Medios: El deber del Siglo

Medios: El deber del Siglo

Salvador Camarena

Unas horas después de haber sufrido el secuestro de cinco de sus colaboradores, El Siglo de Torreón, uno de los diarios más importantes del país, informó el viernes que mantiene “el compromiso de seguir informando a la comunidad sobre lo que ocurre en nuestra Comarca Lagunera”.

Lo dicho por la editora de La Laguna no es cosa menor, ni es una postura más de un medio de comunicación que enfrenta sin más armas que las palabras su violento entorno. Debería obligar a todo el gremio a pensar si no ha llegado la hora de replantearse cómo deben enfrentarse los atentados en contra de los periodistas.

No podemos permitir que El Siglo de Torreón sea obligado a asumir la postura que en su momento anunciaron El Diario de Juárez y El Mañana de Nuevo Laredo. En julio de 2011 la empresa tamaulipeca anunció que “apelando a la comprensión de la opinión pública se abstendrá, por el tiempo necesario, de publicar cualquier información que se derive de las disputas violentas que sufre nuestra ciudad y otras regiones del país”. Nueve meses antes, en un editorial titulado “¿Qué quieren de nosotros?”, el periódico juarense se dirigió a los delincuentes: “Ya no queremos más muertos. Ya no queremos más heridos ni tampoco más intimidaciones. Es imposible ejercer nuestra función en estas condiciones. Indíquenos, por tanto, qué esperan de nosotros como medio”.

El secuestro de los colaboradores del diario coahuilense ocurrió mientras en Harvard, ese mismo jueves, la reportera Marcela Turati pronunciaba un discurso en el que denunciaba que buena parte de la prensa regional ha sido silenciada, que medios y periodistas han quedado atrapados por una pinza formada por criminales y omisas, cuando no cómplices, autoridades.

Al recibir en esa universidad el premio Louis Lyons a la conciencia y la integridad en el periodismo, Turati recordó que durante la presidencia de Calderón las zonas de silencio —aquellas donde los medios han sido acallados— se expandieron. “En todo el país hay una tendencia al silencio, una autocensura forzada”, alertó.

La autora de Fuego Cruzado agregó que con la llegada del nuevo gobierno federal “hemos visto cómo la violencia ha comenzado a desaparecer de la agenda. Mágicamente, en vez de guerra el gobierno comenzó a hablar de la paz y la reconciliación, como si los asesinos hubieran rendido sus armas, como si se hubiera hecho ya justicia a tantos asesinados, como si por el simple cambio de lenguaje la situación hubiera cambiado”.

Mientras Turati hablaba, esa realidad que no ha cambiado atrapaba a cinco trabajadores de El Siglo de Torreón. Pasada la peor crisis, nadie le habría reprochado a El Siglo anunciar, como en su momento ocurrió en Juárez o Nuevo Laredo, que renunciaban al riesgo, que dos atentados, un secuestro y múltiples amenazas eran demasiado. Con su decisión de seguir, obligan a todos los periodistas del país, y a directivos de medios, a hacernos una simple pregunta: ¿nos quedaremos en la habitual y estéril solidaridad, o estaremos a la altura de los colegas, en el deber de no permitir que los criminales impongan el silencio, que el tema de la violencia contra la prensa desaparezca en cosa de horas de la agenda?

salvador.camarena@razon.mx
Twitter: @salcamarena