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Narciso Contreras, fotógrafo mexicano: “Cada minuto en Siria ha valido la pena” 2vwzcep

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Narciso Contreras, fotógrafo mexicano: “Cada minuto en Siria ha valido la pena”

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Mensaje por Lanceros de Toluca Diciembre 16th 2012, 23:06

Narciso Contreras, fotógrafo mexicano: “Cada minuto en Siria ha valido la pena”


DOMINICAL • 16 DICIEMBRE 2012 - 12:08AM — ALEJANDRO MADRIGAL
Este fotógrafo mexicano vive entre los enfrentamientos, batallas y bombardeos que son la realidad en Siria; no obstante, dice que está más seguro que en México, ya que en la guerra del ‘narco’ “tú eres el objetivo”.

Foto: Alberto Prieto
A LA IZQUIERDA, EL FOTORREPORTERO CORRE PARA SALIR DEL FUEGO DE UN FRANCOTIRADOR EN LA CIUDAD REBELDE DE ALEPO.

• Desde hace cuatro meses la adrenalina en las venas del mexicano Narciso Contreras corre al máximo y su cuerpo siente a todas horas la alteración de las explosiones y los balazos. Desde esa fecha tomó la decisión de entrar a Siria para retratar la guerra civil como fotorreportero, pero en ocasiones, confiesa, ha dejado a un lado su papel de observador para sumergirse en tareas de rescate y plasmar en imagen la realidad que se vive en Medio Oriente.

Narciso ha estado a centímetros de cuerpos sin vida, los ha tocado y cargado; ha ayudado a personas que se están desangrando y en ocasiones ha impedido que algunos civiles caigan en el campo de batalla. El mexicano, de 37 años, está consciente que en cada fotografía arriesga su vida: “Sé que mi vida en Siria está en riesgo y mis posibilidades de salir vivo son de 50 por ciento”, dice vía telefónica desde Turquía, donde descansa unos días del ruido de las ametralladoras.

Desde agosto, el fotógrafo mexicano ha visto de todo en Siria, desde la pólvora de los rebeldes sobre los objetivos de las Fuerzas Armadas leales al actual presidente sirio, Bashar alAssad, hasta cómo los aviones del ejército sobrevuelan las zonas ocupadas por los insurrectos, generalmente zonas de clase trabajadora, y sueltan sus misiles con cientos de kilos de explosivos.

Pero hay algo que jamás se le borrará de la memoria: la imagen de un niño que llegó ensangrentado a un hospital —donde él tomaba fotografías para la agencia de noticias Associated Press (AP)— herido de los pies por las esquirlas de una bomba, en shock por el impacto y con unas monedas en su mano derecha. “Recuerdo que cuando llegó su mamá, el niño comenzó a llorar desesperadamente y le decía que por favor nunca más lo volviera a mandar a comprar el pan, mientras le devolvía las monedas”.

Pese a la incertidumbre en que transcurre la vida de Narciso, lo que le queda claro es que ese pánico se vive diferente en Siria que en México, porque como periodista considera más peligroso ejercer la profesión al norte de nuestro país que en el conflicto armado sirio. “Muchos de mis colegas y yo pensamos que es más seguro cubrir una guerra como la de Siria que la guerra contra el narco. Mi amigo Javier Manzano y yo coincidimos en que en México te matan porque tú eres el objetivo; en Siria puedes morir por varias circunstancias, en un bombardeo o en un combate por distintas razones, pero en México tú eres el blanco”.

La carrera como fotógrafo profesional de Narciso comenzó hace cuatro años en algunos medios impresos mexicanos, pero ahí solo duró un año, ya que en 2008 decidió viajar a Asia para fotografiar un monasterio Vaishnava, en Vrindavan, India. Luego cubrió el conflicto de la minoría étnica karen en las zonas de Kayin y Kachin, en Birmania, guerra civil que ha vivido ese país por décadas y que escala cíclicamente.

También en 2011 cubrió el conflicto separatista en Cachemira, territorio controlado por India, y después decidió partir a Siria para retratar los rostros de la guerra y las tonalidades del campo de batalla. Entró a un país complicado e inmerso en un caos social, con una población superior a los 19 millones de habitantes que profesan el Islam y hablan árabe, idioma desconocido para el fotógrafo mexicano.

Desde la década de los setenta, Siria es gobernado por la familia AlAssad; es un país petrolero con un producto interno bruto de 107 mil millones de pesos, por encima de naciones como Líbano o Yemen, pero debajo de Qatar, Finlandia, Irlanda e Israel. Esa fue una razón poderosa para que Narciso tomara la decisión de entrar y retratar el conflicto armado, “porque es un momento importante en el desarrollo no solo de la región, sino de cómo se están posicionado las potencias en relación con Medio Oriente”.

Desde que llegó a Siria hace cuatro meses, en agosto, lo primero que le advirtieron es que se trataba de un conflicto muy peligroso y una zona de guerra donde los blancos son indiscriminados y con una muy alta probabilidad de que saliera muerto.

También descubrió que no todos los contactos son fiables, por lo que uno de sus colegas, de la reconocida agencia internacional Getty Images, no ha podido entrar “debido a las condiciones de seguridad que la agencia tiene”, porque ha estado demasiado preocupada desde que mataron en Libia a su fotógrafo Chris Hondros durante un bombardeo de las fuerzas leales al régimen del dictador Muamar Gadafi , en la ciudad de Misrata, en abril del año pasado.

A eso se enfrenta Narciso: “Me queda claro que mi vida está en juego, pero hay cosas que debes tomar. Acepto el riesgo de este trabajo”. Se alimenta de las historias que sus colegas con más experiencia le cuentan sobre cómo ha sido para ellos cubrir guerras durante los últimos 20 años, “y siempre es la misma probabilidad de que mueras, con nada te garantizan que salgas bien”.

Ha corrido riesgos, pero sus fotografías están siendo publicadas en diferentes partes del mundo y para medios prestigiosos como la revista Time, el Washington Post o el New York Times: “Las últimas semanas, desde que entré a cubrir Siria, he visto que mi trabajo ha tenido mejor resultado e impacto. No soy un fotógrafo con mucha experiencia, he cubierto dos o tres conflictos en general en mi carrera, pero formalmente esta ha sido mi primera guerra y he tenido un impacto positivo en los medios”.

Pero sabe que no debe confiarse, porque los comentarios de sus colegas de otros medios del mundo, son avasalladores como el propio conflicto. “Me dicen que esta es una guerra brutal, algo que no habían visto antes o desde hace muchos años, algunos la comparan con el conflicto en Bosnia, donde los bombardeos eran indiscriminados sobre la población civil; es lo mismo que se está viviendo en Siria y es lo que ha tenido un impacto muy fuerte sobre mí”.

Esa es la experiencia más terrible que ha vivido, conocer que la gente ajena al conflicto, incluidos niños, puede morir como los rebeldes combatientes. Por esa razón, Narciso se ve en la necesidad de ayudar, aunque aclara: “No estoy en Siria llevando ayuda humanitaria, hago imágenes del conflicto”. Incluso le ha tocado cargar cuerpos, “cuando he estado cubriendo hospitales cuando llegan heridos por los bombardeos”.

Las fotografías de Narciso hablan por sí solas, está muy cerca del campo de batalla, sus imágenes demuestran el grueso calibre de las ametralladoras que accionan los rebeldes solo a pocos metros de él, o las perforaciones que dejan las balas sobre los refugios. “En las últimas semanas he estado metido en la primera línea de combate y hemos estado bajo bombardeos, o los morteros pegan a dos metros sobre tu cabeza, son cosas muy intensas, pero de otra manera no puedes transmitir de primera mano o transmitir la intensidad de las situaciones”.

La razón de estar cerca es porque, de acuerdo con Narciso, si tomas distancia es difícil transmitir la intensidad de lo que sucede. “Entonces la decisión de ir hasta el frente donde las cosas están pasando es un poco arriesgada, pero de otra manera es muy difícil transmitirlo”.

Él no es el único mexicano que se encuentra en Siria. También en su zona de combate se encuentra Javier Manzano, ganador de un World Press Photo con la imagen de un decapitado en la zona de la frontera norte, y los dos procuran estar tres semanas en Siria y luego partir a Ankara, la capital turca, para tomar un receso, retomar la calma después de la agitación con la que se vive en Medio Oriente, preparar todo el trabajo de logística, organizar sus cosas, “porque es un trabajo intenso y necesitas relajarte un poco”, pero sobre todo para descansar.

Salir de Siria a Turquía ha sido una opción para los corresponsales de guerra que viven y sienten el conflicto todos los días. Lo hacen como terapia. Narciso sabe que las consecuencias de una guerra son fatales psicológicamente, pero hasta el momento él puede dormir, incluso en Alepo, la ciudad donde hace sus fotografías, la segunda zona más poblada de Siria, después de la capital Damasco y al noreste del país, donde hace frontera con Turquía; pero es también en la que pernocta y en la que ocasionalmente se despierta en las madrugadas por las explosiones de mortero.

“Claro que he pensado en las consecuencias, he visto cómo estas situaciones han afectado a colegas míos o a otras personas que han estado por una u otra razón involucradas en este conflicto, y sé que puede afectarme en un mediano o largo plazo, pero yo aquí seguiré”. En estos momentos no hay un sitio seguro en Siria, los bombardeos o ataques son indiscriminados para la sociedad y las bombas caen por todos lados dejando todos los días cientos de personas heridas o muertas, pero a pesar de ello Narciso está integrado a esa dinámica mortal.

Desde hace cuatro años Narciso se reparte entre India, Tailandia, Turquía y Siria, pero esta Navidad y fin de año espera regresar con su familia a México, a la colonia Campestre Churubusco, y olvidarse de las balas, bombardeos y personas asesinadas por el conflicto. Después de las fiestas regresará a Siria, porque más allá de arriesgar la vida lejos de su país, “vale la pena hacer las cosas en las que crees y cada minuto en Siria ha valido la pena”.
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