Crónica: Desaparicion de la niña Esmeralda en MonteGordo, Veracruz

Tecolutla, Veracruz.- Han pasado 6 días de la desaparición de Esmeralda Balverto Julián, tiene 12 años, fue vista por última vez en Monte Gordo...

La casa es un cajoncito humilde pero pulcro. Las paredes están pintadas color rosa, no tiene ventanas, solo malla de mosquitero verde. Láminas de zinc son el techo.Afuera se ve amarrado un perro color miel, un lavadero con un cobertizo de lámina de cartón y un incipiente pasto que cubre la caliente arena de Monte Gordo.Al interior, en la cocina, Alicia termina de freír unos chiles rellenos “es para ayudarnos –dijo-, mi marido es campesino y a veces tiene trabajo, a veces no”.

Era el viernes 21 de febrero por la mañana. “No habían almorzado mis hijos, son 4. Alejandro el mayor tiene 15 años, Esme de 12, Gaby de 10 y Jobito de 5 – recuerda- Yo estaba terminando de freír unos chiles que había que entregar enfrente de La Posada del Zorro, ahí trabaja mi hermano, me acuerdo bien que le dije a Esme que almorzara y los fuera a entregar.

- No ma’ –respondió Esme- quedaste de llevarlos a las 10, mejor voy a de una vez.

- Te apuras para que vengas a almorzar…

- Sí, nomás paso a la tienda por una maruchan para Jobito…

“Eso fue lo último que me dijo antes de irse… y ya no regresó”.

A continuacion una cronica literaria de lo que pudo haber pasado con Esmeralda, con fragmentos verdaderos, de lo que investigó la madre de la pequeña.

Esmeralda subió a su bici, una vieja Bimex negra que había aprendido a usar hace ya un par de años. En su mano derecha llevaba la bolsa con los chiles rellenos sujetos firmemente junto a la empuñadura del manubrio y recorrió rápidamente los 400 metros que distaban entre su casa y el lugar donde entregaría los antojitos.

Es una calle como todas las que hay en Monte Gordo. Hay casas a ambos lados y en el trayecto pensaba en que, al regreso, con el dinero de los chiles, le compraría a su hermanito menor su maruchan “le gustan mucho”.

A las 11 con 30 Alicia se inquietó. “Ya tardó mucho” pensó, mientras su pecho se oprimía con la ansiedad que presagia una desgracia.

“Salí a buscarla con Ale, su hermano mayor. Llegamos al trabajo de Fernando, donde fue a entregar los chiles y me dijeron que tenía ratito que se había regresado”.

Esme ya no llegó a su casa.

Presas de la desesperación empezó una búsqueda por el camino que debía haber recorrido. No encontraron nada.

“Fue una calle más allá –cuenta Esther, su tía- donde vimos tirada la bici en un lote baldío. Ella no tenía porque pasar por ahí, no había tiendas y la mayoría de las casas en esa calle están deshabitadas.”

Alejandro corrió al interior del lote, en cuyo fondo hay un cuartito siempre cerrado, rompió con una piedra el vidrio “ahí la deben tener”.No había nadie.Alicia rompió en llanto.

Esmeralda entregó los chiles rellenos y cruzó breves palabras con su tío Fernando, montó su bici y emprendió el regresó a casa. Pedaleó con fuerza para llegar a almorzar y el viento movía su cabello negro que, a ratos, cubría su infantil rostro lleno de pecas.

Junto a ella pasó un vehículo que se estacionó justo donde Esmeralda doblaría para ir a casa. Esme prefirió pedalear un poco más y entrar en la calle siguiente, iba ya muy rápido para doblar; “entro por la otra calle y en la primera esquina doblo para pasar a la tienda” debió haber pensado.

Tal vez nunca notó que el automóvil iba ya tras de ella.

Después de buscarla por todo Monte Gordo decidieron acudir a las autoridades. “Eran como las 4 o las 4 y media cuando nos fuimos a Tecolutla a poner la denuncia -cuenta Esther- pero ahí no nos la quisieron recibir, nos dijeron que en Papantla y nos fuimos para allá”.

“Queríamos que mandaran a la policía, a la Marina, que nos entregaran a mi niña –relata Alicia- pero cuando llegamos a Papantla nos dijeron que en esos casos hay que esperar 72 horas para poder reportar la desaparición.”

“Alicia se quedó presentando la declaración –recuerda Esther- y salí junto con su esposo y ahí uno de los de la AVI nos dijo ‘ustedes aquí llorando y a lo mejor ella está gozando’… -su rostro se endurece por la rabia- quise golpearlo pero me contuve, necesitábamos su ayuda.”

Esme dobló en la siguiente esquina. En su mano izquierda apretaba las monedas con que le habían pagado el trabajo de su mamá. Ya no estudiaba, solo terminó el segundo de primaria pero sabía leer y hacer cuentas, Gaby su hermana le había enseñado.

“Es una buena niña, siempre está en su casa y le ayuda mucho a Alicia” aciertan a decir vecinos de Monte Gordo “no la veías en la calle ni platicando con chamacos.”

Avanzó unos metros más cuando del vehículo salieron unos llamados “shhhh shhh, niña, niña, ven!” urgía una voz desde adentro del automóvil. Esme, que se había detenido un poco ante el llamado, sintió la punzada del miedo y montó su bici y pedaleó frenéticamente, tras de ella iba una persona corriendo, quiso bajar de la bici para internarse por entre las casas “ahí no me alcanzarán” pero ya era tarde.

Unas frías manos la sujetaron violentamente por el brazo, lastimándola, quiso gritar pero otra mano tapó su boca. Nadie vio nada, nadie se percató de lo ocurrido.

“Ha pasado ya casi una semana y no ha llegado mi niña –relata Alicia- no me la han devuelto. Sí me han atendido, pero no hay resultados, dejaron pasar mucho tiempo, orita quien sabe Esme dónde esté… Vamos a bloquear la carretera, todos los vecinos de Monte Gordo, La Guadalupe y Flores Magón están de acuerdo, haremos lo que sea para que nos la devuelvan”.

La plática se interrumpe cuando llega una psicóloga del DIF a verla “le ha ayudado mucho –me dice Esther- ya ahorita al menos platica, antes pensábamos que se nos iba a morir y necesita ser fuerte, necesita seguir buscando a Esme…”

Miedo, pánico, terror. Sus vivaces ojos color café no alcanzan a ver nada, está sujeta de sus manos y de sus pies, recostada en posición fetal. A lo lejos escucha voces, pláticas que no distingue.

No comprende por qué le pasa esto, ¿qué pudo haber hecho una niña de 12 años para sufrir así? No lo sabe. Las lágrimas corren por sus pecosas mejillas y ya han empapado su blusa color negro con letras brillantes, su pantalón pesquero de mezclilla tiene algunas roturas, las chanclas de pata de gallo no sabe dónde quedaron.

Esme solo acierta a pensar en Jobito, su hermano menor, el consentido y en el almuerzo que ya no le compró…

Han pasado 6 días de la desaparición de Esmeralda Balverto Julián, tiene 12 años, fue vista por última vez en Monte Gordo. Vestía una blusa negra con letras doradas, un pantalón pesquero de mezclilla y unas chanclas de pata de gallo.Ella mide aproximadamente 1 metro con 50 centímetros.Es morena clara con cabello castaño oscuro hasta los hombros y tiene muchas pecas en las mejillas.

Alerta Amber

La Alerta AMBER es un sistema para la búsqueda, localización y recuperación de menores de edad desaparecidos, implementado en varios países desde 1996.

Los expertos han indicado que las primeras horas son vitales, por ello la alerta se emite de manera inmediata y es divulgada a través de diversos medios como televisión, radio, mensajes, correo electrónico, redes sociales, pantallas electrónicas, entre otras; a fin de poder llegar al mayor número de personas posibles.

Veracruz no se ha integrado a la Alerta Amber

En la entidad no se aplica la Alerta Amber, la diputada Mónica Robles dijo que ya hay avances para que Veracruz se incorpore a este programa y trabaje coordinadamente con organismos internacionales.

No se ha activado la Alerta Amber: Lagos

El Secretario de Gobierno, Erick Lagos, dijo que no se ha aplicado la Alerta Amber por la desaparición de Esmeralda "pero ya se atiende el caso... "En Veracruz no hay secuestros ni niños desaparecidos".

FUENTE : http://www.notinfomex.com.mx/2014/02/cronica-desaparicion-de-la-nina.html?utm_source=feedburner&utm_medium=twitter&utm_campaign=Feed%3A+NotinfomexINarcoviolencia+%28Notinfomex+I+Narcoviolencia.COM.MX%29