Rusia: nuevo fracaso del mísil balístico Bulava

Alexandre Calvo Cristina lunes, 21 de diciembre de 2009

El último ensayo del mísil balístico para submarinos R-30 3M30 Bulava, que ha explosionado poco después de su lanzamiento, pone en serias dudas la capacidad de Moscú de mantener unas fuerzas nucleares navales creíbles y deja en evidencia una vez más a su industria de defensa.
El 9 de diciembre tuvo lugar un nuevo ensayo del misil Bulava, en desarrollo. El ejemplar estalló poco después del lanzamiento, lo que supone que hasta la fecha de doce pruebas tan sólo una ha tenido éxito.

Tras ser lanzado desde el "Dmitry Donskoy", submarino de la clase Typhoon modificado situado en el Mar Blanco (entrante del Mar de Barents, en la costa noroccidental rusa), el mísil se desvió de la trayectoria prevista y se desintegró. No llegó a alcanzar, ni tan siquiera acercarse, a su objetivo, el polígono de tiro de Kura (península de Kamchatka), sino que acabó en un impresionante espectáculo sobre el norte de Noruega, que despertó la curiosidad de la población local, algunos de cuyos miembros pensaron que se trataba de un OVNI.

El R-30 3M30 Bulava (o SS-NX-30 en terminología OTAN) es un misil de combustible sólido diseñado para ser lanzado desde una nueva clase de submarinos estratégicos, la Borei (Proyecto 955). El primer ejemplar de la clase, el Yuriy Dolgorukiy, ya ha sido construido y actualmente lleva a cabo pruebas en el mar. Dos más están siendo acabados en los astilleros de Severodvinsk (en la costa ártica), donde estaba previsto que se empezase a construir el cuarto dentro de unos meses.

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Sin embargo ante este nuevo fracaso la Armada rusa parece haber cancelado, al menos temporalmente, la construcción de dicho cuarto ejemplar. Además se ha decidido no efectuar más ensayos hasta mayo del 2010 y crear una comisión de investigación para analizar a fondo lo sucedido.

En su día se habían anunciado planes para botar hasta ocho submarinos de la clase Borei hasta el año 2020, al objeto de reemplazar los de las clases Delta-3, Delta-4, y Typhoon. En estos momentos Rusia cuenta con seis unidades operativas de cada una de las dos primeras clases, que juntos constituyen el brazo naval de sus fuerzas estratégicas nucleares.

Moscú no tiene previsto actualizar los Delta-3, construidos durante los años 70 e inicios de los 80, y ha decidido desguazarlos a medida que entren en servicio los Borei. En cambio los seis Delta-4 están siendo modernizados y equipados con misiles SS-N-23 Sineva mejorados, con la intención que continúen en servicio al menos 10 años más.

El Sineva tiene un buen historial en sus ensayos, por lo que hay quien ha sugerido cancelar el programa Bulava y sustituirlo por el mismo. Sin embargo el ministerio de Defensa ruso ha rechazado esta alternativa, afirmando que el Sineva no encaja en los silos de los submarinos de la clase Borei.

La historia del Bulava ha estado plagada de problemas. Hace diez años Moscú decidió desarrollar un nuevo mísil estratégico con base en submarinos compartiendo diseño básico con uno lanzado desde tierra. El objetivo era recortar costes y simplificar la producción, al compartir tecnología y componentes. El Bulava sería pues desarrollado a partir del Topol-M, destinado a ser el sustituto de los entonces existentes sistemas con base en tierra.

En ese momento diversos expertos, con experiencia en este campo, advirtieron del grave riesgo que ello suponía, puesto que un misil lanzado desde un submarino se ve sometido a unas condiciones muy distintas de las que caracterizan un silo subterraneo.

Sin embargo, en parte por las estrechas relaciones entre responsables políticos, militares, e industriales, sin la necesaria distancia imprescindible para tomar las mejores decisiones, dichas voces fueron ignoradas. Además Moscú optó por restringir la producción del mísil R-39, desplegado en submarinos de la clase Typhoon, y cancelar el proyecto de una versión mejorada.

Ello supuso dejar a la Armada rusa sin ningún otro mísil estratégico en desarrollo, y además condujo a la decisión de retirar todos los submarinos Typhoon, a excepción del Dmitry Donskoy, modificado para servir como plataforma de lanzamiento de pruebas del Bulava.
El contratista seleccionado para dirigir el desarrollo conjunto del Topol y el Bulava, el Instituto de Tecnología Térmica de Moscú (MITT), no tenía ninguna experiencia previa en la investigación y desarrollo de misiles con base en submarinos.

La incapacidad de los responsables del proyecto Bulava de llevarlo a buen puerto, tras once de doce ensayos fallidos (que han acabado explosionando el mísil tras el lanzamiento, o no alcanzando su cabeza simulada el objetivo), ya se ha cobrado la cabeza de Yuri Solomonov, que dimitió como director general del Instituto Teploteckhnika (principal centro de desarrollo y ensayo de misiles balísticos intercontinentales rusos), en Moscú. Sin embargo Solomonov continúa como máximo responsable del desarrollo del Bulava. Además supone:

- En primer lugar condenar a la inutilidad el Yuriy Dolgorukiy y los dos submarinos de su misma clase en proceso de construcción. Sin un mísil fiable estas embarcaciones no tienen ninguna aplicación prácitca, y el dinero empleado en su desarrollo y fabricación hay que considerarlo perdido.

- En segundo confirmar una vez más las graves dificultades de la industria bélica rusa a la hora de garantizar el suministro de sistemas de armamento modernos a unos costes y calendarios aceptables. Aunque Moscú se ha visto obligado a adquirir aviones no tripulados a Israel, siendo una de las lecciones de su guerra con Georgia la necesidad de contar con ellos sin esperar a que la industria propia fuese capaz de fabricarlos, y negocia actualmente con Paris la adquisición de un barco de proyección estratégica de la clase Mistral, los misiles balísticos intercontinentales son una arma demasiado sensible para recurrir a las importaciones.

- En tercero exponer la distancia entre la retórica rusa y la capacidad real de proyección de poder de que dispone Moscú. En unos momentos en que Estados Unidos y Rusia negocian un tratado de control de armamentos nucleares que suceda a START, prorrogado in extremis, no deja de sorprender que se pueda dar la paradoja que Moscú no disponga de suficientes misiles estratégicos para cubrir la cuota que le corresponda según el nuevo texto legal.

Tras muchos años de silencio, algunas voces críticas han decidido finalmente pronunciarse sobre el Bulava. Dos veteranos de la industria militar, Albert Dubrovin y Sergei Makeev, han calificado el sistema de "mísil no apto para el combate, que ya ha destruido el arma submarina y diversos institutos de investigación", describiendo en detalle en un artículo como el MITT diseñó un sistema de lanzamiento en inmersión que jamás había sido probado en alta mar. Estos dos expertos consideran que aun en el improbable caso que el Bulava acabase viendo la luz, se trataría de un sistema inferior a los norteamericanos, lastrado por unos costes muy superiores a los presupuestados, y con un ritmo de producción extremadamente lento.

Según Dubrovin y Mekeev, al ritmo actual de producción de misiles en Rusia se tardarían veinte años para producir los ejemplares necesarios para equipar los ocho submarinos de la clase Borei originalmente previstos por el ministerio de defensa.

En relación con las fuerzas nucleares estratégicas rusas, conviene no olvidar que:

- Constituyen una de las principales bazas en que se basa la consideración de Rusia como gran potencia. Más allá de su utilidad militar, Moscú considera que mientras disponga de un enorme arsenal nuclear tendrá asegurado un lugar en la mesa donde se decida cualquier cuestión relevante.

-Su papel en la política de defensa se ha visto acrecentada, según diversas manifestaciones públicas, por el carácter obsoleto de gran parte de las fuerzas armadas convencionales rusas así como del equipo del que disponen. Moscú ha anunciado que está dispuesto a emplearlas hasta en conflictos locales y frente a adversarios que no dispongan de las mismas.

La larga serie de desgracias del Bulava se unen pues al desarrollo de escudos antimisiles, que prosiguen tanto en Europa como en Japón, como una seria amenaza a esta imagen de gran potencia que aun tiene Rusia.

Ello no es óbice sin embargo para que Moscú continúe empeñado en recuperar su esfera de influencia en zonas como el Mar Negro, aprovechando la debilidad política europea, el miedo de muchas capitales a emplear la fuerza, olvidando las lecciones de la historia, y la concentración del grueso de la capacidad militar norteamericana en otros teatros.

Ello contrasta con la situación en Asia Central, donde China, sin ningún tipo de complejos que obstaculicen la defensa de sus intereses nacionales, ha optado por no pedir permiso a Moscú para expander su presencia económica y política, atraer a las antiguas repúblicas soviéticas, y construir oleoductos y gasoductos que permitan la exportación de hidrocarburos al gigante asiático sin pasar por Rusia.

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Revista Atenea

Aguante Rusia, no se rindan, el que persevera alcanza!

los rusos son chingones van a ver que si logran que funcione todo bien

Mal y de malas para la industria de defensa rusa los ultimos años , ya le echaron un ojo a los submarinos alemanes,franceses y suecos , tienen la intencion de comprar algunos y fabricar los siguientes ellos mismos aunque esta dificil que los occidentales acepten , tambien ya le echaron el ojo a un buque de desembarco frances y ya aceptaron que sus UAVs son inferiores y le compraron a Israel algunos modelos y por si fuera poco han quedado muy mal con la modernizacion del portaviones Almirante Gorshkov que le vendieron a India , no encontraron los planos originales , se encontraron numerosos defectos y se salieron del presupuesto, nada bueno para atraer clientes futuros y por si fuera poco coincidio con la crisis global ,les urge una limpia en Catemaco.