xalapa. A la rigidez estética del ejército y la marina, los xalapeños se tornan modernos guerreros aztecas de una neobigbangintergaláctica. En efecto, la imagen es de este año, ellos y ellas llegaron desde una lejana galaxia para conmemorar el triunfo de Zaragoza sobre las tropas invasoras francesas.
Los chescos de la banda
La Junta Patriótica destinó generalmente una cantidad económica para los servicios de la banda militar en las celebraciones cívicas, pago que se empleó en “gratificación y refresco”.
Mientras en otras ciudades del país el “refresco” consistía en un “agasajo de bebidas, dulces y chocolates”, en Xalapa —al menos en 1843— incluyó: un platón con aceitunas y otro con “chiles curtidos a los vinagres”, queso añejo, botellas de vino jerez y catalán, pan francés y bizcochos de masa fina.
De esta manera, dicha asistencia variaba de acuerdo a las circunstancias y al presupuesto disponible. En las primeras décadas de vida independiente con frecuencia fue un monto muy pequeño en proporción a los demás gastos, pero a partir de los años cincuenta aumentó considerablemente e inclusive se pagaron los servicios de la banda por separado dentro de una misma celebración —por ejemplo, por la serenata y por tocar en el baile—.
La gratificación se concibió en un principio como una concesión o situación extra que podía darse o no, independientemente del refresco que se les ofreciera, pero después fue un gasto fijo que se daba por sentado y que se incluía en la planeación de egresos.
El 16 de septiembre de 1843, como se consigna en el Archivo Histórico Municipal de Xalapa, se gastaron $100 pesos en fuegos artificiales, $60 en la función de iglesia y $35 en un globo aerostático, pero nada más se destinaron $7.72 para la banda. En contraste, durante 1859 se pagaron en total $65 pesos a la banda por la serenata y baile de los días 16 y 27 de septiembre, $59 por la función de iglesia y alrededor de $100 en el baile.
Durante 1843 participaron dos bandas en los festejos del 16 de septiembre: la del 3er. Regimiento bajo el mando de Andrés Escamilla, la cual amenizó el festejo en los corredores de las Casas Consistoriales y otra que estuvo a cargo de José María Ochoa. Para ello, la Junta Patriótica destinó una pequeña cantidad para “obsequiar” con un refresco a las bandas, pero el dinero se entregó nada más a José María Ochoa.
Al día siguiente, Andrés Escamilla del 3er. Regimiento reclamó su gratificación con el argumento de que el año anterior se había gratificado su servicio. Días después, el solicitante recibió una gratificación de diez pesos para su banda por los servicios en la celebración del día 16. Independientemente de la cantidad que se le entregó, situaciones como ésta ejemplifican el lugar que las bandas militares fueron ganando paulatinamente en la sociedad conforme transcurrió el siglo XIX.
Familias enteras y xalapeños de todas las edades participan o presencian los desfiles del 5 de mayo, tal y como se aprecia en esta imagen de este año con la catedral como telón de fondo.
Si Don Porfirio fuera rey…
Aunque no se tienen datos específicos sobre las obras interpretadas por las bandas militares, a excepción de “la nunca olvidada y eterna Marcha de Bravo”, se tiene el registro del repertorio que se tocó en la serenata de la noche del 15 de septiembre de 1877 y que publicó cinco días después El Negador de Xalapa. Aunque en sentido figurado, el diario de manera osada criticaba al déspota oaxaqueño:
Serenata la noche del 15
Según El Federalista, los títulos de las piezas que tocaron las bandas militares la noche del aniversario del general de generales, son otras tantas alegorías simbólicas:
Marcha Nacional, una ironía, porque la Nación no marcha sino a su desprestigio y a su ruina.
Obertura, Si yo fuera rey, lo que quiere decir que si D. Porfirio fuera rey no obraría de modo distinto que lo hace siendo dictador.
Marcha del Profeta, en decir de D. Juan Méndez que le ha profetizado que pronto se marchará con la música a otra parte.
Lucia, Bouquet, alusión al bouquet de flores inodoras e incoloras que forman el actual gabinete.
Los Sonidos del Main, celada pérfida para que luzca D. Porfirio sus conocimientos geográficos preguntando qué clase de bicho es ese Main.
Marcha de Porfirio Díaz, deseo unánime de los hombres de bien y de los buenos patriotas.
Obertura de Nabucodonosor, trasformación en cuadrúpedos de los bípedos del ministerio.
“La crítica al gobierno de Porfirio Díaz mediante títulos de obras para banda militar, denota la existencia de un entorno musical del dominio público que permitía a los lectores comprender inmediatamente las alegorías o metáforas utilizadas”, considera González. “Indica que tanto la banda como un conjunto de obras para ella formaban parte de su ámbito cultural, de su saber cotidiano. Por su parte, el vínculo en el texto entre política y música nos remite al uso mismo de la banda militar en las fiestas nacionales, que se orientó más bien a satisfacer la necesidad política de solemnizar ciertos hechos”.
La voz de Porfirio Díaz felicitando a Thomas Alva Edison
Jalapa girls
Teniendo en cuenta este contexto, conviene dimensionar el vínculo entre las celebraciones cívicas y las circunstancias políticas que vivió el país en diferentes momentos. Durante la ocupación norteamericana que inició en 1846 —el Congreso de Estados Unidos había declarado formalmente la guerra a México desde el 13 de mayo—, las tropas ya habían ocupado el territorio de Tamaulipas y Nuevo León, y el puerto de Veracruz se encontraba bloqueado por la armada americana. No obstante, en Xalapa se festejaron solemnemente el 16 de septiembre y el 4 de octubre con repique de campanas, salvas de artillería, misa de gracias, paseo cívico acompañado de la banda militar, oración cívica, iluminación nocturna, serenata y fuegos artificiales. Pareciera que la fiesta le ganaba a la sensatez y los gringos jamás avanzarían ni acabarían con la alegría.
Y fue precisamente en esa invasión cuando se realizaron obras musicales relacionadas con Xalapa por parte de los mismos militares norteamericanos que participaron en la confrontación.
Una de ellas fue el vals Jalapa de J. A. G’Schwend, que tocaba la 2ª Banda de Artillería de los Estados Unidos de Norteamérica, y que fue publicado en 1851 por F. D. Benteen en Baltimore. Otra obra fue una canción para voces masculinas y piano llamada Jalapa Girls, cuya letra alude a la belleza de las xalapeñas y a la tristeza por la inminente partida. Dicha obra fue publicada en 1849 por W. C. Peters en Louisville, Kentucky. Ambas partituras fueron halladas por Koegel, quien además de ser un reputado historiador es el editor del Journal of the Society for American Music y autor del libro Mexican Musical Theater in Los Angeles, 1910-1940. Las partituras están bajo el resguardo de la Biblioteca del Congreso y en las dos se puede hallar la nostalgia del invasor que termina siendo conquistado por el fulgor que hay en todos los ojos de las mexicanas.
FUENTE:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Invitado- Invitado
Re: El Cuerpo de Musica Militar del Ejército Mexicano
Vaya una publicacion interesante y con un tema que muy pocos conocen actualmente
CaballeroDelMar- Staff
- Cantidad de envíos : 1397
Fecha de inscripción : 16/03/2012 Edad : 39
Cuerpo de Musica Militar.
Mariachi Sedena.
Son 18 músicos de carrera que se hicieron militares para lograr el sueño que como artistas no habían alcanzado en el ámbito civil. Creado en 2002, este grupo musical ameniza eventos oficiales, pero de ninguna manera representa un conjunto típico
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Decenas de soldados rasos forman nutridas hileras verdes. Ante la promesa de que un mariachi les iluminará el día, los cabos permanecen inamovibles, silenciosos y disciplinados. Al aparecer el grupo musical, las cantantes hermosean a tal grado el paso del conjunto que un envalentonado deja escapar su espontaneidad de entre las filas: “¡Mamacita!”.
Una mujer, soprano por la tesitura de su voz, respira profundo, ladea el sombrero de charro que porta en su cabeza, se da la media vuelta y serpentea entre la formación administrando elegancia en sus movimientos. Ordena mirando al horizonte, casi sobre la cabeza del indisciplinado: “¡Soldado, presente grado y nombre, está usted suspendido!”.
Un murmullo de sorpresa despeina aquellas hileras verdes, como si el viento acariciara las hebras de un campo. La confusión va y viene entre los rostros de aquellos hombres, los soldados, quienes no se enteran hasta pasada la primera ronda de canciones que los integrantes del Mariachi Sedena (Secretaría de la Defensa Nacional) son también militares y que la bella intérprete es nada menos que su superior, una teniente, teniente músico, para ser exactos.
“El público se sorprende mucho con nosotros; somos un impacto. Primero, porque nuestro mariachi tiene 18 elementos; segundo, porque se enteran que somos militares y se quedan perplejos: ‘A ver, ¿cómo estuvo eso?’, dicen. También cuando saben que somos de la Sedena, la gente aprecia y respeta mucho la institución”, dice Blanca Cecilia Pérez.
Ciertamente este grupo es, a todas luces, impresionante. Son seis ejecutantes de violín, tres de trompeta, uno de arpa, otros tres con una vihuela, un guitarrón y una guitarra cada uno, además de cinco cantantes, dos de ellos varones y tres mujeres. Todos impecablemente vestidos de casimir inglés verde botella, con la imagen de un guerrero azteca dorado bordado en la espalda y en los motivos de su botonadura, además de sus zapatos de charol verde.
El porte los distingue, a contrapelo de la tradición que acompaña este género musical, ninguno supera el 28 por ciento en su masa corporal: el reglamento militar les exige mantenerse en forma, así que en ocasiones, antes de cada ensayo, juegan basquetbol y algunos más entrenan en gimnasio.
Todos ellos provienen del medio civil, lo cual quiere decir que ya contaban con una trayectoria musical antes de integrarse a las filas del Ejército. Al convertirse en militares reciben diferentes tipos de adiestramiento, por ejemplo, de tiro, pues en caso necesario estarían obligados a sustituir su instrumento por un arma, para defender a la patria.
“Cuando no andamos de mariachis andamos con uniforme militar, entramos y salimos de las instalaciones de la Defensa Nacional como oficinistas; tenemos horarios específicos en nuestro lugar de ensayo, que está en la Escuela Militar de Odontología. Ahí pasamos lista, damos novedades, ensayamos, al terminar nos vestimos de francos y nos vamos a nuestra casa o nos ponemos a disposición”, dice el teniente músico, Rafael Antonio Mateus.
DE TLAPACOYA A LAS ARMAS
Como dice Álvaro Mora Mota, “no por ser militares no son sensibles, somos seres humanos”. Cada vez que se paran en un escenario en su sonido desemboca la historia de cada uno. Él mismo, por ejemplo, trae lo músico de al menos dos generaciones. En Tlapacoya, Veracruz, no había más que ir con don Elías, un violinista que lideraba el único grupo musical del pueblo y que armaba tremendos bailes. “Conforme crecían sus hijos, mi abuelo paterno les atravesaba un instrumento, y a mi papá le tocó la batería.
“Mi papá, Álvaro se llamaba también, junto con mis tíos formó un mariachi y se vinieron todos a la Ciudad de México, a Garibaldi para ser precisos, por ahí de 1967. Yo puedo decir orgullosamente que desde que nací vivo de Garibaldi”, señala.
Álvaro Mora, el coordinador musical del Mariachi Sedena, y su hermano José, conforman la generación que asume la música desde la academia, el militar estudió con músicos particulares, extranjeros en su mayoría: japoneses, alemanes, rusos; la teoría, José la estudió en la Escuela Libre de Música, entre otras instituciones.
“Mi papá no quiso que estudiara música desde los cinco años, cuando quise ser pianista. Fue hasta los 13 que lo aceptó, pero me dijo que eligiera entre trompeta y violín, elegí el segundo”. Mora Mota tiene cinco años como músico del Ejército y una trayectoria de 20 años como músico civil: “Dígame cualquier cantante de música ranchera y yo he tocado o grabado con él”, dice a manera de presentación.
Este mariachi fue creado “por mandos superiores”, dicen los entrevistados, “en el año 2002”. Antes ya había existido una agrupación que se disolvió en 1984. A mediados de los años noventa, el actual director de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Chihuahua, Raúl García, empezó a reclutar gente, a veces por convocatoria y otras animando a sus amigos, para participar en el Coro del Ejército.
“Rafa y Blanca quedaron de coralistas y a mí me vio cualidades para tocar, entonces hicimos un grupo instrumental; primero éramos cinco personas que acompañábamos al coro en la parte mexicana, después se convirtió en un mariachi de 11 integrantes y ahora somos 18”, rememora el teniente músico y director del grupo, Pablo Rosario Camargo Castro.
Egresados de diferentes centro de estudio, como el Conservatorio Nacional y las escuelas Libre de Música, Nacional de Música y Superior de Música, los integrantes de este ensamble suenan como pocos: las voces son imponentes pero también conmovedoras, alcanzan sus tesituras a la perfección y son a tal grado experimentados en la interpretación, que Lucha Reyes apuraría con gusto su tequila al escucharlas cantar “Pa’qué me sirve la vida”.
ROMANTICISMO POR DISCIPLINA
El Mariachi Sedena se presenta, de acuerdo con Camargo Castro, “en eventos oficiales en su mayoría, festejos del día del médico, del Ejército, del cartógrafo”. Pero también hacemos presentaciones para público civil: “En el 2010, para los festejos del Centenario de la Revolución y Bicentenario de la Independencia, hicimos una gira por todo el país; también participamos en ferias y festivales nacionales a donde asisten representaciones internacionales”.
Cuando cantan, la satisfacción que expresan es otro de sus rasgos distintivos porque a diferencia de otros músicos, ellos se dicen completamente felices. Así lo explica Blanca Cecilia, con 17 años de servicio militar y una sólida trayectoria previa como cantante de zarzuela y ópera en el ámbito comercial, con producciones como La viuda alegre, El Barbero de Sevilla, Don Pascualle, de Donizzeti o Los Miserables.
Hija del destacado organista y director de orquesta Sergio Pérez, que fue parte el auge de la canción romántica mexicana con Agustín Lara y el trío Los Panchos, Blanca estudió piano a los cuatro años de edad, luego órgano y guitarra, a los 15 años entró al Conservatorio Nacional y después a la Escuela Superior de Música.
A pesar de la tradición familiar y su trayectoria, dice que la Secretaría de la Defensa Nacional es, paradójicamente, el lugar que le ha brindado lo que todo artista busca: un empleo serio y bien remunerado, respeto y reconocimiento.
“El medio civil es muy duro —dice— muy pesado, muy difícil, quizá a veces no queremos pagar el precio, aunque seamos profesionales, hay precios que muchos no queremos pagar. Entonces llegan decepciones, no hay oportunidades, se cierran mucho los foros, se batalla mucho”.
Antonio Rafael coincide, porque llegar a esta institución le representó un giro de 360 grados en su vida: “Lo que más me ha gustado es que acá he llegado a trabajar y a estudiar; parte de mi trabajo consiste en seguir estudiando, además, venimos de un medio en que muchas cosas son muy flexibles, pero aquí hay disciplina”.
Blanca lo ataja: “Claro, es una educación para la vida, nos hace crecer en muchos aspectos porque afuera a lo mejor se nos hace fácil llegar 15 minutos tarde y no pasada nada, pero aquí eso no puede suceder”.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Son 18 músicos de carrera que se hicieron militares para lograr el sueño que como artistas no habían alcanzado en el ámbito civil. Creado en 2002, este grupo musical ameniza eventos oficiales, pero de ninguna manera representa un conjunto típico
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Decenas de soldados rasos forman nutridas hileras verdes. Ante la promesa de que un mariachi les iluminará el día, los cabos permanecen inamovibles, silenciosos y disciplinados. Al aparecer el grupo musical, las cantantes hermosean a tal grado el paso del conjunto que un envalentonado deja escapar su espontaneidad de entre las filas: “¡Mamacita!”.
Una mujer, soprano por la tesitura de su voz, respira profundo, ladea el sombrero de charro que porta en su cabeza, se da la media vuelta y serpentea entre la formación administrando elegancia en sus movimientos. Ordena mirando al horizonte, casi sobre la cabeza del indisciplinado: “¡Soldado, presente grado y nombre, está usted suspendido!”.
Un murmullo de sorpresa despeina aquellas hileras verdes, como si el viento acariciara las hebras de un campo. La confusión va y viene entre los rostros de aquellos hombres, los soldados, quienes no se enteran hasta pasada la primera ronda de canciones que los integrantes del Mariachi Sedena (Secretaría de la Defensa Nacional) son también militares y que la bella intérprete es nada menos que su superior, una teniente, teniente músico, para ser exactos.
“El público se sorprende mucho con nosotros; somos un impacto. Primero, porque nuestro mariachi tiene 18 elementos; segundo, porque se enteran que somos militares y se quedan perplejos: ‘A ver, ¿cómo estuvo eso?’, dicen. También cuando saben que somos de la Sedena, la gente aprecia y respeta mucho la institución”, dice Blanca Cecilia Pérez.
Ciertamente este grupo es, a todas luces, impresionante. Son seis ejecutantes de violín, tres de trompeta, uno de arpa, otros tres con una vihuela, un guitarrón y una guitarra cada uno, además de cinco cantantes, dos de ellos varones y tres mujeres. Todos impecablemente vestidos de casimir inglés verde botella, con la imagen de un guerrero azteca dorado bordado en la espalda y en los motivos de su botonadura, además de sus zapatos de charol verde.
El porte los distingue, a contrapelo de la tradición que acompaña este género musical, ninguno supera el 28 por ciento en su masa corporal: el reglamento militar les exige mantenerse en forma, así que en ocasiones, antes de cada ensayo, juegan basquetbol y algunos más entrenan en gimnasio.
Todos ellos provienen del medio civil, lo cual quiere decir que ya contaban con una trayectoria musical antes de integrarse a las filas del Ejército. Al convertirse en militares reciben diferentes tipos de adiestramiento, por ejemplo, de tiro, pues en caso necesario estarían obligados a sustituir su instrumento por un arma, para defender a la patria.
“Cuando no andamos de mariachis andamos con uniforme militar, entramos y salimos de las instalaciones de la Defensa Nacional como oficinistas; tenemos horarios específicos en nuestro lugar de ensayo, que está en la Escuela Militar de Odontología. Ahí pasamos lista, damos novedades, ensayamos, al terminar nos vestimos de francos y nos vamos a nuestra casa o nos ponemos a disposición”, dice el teniente músico, Rafael Antonio Mateus.
DE TLAPACOYA A LAS ARMAS
Como dice Álvaro Mora Mota, “no por ser militares no son sensibles, somos seres humanos”. Cada vez que se paran en un escenario en su sonido desemboca la historia de cada uno. Él mismo, por ejemplo, trae lo músico de al menos dos generaciones. En Tlapacoya, Veracruz, no había más que ir con don Elías, un violinista que lideraba el único grupo musical del pueblo y que armaba tremendos bailes. “Conforme crecían sus hijos, mi abuelo paterno les atravesaba un instrumento, y a mi papá le tocó la batería.
“Mi papá, Álvaro se llamaba también, junto con mis tíos formó un mariachi y se vinieron todos a la Ciudad de México, a Garibaldi para ser precisos, por ahí de 1967. Yo puedo decir orgullosamente que desde que nací vivo de Garibaldi”, señala.
Álvaro Mora, el coordinador musical del Mariachi Sedena, y su hermano José, conforman la generación que asume la música desde la academia, el militar estudió con músicos particulares, extranjeros en su mayoría: japoneses, alemanes, rusos; la teoría, José la estudió en la Escuela Libre de Música, entre otras instituciones.
“Mi papá no quiso que estudiara música desde los cinco años, cuando quise ser pianista. Fue hasta los 13 que lo aceptó, pero me dijo que eligiera entre trompeta y violín, elegí el segundo”. Mora Mota tiene cinco años como músico del Ejército y una trayectoria de 20 años como músico civil: “Dígame cualquier cantante de música ranchera y yo he tocado o grabado con él”, dice a manera de presentación.
Este mariachi fue creado “por mandos superiores”, dicen los entrevistados, “en el año 2002”. Antes ya había existido una agrupación que se disolvió en 1984. A mediados de los años noventa, el actual director de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Chihuahua, Raúl García, empezó a reclutar gente, a veces por convocatoria y otras animando a sus amigos, para participar en el Coro del Ejército.
“Rafa y Blanca quedaron de coralistas y a mí me vio cualidades para tocar, entonces hicimos un grupo instrumental; primero éramos cinco personas que acompañábamos al coro en la parte mexicana, después se convirtió en un mariachi de 11 integrantes y ahora somos 18”, rememora el teniente músico y director del grupo, Pablo Rosario Camargo Castro.
Egresados de diferentes centro de estudio, como el Conservatorio Nacional y las escuelas Libre de Música, Nacional de Música y Superior de Música, los integrantes de este ensamble suenan como pocos: las voces son imponentes pero también conmovedoras, alcanzan sus tesituras a la perfección y son a tal grado experimentados en la interpretación, que Lucha Reyes apuraría con gusto su tequila al escucharlas cantar “Pa’qué me sirve la vida”.
ROMANTICISMO POR DISCIPLINA
El Mariachi Sedena se presenta, de acuerdo con Camargo Castro, “en eventos oficiales en su mayoría, festejos del día del médico, del Ejército, del cartógrafo”. Pero también hacemos presentaciones para público civil: “En el 2010, para los festejos del Centenario de la Revolución y Bicentenario de la Independencia, hicimos una gira por todo el país; también participamos en ferias y festivales nacionales a donde asisten representaciones internacionales”.
Cuando cantan, la satisfacción que expresan es otro de sus rasgos distintivos porque a diferencia de otros músicos, ellos se dicen completamente felices. Así lo explica Blanca Cecilia, con 17 años de servicio militar y una sólida trayectoria previa como cantante de zarzuela y ópera en el ámbito comercial, con producciones como La viuda alegre, El Barbero de Sevilla, Don Pascualle, de Donizzeti o Los Miserables.
Hija del destacado organista y director de orquesta Sergio Pérez, que fue parte el auge de la canción romántica mexicana con Agustín Lara y el trío Los Panchos, Blanca estudió piano a los cuatro años de edad, luego órgano y guitarra, a los 15 años entró al Conservatorio Nacional y después a la Escuela Superior de Música.
A pesar de la tradición familiar y su trayectoria, dice que la Secretaría de la Defensa Nacional es, paradójicamente, el lugar que le ha brindado lo que todo artista busca: un empleo serio y bien remunerado, respeto y reconocimiento.
“El medio civil es muy duro —dice— muy pesado, muy difícil, quizá a veces no queremos pagar el precio, aunque seamos profesionales, hay precios que muchos no queremos pagar. Entonces llegan decepciones, no hay oportunidades, se cierran mucho los foros, se batalla mucho”.
Antonio Rafael coincide, porque llegar a esta institución le representó un giro de 360 grados en su vida: “Lo que más me ha gustado es que acá he llegado a trabajar y a estudiar; parte de mi trabajo consiste en seguir estudiando, además, venimos de un medio en que muchas cosas son muy flexibles, pero aquí hay disciplina”.
Blanca lo ataja: “Claro, es una educación para la vida, nos hace crecer en muchos aspectos porque afuera a lo mejor se nos hace fácil llegar 15 minutos tarde y no pasada nada, pero aquí eso no puede suceder”.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Powah- Miembro Honorario
- Cantidad de envíos : 2741
Fecha de inscripción : 22/10/2010 Edad : 92
La música en el Ejército Mexicano
México, 6 de agosto.- Cada domingo, al filo del medio día, las mejores bandas militares del país y que forman parte de la Secretaría de la Defensa Nacional interpretarán repertorios con piezas que abrevan en la tradición musical europea y mexicana. La estación OPUS, cuya frecuencia se transmite desde el 94.5 de fm, programa esta serie en la zona metropolitana de Ciudad de México, la cual también se difunde en todo el país a través de la red de emisoras que tiene el Instituto Mexicano de la Radio.
La Capitán Primero Músico Laura Cristina López y Lucas Hernández Bico conducen esta serie singular que celebra, radiofónica y culturalmente, los 100 años de la fundación del Ejército mexicano.
Clarinetes y trompetas, claves y güiros, hombres y mujeres de distintas agrupaciones, llegan a los estudios del IMER y ponen a prueba sus habilidades para ejecutar piezas como “Caballería ligera”, “La fuerza del destino”, “Danzón No. 2 de Márquez”, “Los dorados de Villa”, “Janitzio”, “Marcha de Zaragoza”, “Marcha persa” y tantas más.
Lo mejor de esta serie, afirman sus conductores, es que cada programa es distinto en sus tonalidades e historia, porque en cada intervención de la Capitán Primero Músico López ella detalla cómo se conformó la banda militar o coro que participa en la emisión. De esta manera, música, erudición y divulgación de este género musical, rico y vasto, según Hernández Bico, se podrá escuchar más allá de las paradas militares. De ahí la singularidad y el valor histórico de la serie, insisten ambos.
Versatilidad musical
Lucas Hernández Bico lleva varios años al frente de OPUS y su erudición musical es inocultable. Para él, la serie “La música en el Ejército Mexicano” permite al radioescucha conocer el desempeño y el modo de tocar de las diferentes agrupaciones musicales que hay dentro de la SEDENA. Cómo retoman, con virtuosismo, varios géneros que van desde la música popular hasta la clásica a través de bandas de alientos, bandas militares, coros, la Orquesta Sinfónica del Ejército y hasta un mariachi.
Esta tradición musical es tan antigua como la humanidad porque, explica, siempre han habido cantos e instrumentos para marcar el ritmo de la marcha militar y dar órdenes en el campo de batalla y en cuarteles, ya sea para organizar tropas, ya sea para atemorizar al enemigo. Las bocinas que tocaban las legiones romanas son un buen ejemplo del uso intimidatorio de la música militar.
Pero también es fascinante la evolución técnica de los instrumentos. Sobre todo los llamados instrumentos de aliento que fueron incorporados a estas agrupaciones militares porque poseían un gran volumen para ser tocados al aire libre o en un campo de batalla, ya que se requería que el sonido fuera estruendoso.
En la actualidad, los instrumentos de aliento poseen dentro de su mecanismo sistemas de válvulas y pistones que les permiten abarcar todas las notas del espectro musical, cosa que no fue siempre así porque este mecanismo se inventó hasta 1818 en Europa. Así nació la trompeta cromática gracias a los músico e inventores germanoparlantes Friedrich Blühmel y Heinrich Stölzel. Antes los cornos y trompetas eran llamados cornos y trompetas naturales porque estaban conformados por un tubo liso y solamente podían emitir un número limitado de notas.
Joyas mexicanas
Dentro de las piezas que se interpretarán en la serie destaca la Marcha Zaragoza, del compositor Aniceto Ortega y que celebra la victoria de 5 de mayo. Esta marcha, que también tiene algunos compases de vals, fue utilizada como himno nacional durante la época de Benito Juárez porque el himno nacional que hoy conocemos era, para él, representativo del régimen santanista y fue prohibido mientras él gobernó.
Hernández Bico también recomienda escuchar la intervención que tendrá la llamada “Banda de guerra” que está integrada por cornetas y cajas, las cuales son tocadas por ejecutantes y que se usan como señal para dar órdenes o para dar la marcha. No es una banda de alientos, aclara, tiene más bien un sentido práctico.
El himno a la bandera, especialmente diseñado para ser tocado en cornetas, fue compuesto por Julián Carrillo, y su melodía está hecha con sólo cuatro notas y en puros tonos naturales que puede tocarse en un instrumento sin válvulas.
Se levanta en el mástil mi Bandera
Como un sol entre céfiros y trinos,
Muy adentro en el templo de mi veneración
Oigo y siento contento latir mi corazón.
Es mi bandera la enseña nacional
Son estas notas su cántico marcial
Desde niños sabremos venerarla
Y también por su amor vivir.
Almo y sacro pendón que en nuestro anhelo
Como rayo de luz se eleva al cielo
Inundando a través de su lienzo tricolor
Inmortal nuestro ser de fervor y patrio ardor.
Es mi bandera la enseña nacional
Son estas notas su cántico marcial
Desde niños sabremos venerarla
Y también por su amor vivir.
Si de piezas que exaltan el nacionalismo se habla, los versos, en el caso de un himno nacional, son importantísimos porque deben exaltar las virtudes patrióticas en aras de la libertad y los valores nacionales, explica el especialista. De ahí el éxito de los versos de Francisco González Bocanegra, donde primero fueron escritos los versos y luego se compuso la música.
En ese concurso de composición participó un italiano llamado Giovanni Bottesini, quien fue el mejor contrabajista del siglo XIX. Además era compositor y director de una compañía de ópera que estaba en México por esos tiempos y presentó una composición cuya partitura está en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical Carlos Chávez.
Pero a pesar de sus sobrades virtudes musicales, Bottesini no ganó el concurso sino el catalán Jaime Nunó. Y que no sea mexicano no le resta mexicanidad a la música que compuso y que ahora cantamos como himno nacional.
“Somos una cultura mestiza y cosmopolita, somos parte de la cultura occidental pésele a quien le pese porque estamos hablando español”, afirma Hernández Bico. “Para el criterio de la personas de la época se eligió la mejor música y se hizo una buena elección que fuera funcional como himno, que tuviera tono heroico y marcial porque otras propuestas eran operísticas y quizás eran más bonitas y líricas, pero no era las apropiadas”.
Por cierto, ¿existe música militar prehispánica? Sabemos que, por referencia, había música ceremonial y militar entre los mexicas y los mayas por lo menos, responde. Sabemos del uso de tambores. En los murales de Bonampak donde se presentan los prisioneros de guerra se puede ver el uso de trompetas para uso ceremonial. Es más penetrante siempre un instrumento de percusión o de aliento. Es más funcional, pero no se conoce ninguna marcha ni toque de lo que se podría llamar “música militar prehispánica”. Salvo las versiones especulativas.
“En los registro de glifos, entre mexicas y mayas, no hay ninguna anotación musical prehispánica”, finaliza.
Lo que hay en nuestros días son hombres y mujeres que demuestran que la música no tiene género y que ésta alimenta el espíritu y enardece el sentimiento patriótico.
FUENTE:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
La Capitán Primero Músico Laura Cristina López y Lucas Hernández Bico conducen esta serie singular que celebra, radiofónica y culturalmente, los 100 años de la fundación del Ejército mexicano.
Clarinetes y trompetas, claves y güiros, hombres y mujeres de distintas agrupaciones, llegan a los estudios del IMER y ponen a prueba sus habilidades para ejecutar piezas como “Caballería ligera”, “La fuerza del destino”, “Danzón No. 2 de Márquez”, “Los dorados de Villa”, “Janitzio”, “Marcha de Zaragoza”, “Marcha persa” y tantas más.
Lo mejor de esta serie, afirman sus conductores, es que cada programa es distinto en sus tonalidades e historia, porque en cada intervención de la Capitán Primero Músico López ella detalla cómo se conformó la banda militar o coro que participa en la emisión. De esta manera, música, erudición y divulgación de este género musical, rico y vasto, según Hernández Bico, se podrá escuchar más allá de las paradas militares. De ahí la singularidad y el valor histórico de la serie, insisten ambos.
Versatilidad musical
Lucas Hernández Bico lleva varios años al frente de OPUS y su erudición musical es inocultable. Para él, la serie “La música en el Ejército Mexicano” permite al radioescucha conocer el desempeño y el modo de tocar de las diferentes agrupaciones musicales que hay dentro de la SEDENA. Cómo retoman, con virtuosismo, varios géneros que van desde la música popular hasta la clásica a través de bandas de alientos, bandas militares, coros, la Orquesta Sinfónica del Ejército y hasta un mariachi.
Esta tradición musical es tan antigua como la humanidad porque, explica, siempre han habido cantos e instrumentos para marcar el ritmo de la marcha militar y dar órdenes en el campo de batalla y en cuarteles, ya sea para organizar tropas, ya sea para atemorizar al enemigo. Las bocinas que tocaban las legiones romanas son un buen ejemplo del uso intimidatorio de la música militar.
Pero también es fascinante la evolución técnica de los instrumentos. Sobre todo los llamados instrumentos de aliento que fueron incorporados a estas agrupaciones militares porque poseían un gran volumen para ser tocados al aire libre o en un campo de batalla, ya que se requería que el sonido fuera estruendoso.
En la actualidad, los instrumentos de aliento poseen dentro de su mecanismo sistemas de válvulas y pistones que les permiten abarcar todas las notas del espectro musical, cosa que no fue siempre así porque este mecanismo se inventó hasta 1818 en Europa. Así nació la trompeta cromática gracias a los músico e inventores germanoparlantes Friedrich Blühmel y Heinrich Stölzel. Antes los cornos y trompetas eran llamados cornos y trompetas naturales porque estaban conformados por un tubo liso y solamente podían emitir un número limitado de notas.
Joyas mexicanas
Dentro de las piezas que se interpretarán en la serie destaca la Marcha Zaragoza, del compositor Aniceto Ortega y que celebra la victoria de 5 de mayo. Esta marcha, que también tiene algunos compases de vals, fue utilizada como himno nacional durante la época de Benito Juárez porque el himno nacional que hoy conocemos era, para él, representativo del régimen santanista y fue prohibido mientras él gobernó.
Hernández Bico también recomienda escuchar la intervención que tendrá la llamada “Banda de guerra” que está integrada por cornetas y cajas, las cuales son tocadas por ejecutantes y que se usan como señal para dar órdenes o para dar la marcha. No es una banda de alientos, aclara, tiene más bien un sentido práctico.
El himno a la bandera, especialmente diseñado para ser tocado en cornetas, fue compuesto por Julián Carrillo, y su melodía está hecha con sólo cuatro notas y en puros tonos naturales que puede tocarse en un instrumento sin válvulas.
Se levanta en el mástil mi Bandera
Como un sol entre céfiros y trinos,
Muy adentro en el templo de mi veneración
Oigo y siento contento latir mi corazón.
Es mi bandera la enseña nacional
Son estas notas su cántico marcial
Desde niños sabremos venerarla
Y también por su amor vivir.
Almo y sacro pendón que en nuestro anhelo
Como rayo de luz se eleva al cielo
Inundando a través de su lienzo tricolor
Inmortal nuestro ser de fervor y patrio ardor.
Es mi bandera la enseña nacional
Son estas notas su cántico marcial
Desde niños sabremos venerarla
Y también por su amor vivir.
Si de piezas que exaltan el nacionalismo se habla, los versos, en el caso de un himno nacional, son importantísimos porque deben exaltar las virtudes patrióticas en aras de la libertad y los valores nacionales, explica el especialista. De ahí el éxito de los versos de Francisco González Bocanegra, donde primero fueron escritos los versos y luego se compuso la música.
En ese concurso de composición participó un italiano llamado Giovanni Bottesini, quien fue el mejor contrabajista del siglo XIX. Además era compositor y director de una compañía de ópera que estaba en México por esos tiempos y presentó una composición cuya partitura está en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical Carlos Chávez.
Pero a pesar de sus sobrades virtudes musicales, Bottesini no ganó el concurso sino el catalán Jaime Nunó. Y que no sea mexicano no le resta mexicanidad a la música que compuso y que ahora cantamos como himno nacional.
“Somos una cultura mestiza y cosmopolita, somos parte de la cultura occidental pésele a quien le pese porque estamos hablando español”, afirma Hernández Bico. “Para el criterio de la personas de la época se eligió la mejor música y se hizo una buena elección que fuera funcional como himno, que tuviera tono heroico y marcial porque otras propuestas eran operísticas y quizás eran más bonitas y líricas, pero no era las apropiadas”.
Por cierto, ¿existe música militar prehispánica? Sabemos que, por referencia, había música ceremonial y militar entre los mexicas y los mayas por lo menos, responde. Sabemos del uso de tambores. En los murales de Bonampak donde se presentan los prisioneros de guerra se puede ver el uso de trompetas para uso ceremonial. Es más penetrante siempre un instrumento de percusión o de aliento. Es más funcional, pero no se conoce ninguna marcha ni toque de lo que se podría llamar “música militar prehispánica”. Salvo las versiones especulativas.
“En los registro de glifos, entre mexicas y mayas, no hay ninguna anotación musical prehispánica”, finaliza.
Lo que hay en nuestros días son hombres y mujeres que demuestran que la música no tiene género y que ésta alimenta el espíritu y enardece el sentimiento patriótico.
FUENTE:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Invitado- Invitado
Re: El Cuerpo de Musica Militar del Ejército Mexicano
Se les reafirma Domingos a las 12 del Dia 94.5 FM OPUS/IMER
Para escucharse via Internet AQUI
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (boton escuchar en vivo)
Para escucharse via Internet AQUI
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (boton escuchar en vivo)
Re: El Cuerpo de Musica Militar del Ejército Mexicano
Muy interesante lanceros, veré si me doy un tiempesito el domingo para escuchar lo ya mencionada. Gracias por la aportación.
Todo por la Patria- Potro
- Cantidad de envíos : 21
Fecha de inscripción : 05/08/2013
Re: El Cuerpo de Musica Militar del Ejército Mexicano
Se fusionaron diversos temas relacionados con la musica militar.
Re: El Cuerpo de Musica Militar del Ejército Mexicano
En lo personal yo no le veo sentido a que a los de Musica Militar se les considere como Cuerpo y no como Servicio.
Deberia reformarse la LOEYFAM para volverlos un servicio mas.
Deberia reformarse la LOEYFAM para volverlos un servicio mas.
Temas similares
» El Cuerpo de Policia Militar del Ejército Mexicano.
» El Cuerpo de Guardias Presidenciales del Ejercito Mexicano
» Imagenes Fuerzas Especiales del Ejercito Mexicano (CFE/"GAFES")
» "Ilegal", la supeditación de la Fuerza Aérea al Ejército, asegura especialista
» SEDENA fomenta el deporte
» El Cuerpo de Guardias Presidenciales del Ejercito Mexicano
» Imagenes Fuerzas Especiales del Ejercito Mexicano (CFE/"GAFES")
» "Ilegal", la supeditación de la Fuerza Aérea al Ejército, asegura especialista
» SEDENA fomenta el deporte
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.