Policía deficiente
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Policía deficiente
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Posted febrero 11, 2013 by Rosario Mosso Castro
Cotidianas balaceras entre policías y delincuentes
En 24 horas, dos criminales tomaron las armas largas del mismo número de agentes y los atacaron, una patrulla fue robada y dos uniformados más resultaron lesionados. Los oficiales entraron a casas de seguridad sin seguir los protocolos, poniendo su vida y la de la comunidad en peligro. Los jefes aseguran estar preparados, sin embargo, la seguridad no se ha relajado
Rosario Mosso Castro
Un agente estatal muerto y dos municipales heridos entre el 5 y 6 de febrero de 2013, todos de distintas corporaciones y en hechos diferentes, fue el saldo fatal del no seguimiento de protocolos y la impericia de uniformados en Baja California.
Resultaron vulnerados por criminales de menor escala que andan armados y, ante la impunidad imperante, la deficiencia en las investigaciones y la falta de castigos, no les importa matar policías.
En el fraccionamiento Riveras del Valle, cuatro policías estatales preventivos dejaron un arma Beretta Arx-160 al lado de un delincuente esposado dentro de una patrulla -según la versión oficial-. El criminal maniobró, logró colocar sus manos al frente, tomó la pistola semiautomática y les disparó, asesinando al agente Antonio Villegas Luján. El asesino logró huir varios metros antes de que los otros tres agentes reaccionaran y lo abatieran. Los hechos tuvieron lugar a las 13:30 horas del 5 de febrero.
Menos de 24 horas después, el miércoles 6, un jefe policiaco y un agente decidieron llevar hasta su casa, en Parajes del Valle, a un delincuente. Los recibieron a balazos dos de sus cómplices. Resultado final: los uniformados Miguel Serrano y Carlos Madrigal fueron lesionados, uno debió ser atendido en hospital por una bala en la pierna.
Una hora más tarde en Rosarito, el policía municipal Jaime de la Cruz, quien intervino por una denuncia de “persona del sexo masculino molestando estudiantes -Escuela ‘Lucio Blanco’- con una manada de perros”, terminó lesionado a navajazos y víctima del robo de la patrulla que tenía en custodia. El atacante resultó con dos heridas de bala en el cuerpo.
A Tecate le había tocado apenas el 27 de enero. Por la noche, policías municipales se enfrentaron a balazos con una pareja de delincuentes que intentaron asaltar la gasolinera México. Los persiguieron en la salida norte del municipio, se apertrecharon en una plaza comercial e inició la balacera. El resultado fue un delincuente muerto, otro herido, y el subcomandante Roberto Rocha asesinado con un tiro en el pecho.
Según los jefes policiacos, estos incidentes no evidencian la falta de capacitación de los agentes, cuando mucho, descuidos aislados.
De igual manera refieren que, aunque los ataques y balaceras entre criminales y uniformados se hayan convertido en sucesos cotidianos en el estado, tampoco significa que los delincuentes se sientan libres. La razón, es que ahora se les está combatiendo más que en el pasado.
Como ejemplo de la cotidianeidad de estas balaceras, en el caso de la Policía Municipal de Tijuana, en los últimos seis meses la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) acumula 13 averiguaciones previas abiertas, donde oficiales de la Secretaría de Seguridad Pública han estado involucrados. El resultado: tres civiles (presuntos delincuentes) y un policía muertos; así como cinco policías y siete civiles (presuntos delincuentes) lesionados.
PEP sin protocolo
Según consta en el parte informativo y en la declaración ministerial de los dos policías estatales que sobrevivieron (el preventivo Antonio Villegas Luján fue asesinado) al embate de presunto narcomenudista Marco Antonio González Ramírez, realizaban un recorrido de vigilancia en la colonia Florido Cuarta Sección: “Observan deambulando a un individuo del sexo masculino con aspecto antisocial, por lo que deciden abordarlo para realizarle una revisión precautoria”. Cuando corren su nombre en la central de radio, responden que tiene una orden de aprehensión pendiente.
Para asegurarse que no era un homónimo, “…deciden a asegurarlo, esposándolo, y subiéndolo a la Unidad Patrulla en el asiento de la parte posterior, para trasladarlo hasta la Unidad de Aprehensiones”.
En el trayecto “el asegurado les señala a los agentes un domicilio en que vendían droga de la denominada cristal, mismo lugar que en ese momento se encontraban dos personas intercambiándose algo y con actitud sospecha”. Se detienen y descienden de la unidad los agentes Castro y Sánchez, Villegas se queda a cargo del detenido.
Momentos después, los agentes escuchan disparos y la voz de Villegas pidiendo apoyo por el radio. Las declaraciones hasta el momento no determinan si los elementos de la Policía Estatal Preventiva (PEP) que sobrevivieron, estaban dentro del domicilio. Solo lo sugieren.
“Percatándose en ese momento de que la persona que traían asegurada logró descender de la unidad patrulla, y aun estando esposado realizaba detonaciones con un arma de fuego larga, la cual era el arma de cargo del agente Villegas Luján, quien intentó perseguirlo y repeler la agresión, resultó herido, quedando tirado sobre la calle”. Acto seguido, persiguen al delincuente pero lo pierden de vista, así que solicitan apoyo y ambulancia.
“Al llegar las unidades de apoyo de la Policía Municipal, realizan el aseguramiento perimetral e instantes después logran ubicar escondido en el porche de una casa” al agresor, “…aun con el arma en su poder, vuelve a detonarla al percatarse de la presencia de los demás agentes de apoyo”, repelen la agresión y lo impactan. El cuerpo de Antonio González quedó en el quicio de la puerta, los rastros húmedos en sus pantalones indicaban que el enfrentamiento le había impedido controlar sus esfínteres.
ZETA entrevistó al director de la Policía Estatal Preventiva, Marco Montoya:
— ¿Por qué sus agentes dejaron un arma a disposición de un criminal?
“No hay justificación, fue una falta de seguimiento de protocolo, falta de atención”.
— ¿Cuál protocolo no se siguió?
“Cerciorase al momento de asegurar al detenido, de salvaguardar la integridad, la de los elementos y la del asegurado”.
Montoya repitió la versión de los agentes involucrados plasmada en el parte informativo, donde aseguran que metieron al agente esposado con las manos atrás, y sentado en la unidad, se pasó las manos al frente como contorsionista y tomó el arma larga que Villegas había dejado descuidada. No especifican dónde, si en los sillones del frente o atrás”.
— La versión se escucha inverosímil, ¿cómo se pasó las manos sentado y tomó el arma, si Villegas lo estaba cuidando?
“No se dio cuenta porque el policía estaba afuera de la unidad, cuando intentó abrir la puerta de la patrulla, el sujeto le dispara. Del cómo se pasó las manos el delincuente, es algo que no se explica en la versión de los agentes”.
— ¿Los agentes avisaron que iban a trasladarse a la casa de seguridad?
“Lo desconozco, eso es meramente operativo, no tengo datos si avisaron o no”.
En cuanto a la versión que circula al interior de la corporación -que los agentes que intervinieron eran nuevos en la zona, lo que afectó su desempeño-, Montoya aseguró: “Son activos con varios años, conocen el área, han operado en distintas parte del estado, probablemente no todos conocieran el área”.
De si tenían conocimiento de la peligrosidad de los delincuentes del área, concluyó: “Todos lo tienen claro, conocemos las condiciones a que nos enfrentamos diariamente”.
Extraoficialmente, ha circulado la versión de que el delincuente iba esposado con las manos al frente, entró con los agentes a la casa de seguridad y ahí desarmó al fallecido Villegas y huyó a balazos del primer domicilio, para esconderse en otra casa donde fue abatido, a pesar de que pudo ser detenido.
Descuido en la Municipal de Tijuana
En el caso de los policías municipales que se balearon con criminales el 6 de febrero en la colonia Parajes del Valle, el antecedente fue que una patrulla con un jefe 015 y un agente, detuvieron en la calle a un sujeto con un auto robado, éste aseguró que el carro no era de él y los llevaría con el dueño. Los policías sabían que iban a la casa de un presunto ladrón de carros y se presentaron en el lugar sin apoyo.
Se disponían a tocar la puerta cuando un hombre salió disparando e hirió al policía en la pierna. El jefe repele y el agresor muere, otros dos hombres salen de la casa disparando, poniendo en riesgo a la ciudadanía y a los policías, logrando huir. El jefe policiaco a cargo solicita apoyo y lo recibe de sus compañeros municipales, la Policía Federal y el Ejército.
Finalmente, ubican y acorralan a los que habían escapado en una casa donde se mantuvieron por un largo tiempo sin entregarse, siendo detenidos al igual que otras seis personas que estaban en la casa.
Como presuntos responsables fueron presentados: Sergio Arizmendi Molina, Gabriel Sánchez, Jesús Arizmendi, Roberto Celaya, Antonio Carlin Vázquez, Nyhil Maestro, Manuel Rodríguez y Christian Maestro.
— ¿Por qué un hecho como éste fue atendido por una sola patrulla?, se le preguntó al secretario de Seguridad Pública, Alberto Capella.
“Porque hacen la detención del vehículo, el detenido les dice que es la casa donde están. Yo no puedo esperarme a hacer un operativo de cinco o seis unidades, cuando el asunto está en caliente. Son asuntos que a lo mejor suceden diez todos los días y uno rebota. Éste rebotó, y los elementos están preparados para repelar la agresión, como en este caso se dio”.
— Pero les dispararon y uno fue lesionado…
“Le pegaron, pero hubo una reacción rápida, de lo contrario hubiera terminado en tragedia. Se les encontraron tarjetas e identificaciones robadas, eran un grupo criminal relevante en La Presa Rural y ocho están detenidos, el Ministerio Público aún analiza si puede fincarles cargos por homicidio en grado de tentativa”.
Dos días antes, apenas el 4 de febrero, dos municipales habían estado involucrados en otra balacera cuando atendieron el robo a una tienda Oxxo de la colonia 20 de Noviembre. El presunto delincuente, Ángel Carrillo, resultó abatido.
“Yo creo que la responsabilidad y el esquema de capacitación de la Policía da para eso y para más. Los enfrentamientos son de todos los días”, consideró Capella.
De hecho, 13 asuntos han sido consignados ante la PGJE, y en los tres sucesos donde los presuntos delincuentes resultaron muertos, solo en un expediente el oficial fue consignado por homicidio culposo, asistido por un abogado particular.
Rosarito en el colmo de la impericia
Pasada la una de la tarde del 6 de febrero, cuatro agentes respondieron al llamado: un hombre -Julián Cortez, de 25 años- molestaba estudiantes, atacó con su navaja a la primera pareja, pidieron apoyo y llegaron los refuerzos. Para entonces ya les había robado la patrulla a los primeros.
“Al tratar de abordarlo, sacó de su bolsa una arma blanca tipo cuchillo, haciendo movimientos con el arma punzocortante con la intención de lesionar al agente Pedro Silva… al momento que el agente le ordenó que tirara el arma, éste optó por apelar a la fuga, iniciando una persecución pie tierra, siendo metros más adelante que el agente de nombre Jaime de la Cruz, tripulante de la unidad P-0940, lo intenta abordar; descendiendo de la unidad para tratar de asegurarlo, momento en que éste rodea la unidad patrulla, quedando de frente con el agente, abalanzándose en contra del mismo, empuñando el arma blanca y haciendo movimientos en reiteradas ocasiones para lesionarlo en su persona, a la vez que intentaba abordar la unidad…”, cita el parte informativo.
De la Cruz trató de evitar que se llevara la patrulla y recibió dos pinchazos, uno en el abdomen y otro en el antebrazo, entonces saca el arma y dispara, impactando el tórax de su atacante. Herido, Cortez sube a la patrulla, toma el arma larga del agente municipal y le apunta: “Te voy a matar, se los va a llevar la c******a”, amenazó mientras trataba de jalar el gatillo. Entonces el agente Pedro Silva le disparó en la pierna, inmovilizándolo para después quitarle el arma.
Sin embargo, herido por segunda ocasión y a bordo de una patrulla encendida, Cortez “colocó el cambio y emprendió la marcha, perdiendo el control aproximadamente una cuadra adelante, sobre la calle Valente Cordero y Romualdo Gallardo”, donde finalmente lo aseguraron.
ZETA intentó comunicarse con el director de Policía, Francisco Castro, para hablar del cúmulo de fallas y el nivel de vulnerabilidad de sus agentes. El personal de comunicación dijo que responderían cuando les fuera posible, lo que no sucedió hasta el cierre de esta edición.
Enfrentamientos, la constante
Marco Montoya y Alberto Capella coincidieron en señalar que el incremento de operaciones contra de todo tipo de delincuencia ha hecho de los enfrentamientos con criminales, una constante para los policías.
“Al ser acorralados, hoy saben que la detención es inminente y que serán entregados a las autoridades ministeriales, y es común que busquen la manera de evadir la acción de la justicia”.
A pesar de los hechos recientes que evidenciaron impericia y descuido, aseveraron que los agentes lo saben y están preparados. “Tienen la capacidad, lo que no deben olvidar que es el seguimiento de protocolos lo que nos mantiene con vida. No podemos relajar la seguridad; ni la personal, ni la de la comunidad”, concluyó Montoya.
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