Pandillas en El Salvador buscan inflitrarse en sus fuerzas armadas

Detectan a 121 pandilleros en la FAES y ANSP
De 117 militares investigados, 92 resultaron mareros

Jaime López sucesos@eldiariodehoy.com Domingo, 4 de Mayo de 2014
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Las últimas capturas de policías y militares vinculados a las maras, incluyendo a un cadete de la Escuela Militar, vienen a confirmar que las pandillas no han descansado en su afán de infiltrarse en instituciones de seguridad: Informes oficiales revelan más de 92 casos detectados en la Fuerza Armada y cerca de 29 en la academia de policía.

De acuerdo con fuentes de seguridad e inteligencia, las pandillas buscan infiltrarse para desde el interior de estas instituciones ordenar asesinatos, desbaratar planes de seguridad contra las maras y el crimen organizado, así como para saquear los almacenes de armas y municiones.

Las oficinas de Acceso a la Información Pública de la Fuerza Armada y la Academia Nacional de Seguridad Pública (ANSP) confirman que más de un centenar de efectivos, entre militares y aspirantes a policías, fueron detectados durante la administración del presidente saliente Mauricio Funes (2009-2014).

En días recientes, el ministro del ramo, Ricardo Perdomo, reveló que la Fuerza Armada detectó a 26 sujetos que pretendían ingresar a la institución, quienes luego de ser descubiertos en su calidad de mareros confesaron que su aspiración a convertirse en efectivos militares era parte de una estrategia de las pandillas.

En la ANSP fueron investigados 132 aspirantes a policías; sin embargo, solo en 29 se corroboró su vinculación con actividades criminales.

La situación se agrava cuando se trae a cuenta que muchos sí lograron ingresar a las instituciones de seguridad pública. En el Ejército, de 116 miembros investigados, 91 fueron expulsados de las unidades donde prestaban sus servicios por tener nexos con las pandillas.

En ambos casos, las maras burlaron los filtros de reclutamiento o de ingreso.

Entre los militares investigados de la FAES hay soldados, cabos, subsargentos, sargentos y policías militares, pero también hay capitanes y mayores que no solo han sido sujetos de una sanción administrativa, sino que también han enfrentado un proceso judicial por extracción y venta de armamento de grueso calibre y otros pertrechos.

La mayoría de los casos han sido detectados durante el proceso de formación; no obstante, muchos otros fueron descubiertos durante su ejercicio o trayectoria militar.

Luego de las investigaciones, las autoridades corroboraron que 49 de los señalados son miembros activos de la pandilla 18 y otros 41 de la mara Salvatrucha; sobre uno más se comprobó su pertenencia a otra banda criminal, indica un informe castrense en poder de El Diario de Hoy.

Pasados los procesos indagatorios, 25 fueron reincorporados al Ejército, 86 fueron expulsados, cuatro desertaron durante la investigación y uno está en prisión.

Mecanismo de detección

Pero, ¿cómo fueron identificados estos sujetos? El comportamiento dentro y fuera de las guarniciones militares fue el principal delator en las filas de la Fuerza Armada.

Su forma de conversar (léxico), ademanes y lazos afectivos como parentesco, amistades, relaciones sentimentales o vecindad ayudaron a los investigadores a confirmar o descartar la afiliación de los militares con las pandillas.

A estos factores se sumó la agresividad con sus mismos compañeros. Otros fueron ligados a homicidios, robos y extorsiones.

Dadas las circunstancias, los pandilleros infiltrados fueron descubiertos en diferentes fechas por "fuentes propias" de la institución (94 casos) y mediante detenciones realizadas por la Policía Nacional Civil (11), así como por haber escrito grafitis alusivos a maras MS y 18 dentro de los cuarteles.

Según uno de los casos documentados, el proceso indagatorio inició cuando un pandillero de la 18 expresó a la Policía, en el momento de su captura, que un sargento de la Fuerza Armada le había ofrecido "su ayuda para lo que necesitara".

Según los registros militares, estos casos se registraron en personal proveniente de 61 de los 262 municipios del país, que además corresponden a 13 de los 14 departamentos de El Salvador.

Sonsonate sumó 25 militares; Ahuachapán, 18; Cuscatlán, 12; San Miguel, 9 y La Libertad, 8 casos, según estadísticas del Ministerio de Defensa. En cuanto a los municipios con más casos están: Tacuba (Ahuachapán) con 8, Ahuachapán (cabecera departamental) con 7, Nahuizalco (Sonsonate) con 7 y Panchimalco (San Salvador) con 5.

El patrón de comportamiento que despertó la sospecha de su vinculación con las pandillas, según lo recalca el análisis militar, fue principalmente reunirse con esos grupos criminales en lugares públicos, utilizar léxico de pandillas, usar ademanes propios de esos grupos, participar en actos delictivos, departir bebidas alcohólicas, drogas y ser familiares de mareros, entre otros.

El director de Reclutamiento y Reserva de la Fuerza Armada, coronel Mauricio Ernesto Pérez, lamentó que estos casos se den al interior de una institución que siempre se ha caracterizado por ser disciplinada y a pesar de los rigurosos mecanismos de selección del personal de tropa.

La Fuerza Armada durante su proceso de verificación, también cruza información de antecedentes penales y policiales para descartar cualquier récord delictivo de sus aspirantes.

El coronel manifestó que el Ejército cuenta con una oficina que se especializa en evaluar características y cualidades personales de los aspirantes para descartar cualquier vinculación con las pandillas; en esa instancia, explicó, evalúan al futuro soldado, su forma de expresión, caminar, vestuario y sus gestos, pero todo apunta que logran esconderlos ante los evaluadores.

Por si no fuera suficiente, en cada guarnición militar son impulsados otros controles para observar su relación con los demás compañeros y su desempeño integral.

"De ser necesario, realizamos visitas de campo a sus lugares de origen para detectar si el aspirante mantiene vínculos con pandillas o crimen organizado", afirmó Pérez.

Para completar el proceso de verificación, se da seguimiento al personal fuera de la institución, donde su actuar y proceder determina si tiene vínculos con grupos de maras.

Vigilan además, cuidadosamente, que sus movimientos dentro del cuartel no respondan a conductas de pandillas o delincuentes.

En ANSP se complica

En el caso de la ANSP, no es fácil expulsar a un alumno de la Academia porque tiene derechos adquiridos que no se pueden violentar sin argumentos válidos y demostrables, dijo el director, Jaime Martínez.

Por lo general, los alumnos se resisten a aceptar la expulsión y apelan ante el Consejo Directivo de la ANSP, la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Corte Suprema de Justicia y la Procuraduría de Derechos Humanos.

"La gran mayoría (aspirantes) siempre presenta recursos, y eso ha puesto en juego mi prestigio. A nosotros nos toca estar completando informes para defendernos y demostrar que no hay arbitrariedad (en la expulsión)", subrayó el director.

Cuando los alumnos son notificados de las sospechas, reaccionan, preguntan y reclaman: ¿quién habló mal de ellos? Para confrontarlos, pero la Academia está facultada a no revelar sus fuentes por los riesgos que correrían.

Los descubrimientos tienen lugar principalmente en dos momentos: en los primeros tres meses de ingreso, cuando sus vecinos tienen conocimiento de que están en la Academia y los denuncian, y cuando han completado ocho meses de formación teórica y están prestos a iniciar la práctica en una unidad policial. http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=47859&idArt=8753676

Propósito de las maras es sustraer armas y controlar labor policial
Buscan obtener información sobre investigaciones en su contra

Las pandillas infiltran a la Fuerza Armada y a la Policía con el fin de conocer investigaciones, operativos y sustraer armas como fusiles y granadas.

Jaime López sucesos@eldiariodehoy.com Domingo, 4 de Mayo de 2014

Los pandilleros u otros actores vinculados a estructuras criminales buscan infiltrar las fuerzas de Seguridad Pública del Estado con el propósito de entrenarse, desviar el curso de las investigaciones policiales, abastecerse de armas, uniformes y otros accesorios, reveló la semana anterior el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Ricardo Perdomo.

Las investigaciones apuntan a que el armamento es para atacar a policías, militares y grupos rivales, también afirmó el criminalista Carlos Ponce.

El más reciente caso hecho público por Perdomo reporta que 26 pandilleros fueron detectados intentando ingresar a la Fuerza Armada para recibir entrenamiento y conocer la logística militar y sustraer armas y uniformes.

A modo de ejemplo, Ponce matiza el caso de cuatro policías que le proporcionaron armas de fuego a un grupo de pandilleros detenido en la subdelegación de la PNC en Planes de Renderos, al sur de San Salvador, la madrugada del 2 de marzo de 2013, cuando un grupo de hombres ingresó a la referida subdelegación y asesinó a Francisco Alfonso Hernández Montes, alias "Pinky", de 23 años, quien también utilizaba el nombre Mario Alexánder Reyes Chávez.

El Pinky era el sicario de la clica Tainis Wainis Sureños (TWS) de la 18, que opera en Mejicanos, San Salvador.

Después de ingresar a la cárcel había comenzado a colaborar con las autoridades, convirtiéndose en un testigo clave en varios casos de homicidio y narcotráfico.

Durante la investigación del caso, la Fiscalía concluyó que 14 policías de la subdelegación colaboraron con la pandilla 18 para impedir que el testigo clave siguiera colaborando con las autoridades.

El ministro de Defensa, David Munguía Payés, ha advertido en varias ocasiones que las maras intentan involucrar a militares para sustraer armas y, de esa manera, enfrentar con mayor fuerza a grupos rivales y a las autoridades.

Fuentes de Inteligencia también han revelado que los pandilleros, últimamente, han dejado de tatuarse para no ser detectados con facilidad y así poder cometer asesinatos u otro tipo de ilícitos.

Uno de los investigadores del OIE que se reservó el nombre indicó que uno de los propósitos de ingresar a la Academia es sustraer información relevante que pueda afectar a las pandillas; y que los que no cumplen o se arrepienten de ese propósito son asesinados.

Varios alumnos de la ANSP, sin precisar la cifra exacta, han sido asesinados, supuestamente, porque han incumplido a la mara el objetivo que los llevó a las filas de la academia de Policía.

No solo buscan armas o adelantarse a los movimientos policiales, sino también garantizar el tráfico de drogas.

Ponce agregó que existen casos documentados de policías, activos o en descanso, que se reúnen con pandilleros en sus comunidades.

"Hay informes de Inteligencia donde se perfila a policías junto a pandilleros haciendo señas o ademanes para identificarse entre ellos. Hay indicios de infiltración al interior de la corporación policial lo suficientemente fuertes para que existan líneas de investigación en este sentido", dijo.

Arsenales castrenses

Algunos pandilleros también han logrado infiltrar las aulas de la Escuela Militar para robar armas que terminan en manos de grupos delictivos, admite Munguía Payés.

En octubre de 2013, fiscales y policías decomisaron 213 granadas antitanque M90 que habían sido sustraídas de las bodegas castrenses y que fueron halladas en un depósito subterráneo en una casa en El Congo, Santa Ana.

En ese entonces, las autoridades aseguraron que las armas estaban destinadas al cártel mexicano de Los Zetas y que era "probable" que militares o exmilitares pudieran estar involucrados en el hecho.

Por un alumno seleccionado, cinco no entran a la ANSP

Algunos aspirantes a policías fueron detectados estaban a pocos meses o semanas de graduarse.

José Antonio Núñez Ortez, cadete de primer año de la Escuela Militar, fue detenido por presuntos nexos con maras. Tenía orden de captura por homicidio. Foto EDH / Ministerio de Defensa.

Domingo, 4 de Mayo de 2014

La Academia de Seguridad Pública (ANSP) graduó a más de 5,700 nuevos policías en el último quinquenio.

En 69 casos, los jóvenes vieron frustradas sus aspiraciones por diversas razones, como abandono, alcoholismo o drogadicción, pero 29 de ellos fueron expulsados por sus vínculos a las pandillas.

A la mayor parte de esos 29 alumnos que no se graduaron como policías les faltaban tres meses serlo, pero a algunos les faltaban apenas tres semanas.

"Por cada mil que seleccionamos, se quedaron en el intento entre 4 o 5 mil jóvenes , es decir, por cada un seleccionado hay de 4 a 5 que se vieron frustrados", manifestó el director de la ANSP, Jaime Martínez.

El funcionario reconoce que el sistema de admisión de la Academia no es infalible a la delincuencia y las pandillas, razón por la cual, afirmó, ha solicitado al Inspector General de la Policía, que determine de qué promoción son los policías que han sido procesados por delitos cometidos en contubernio con las pandillas.

Con esa información, aseguró el director de la ANSP, "revisaremos qué filtros fueron burlados" por algún alumno que no fue detectado.

"Hasta donde yo sé, los agentes policiales involucrados en las pandillas no son de las promociones recientes, sino que proceden de las primeras promociones, de 1992. Por eso hay que tener cuidado y mejorar cada vez estos mecanismos", afirmó.

Martínez sostuvo que los procesos de admisión en la ANSP son rigurosos. Solo para retirar la solicitud, el aspirante debe reunir condiciones como no tener antecedentes penales ni policiales, no haber sido destituido de alguna institución por corrupción u otra falta grave.

En esta etapa, la Academia se reserva el derecho de admisión para quienes no cumplen los requerimientos de ley, los cuales son evaluados con seis pruebas excluyentes entre sí, es decir, que si no pasó una prueba no puede continuar con la otra y así los aspirantes van siendo depurados.

Las cinco pruebas son física, médica, cultural, entrevista psicotécnica, competencia física, y entrevista psicológica. El que pasa las cinco pruebas es preseleccionado.