La fragilidad del campamento
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La fragilidad del campamento
Fuente: http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2204369
La fragilidad del campamento
Luis Muñoz Oliveira
La fragilidad del campamento
Presentamos un extracto del libro La fragilidad del campamento.
Un ensayo sobre el papel de la tolerancia de Luis Muñoz Oliveira,
que en estos días pondrá en circulación la editorial Almadía.
Si la tolerancia implica tensión entre lo que creemos y lo que aceptamos, no puede ser indiferencia. Sin embargo, está muy extendida la idea de que la tolerancia es indiferencia. No lo es. La indiferencia frente a la injusticia, por ejemplo, es nociva, carcome los cimientos mismos de la democracia, lo que la vuelve inaceptable. Así que es importante desenmascarar esa indiferencia que se hace pasar por tolerancia.
Esta falsa tolerancia es una forma de actuar a partir de la falta de convicciones fuertes, del desdén de la conversación, del escepticismo ramplón. En la base de esta actitud se encuentra cierto dogmatismo que pregona que todo es relativo y que por ello no hay ideas mejores que otras, que todas valen lo mismo. Esta es la postura de algunos relativistas culturales que defienden hasta el absurdo su punto. Pero sobre todo es la postura de aquellos que llamaré “prosélitos del falso respeto”, quienes defienden y siguen este principio normativo: “Todas las opiniones son respetables”.
Esta postura se ha implantado profundamente en los opinólogos, opinadores, o como sea que queramos llamar a esos personajes de gran audiencia e ideas superficiales que desgraciadamente moldean las opiniones de muchas personas1.
Instaurada ahí, la idea corre sin disimulo y funciona como principio de argumentación de muchas personas: “digas lo que digas lo respeto, lo dejo pasar sin dar argumentos en su contra”. Sin embargo, bien dice Aurelio Arteta que aquello que debemos respetar es a las personas, lo que no quiere decir que demos por sentado que sus opiniones son acertadas. Al contrario, si los juicios de quien respetamos nos parecen equivocados, debemos probar su debilidad e instar a que sean modificados. Así, hay que respetar a las personas sin importar cuales sean sus opiniones, y respetar sus opiniones en el sentido de contrastarlas y debatirlas. Se trata, pues, de un respetar activo, no de ver pasivamente como campean las opiniones aberrantes, prejuicios a partir de los que se discrimina.
Todas las opiniones son respetables, si por ello entendemos “debatibles”, lo que quiere decir que no podemos aceptarlas sin más. Desde ahí, es claro que no puede afirmarse ““todas las opiniones son respetables (no discutibles)” como hacen los “prosélitos del falso respeto”. En realidad, si quiero demostrar respeto a una opinión, tengo que debatir aquello que no comparto de la misma. Dejar de hacerlo no es muestra de respeto sino de displicencia.
Pero estos relativistas, que bien podemos llamar ignorantes, dicen respetar al no discutir y esperan ese mismo respeto: “si yo no discuto tus ideas tu no discutas las mías”. Esta actitud es una puñalada para todo intento democrático, es el fin del debate y es que lo que se revela al fondo de esta falsa tolerancia es un terrible desprecio hacia las ideas en general. Arteta tiene razón cuando afirma que si todas las ideas valen igual, entonces ninguna vale nada. Tolerar sin discutir es vaciar la tolerancia. Tolerar sin argumentar es permitir el daño que hacen los prejuiciosos, los violentos, los fundamentalistas, los cínicos.
Las personas que guían sus actos a partir de esta falsa tolerancia actúan como si no tuvieran convicciones suficientemente fuertes como para enfrentarlas a las de los demás. Así, pasan por tolerancia la indiferencia y toleran lo intolerable aceptando, como ya decíamos, un contrato perverso: “si tú no te metes conmigo, yo no me meto contigo”. Es decir, no toleran por respeto y consideración, sino para pactar un reconocimiento recíproco de las conductas injustas de cada cual.
Gracias a su ignorancia y falta de apetito argumentativo estos indiferentes alimentan la barbarie (si la entendemos como el imperio del daño). No puedo dejar de recalcar que ser indiferente frente a todo es permitir la crueldad, la discriminación y la corrupción. Esto resulta inaceptable si buscamos, como sugiere el filósofo israelí Avishai Margalit, una sociedad decente donde no se humilla a los demás.
La indiferencia, esa falsa tolerancia, defiende la nulidad moral, es decir, la imposibilidad de cualquier juicio de valor. Además, al aceptar todas las diferencias sin tomar en cuenta que muchas son causa del daño y la desigualdad, termina acogiendo en su seno, por decir algo, a los racistas, a los machistas y a los homófobos. Esta tolerancia, para lavarse las manos de todo juicio práctico, sostiene que el límite de lo tolerable es aquello que las leyes no condenan de manera expresa: “si es legal, es moral”, argumentan. La falsa tolerancia también se caracteriza por carecer de indignación moral: como todo ha de ser tolerado, dice Arteta, no habrá sobresalto ante el daño ni queja por los principios violados. Así, por ejemplo, a los prosélitos del falso respeto no les pasa por la cabeza indignarse frente a las amenazas, los insultos, la conminación a la violencia, con tal de no coartar la libertad de expresión como ellos la entienden: “soy libre de decir lo que se me dé la gana” que en realidad es “todos somos libres de decir lo que se nos dé la gana”, sin importar que con ello se dañe a los demás.
Ya decíamos que los falsos tolerantes no debaten, por lo que el importante procedimiento democrático de dar razones a favor y en contra de las distintas propuestas queda abandonado. Para ellos no es necesario justificar conductas, basta con votar, si es que lo hacen, como si los sufragios fueran razones.
La falsa tolerancia trastoca el valor de todos los proyectos y las conductas y, al afirmar que valen lo mismo, degrada aquellos proyectos de vida razonables que las personas valoran y los pone al mismo nivel de los despreciables: la vida moderada y justa vale lo mismo que la del pederasta y el secuestrador. Esta forma de “tolerar” asume que la diversidad social e ideológica es un ideal que debemos perseguir. Desde tal perspectiva, todo lo distinto es bueno. Esto, por supuesto, es un sinsentido: la pluralidad es un hecho y la tolerancia hará que esta circunstancia sea llevadera y pacífica; en cambio, la tolerancia falsa se asume como un fin, un lugar cómodo donde todo se acepta y nada se justifica.
La tolerancia que buscamos es una demanda política y una virtud moral que se levanta para defender la libertad. La ocasión de la tolerancia, señala Arteta, es la realidad brutal de la intolerancia. Y su objetivo es acabar con cualquier tipo de discriminación pública que sea injusta.2
Para continuar, hablemos de dos conceptos sin los que la tolerancia no tiene ningún sentido: democracia y razón pública, que están íntimamente ligados.
Luis Muñoz Oliveira
1 Y cuando digo que sus ideas son superficiales, no quiero decir que los opinadores no tengan ideas profundas o interesantes, no lo sé. A lo que me refiero es a que el pensamiento y la urgencia no van de la mano: pensar, a fin de cuentas, requiere de tiempo, justo de lo que carece la televisión. Pierre Bourdieu, el famoso sociólogo francés, expone así el problema en su libro de ensayos Sobre la televisión: “La televisión no resulta muy favorable para la expresión del pensamiento. Es un tópico antiguo del discurso filosófico: es la oposición que establece Platón entre el filósofo, que dispone de tiempo, y las personas que están en el ágora, la plaza pública, las cuales son presa de las prisas”. Luego añade Bourdieu: “¿Acaso la televisión, al conceder la palabra a pensadores supuestamente capaces de pensar a toda velocidad, no se está condenando a no contar más que con fast thinkers, con pensadores que piensan más rápido que su propia sombra?”
2 Hay discriminaciones que pueden ser justas; por ejemplo, la cuota de mujeres en las listas de candidatos a puestos de elección popular. Otro ejemplo pueden ser los vagones de metro exclusivos para mujeres.
belze- Staff
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Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: La fragilidad del campamento
Esta bueno se los recomeindo mucho el articulo y pinta bueno el libro. Comprense su Kindle y ahi lo compran mas baratito y lo pueden leer desde fuera del pais jejeje
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