Comando y Control: Lecciones de las Estrategias Brasileñas
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Comando y Control: Lecciones de las Estrategias Brasileñas
Lecciones de las Estrategias Brasileñas
En 2011 Brasil creció para convertirse en la sexta economía más grande el mundo superando al Reino Unido ubicándose en el estrato de potencia media. Si Brasil sigue su curso, está previsto que rebasará a Francia y se convertirá en la quinta durante 2013. Su acelerado crecimiento económico se debió en gran medida a una serie de reestructuras al sistema económico-productivo, mismas que se comenzaron desde mediados de los años noventa. El Presidente Lula da Silva (2003-2011) logró consolidar las reformas estructurales y detonar, tanto con sus políticas, como con su carisma, este gran salto. Pero a la par con el crecimiento económico, Lula buscó también reposicionar las necesidades de defensa y su capacidad de proyección del poder militar. Brasil, en este sentido, continúa muy por debajo de otras potencias medias.
La Estrategia Industrial
La necesidad de incrementar sustancialmente la capacidad de proyección de poder militar fue replanteada a través de la Estrategia Nacional de Defensa (END).
END es un documento publicado en diciembre de 2008 en portugués, español, inglés y francés, es decir, pensando en una audiencia internacional. Esta estrategia contempla desarrollar nuevas capacidades militares, no solo convencionales, también nucleares, espaciales y cibernéticas. Derivó en la formulación de requisitos ambiciosos, como la construcción de una nueva flota de submarinos nucleares y convencionales, dos portaaviones, treinta navíos destructores, una nueva familia de vehículos blindados, un avión de combate de ultima generación y un moderno avión de transporte.
En el pasado reciente, la dictadura militar había tenido ambiciones similares pero no se materializaron por falta de financiamiento, por lo tanto, desde 2008 se buscó involucrar al sector industrial brasileño con miras a emular el complejo militar-industrial de los EEUU. El plan prevé el fortalecimiento del sector tecnológico brasileño al motivar la inversión extranjera directa, ya que condiciona a las compañías internacionales de defensa a que establezcan una presencia significativa en Brasil, ya sea mediante subsidiarias locales o joint ventures, que generen transferencia de tecnología y trabajos en el sector tecnológico. A cambio Brasil brinda acceso al prometedor mercado de defensa doméstico y con ello, regional. La END garantiza su desarrollo al ligar los requisitos de defensa con el desarrollo nacional.
Las Estrategias Operativas
Al igual que muchos países democráticos en el mundo, las principales amenazas para Brasil no provienen de un enemigo externo, provienen de actores no estatales, la mayoría de ellos radicados en su interior o en sus fronteras. La violencia delincuencial en ciudades como Rio de Janeiro y Sao Paulo ha requerido importantes despliegues militares utlizando helicópteros y blindados. Irónicamente, en estos despliegues las fuerzas militares brasileñas ponen en práctica buena parte de la doctrina que han absorbido en las misiones internacionales de mantenimiento de paz de las Naciones Unidas. Con la experiencia principalmente de Haití, los despliegues militares a las favelas son seguidos por un concierto de instituciones enfocadas en el desarrollo social.
Otra preocupación estratégica es la poca presencia del Estado en las fronteras, las cuales se convierten, de facto, en zonas francas para actividades ilícitas e ilegales. Recordemos que, a diferencia de México que comparte dos fronteras con tres vecinos my diferentes, Brasil comparte una sola frontera de casi 17 mil kilómetros con nueve naciones independientes y un territorio Europeo (Guyana Francesa).
A partir de 2011, las fuerzas militares brasileñas comenzaron a realizar operaciones a gran escala, denominadas Operación Ágata I a VI. El objetivo principal de las Operaciones Ágata es combatir las actividades criminales en sus fronteras, y en ocasiones, en espacios en donde hay poca o nula presencia del Estado. Las Operaciones Ágata emplean fuerzas que varían de 3 mil a 17 mil efectivos, durante periodos de tiempo que, por lo general, no pasan de tres a cuatro semanas. En este tiempo la infraestructura criminal es atacada por cielo, mar y tierra: el ejército y fusileros navales despliegan contingentes de fuerzas especiales, aviones de inteligencia tripulados y no tripulados, surcan los cielos obteniendo blancos potenciales e información, aviones de combate lanzan bombas guiadas sobre pistas de aterrizaje clandestinas, buques de la Marina realizan operaciones de control en ríos y costas, y compañías de ingenieros militares destruyen pasos y brechas ilegales.
Las Lecciones
Si bien la presencia es temporal, a su retirada las agencias de inteligencia y seguridad pública tejen una red de recolección de información y enlace con las autoridades locales que les permitirá a largo plazo generar un mejor análisis de la actividad criminal en la zona. La temporalidad en dichas operaciones es esencial; realizar operaciones militares (u operativos policiales) especiales permanentes degrada la capacidad de las fuerzas desplegadas, restándoles eficacia, soluciona problemas únicamente de índole política, y contribuye al fracaso del desarrollo de fuerzas de policiales efectivas a nivel local.
Si bien estas estrategias tanto industrial como operativas distan de ser perfectas y requieren de mejora constante, parten de un proyecto de nación articulado mediante una política de Estado que les brinda claridad y dirección en su mandato.
FUENTE:
http://mexicoseguridad.mx/comando-y-control-lecciones-de-las-estrategias-brasilenas/
En 2011 Brasil creció para convertirse en la sexta economía más grande el mundo superando al Reino Unido ubicándose en el estrato de potencia media. Si Brasil sigue su curso, está previsto que rebasará a Francia y se convertirá en la quinta durante 2013. Su acelerado crecimiento económico se debió en gran medida a una serie de reestructuras al sistema económico-productivo, mismas que se comenzaron desde mediados de los años noventa. El Presidente Lula da Silva (2003-2011) logró consolidar las reformas estructurales y detonar, tanto con sus políticas, como con su carisma, este gran salto. Pero a la par con el crecimiento económico, Lula buscó también reposicionar las necesidades de defensa y su capacidad de proyección del poder militar. Brasil, en este sentido, continúa muy por debajo de otras potencias medias.
La Estrategia Industrial
La necesidad de incrementar sustancialmente la capacidad de proyección de poder militar fue replanteada a través de la Estrategia Nacional de Defensa (END).
END es un documento publicado en diciembre de 2008 en portugués, español, inglés y francés, es decir, pensando en una audiencia internacional. Esta estrategia contempla desarrollar nuevas capacidades militares, no solo convencionales, también nucleares, espaciales y cibernéticas. Derivó en la formulación de requisitos ambiciosos, como la construcción de una nueva flota de submarinos nucleares y convencionales, dos portaaviones, treinta navíos destructores, una nueva familia de vehículos blindados, un avión de combate de ultima generación y un moderno avión de transporte.
En el pasado reciente, la dictadura militar había tenido ambiciones similares pero no se materializaron por falta de financiamiento, por lo tanto, desde 2008 se buscó involucrar al sector industrial brasileño con miras a emular el complejo militar-industrial de los EEUU. El plan prevé el fortalecimiento del sector tecnológico brasileño al motivar la inversión extranjera directa, ya que condiciona a las compañías internacionales de defensa a que establezcan una presencia significativa en Brasil, ya sea mediante subsidiarias locales o joint ventures, que generen transferencia de tecnología y trabajos en el sector tecnológico. A cambio Brasil brinda acceso al prometedor mercado de defensa doméstico y con ello, regional. La END garantiza su desarrollo al ligar los requisitos de defensa con el desarrollo nacional.
Las Estrategias Operativas
Al igual que muchos países democráticos en el mundo, las principales amenazas para Brasil no provienen de un enemigo externo, provienen de actores no estatales, la mayoría de ellos radicados en su interior o en sus fronteras. La violencia delincuencial en ciudades como Rio de Janeiro y Sao Paulo ha requerido importantes despliegues militares utlizando helicópteros y blindados. Irónicamente, en estos despliegues las fuerzas militares brasileñas ponen en práctica buena parte de la doctrina que han absorbido en las misiones internacionales de mantenimiento de paz de las Naciones Unidas. Con la experiencia principalmente de Haití, los despliegues militares a las favelas son seguidos por un concierto de instituciones enfocadas en el desarrollo social.
Otra preocupación estratégica es la poca presencia del Estado en las fronteras, las cuales se convierten, de facto, en zonas francas para actividades ilícitas e ilegales. Recordemos que, a diferencia de México que comparte dos fronteras con tres vecinos my diferentes, Brasil comparte una sola frontera de casi 17 mil kilómetros con nueve naciones independientes y un territorio Europeo (Guyana Francesa).
A partir de 2011, las fuerzas militares brasileñas comenzaron a realizar operaciones a gran escala, denominadas Operación Ágata I a VI. El objetivo principal de las Operaciones Ágata es combatir las actividades criminales en sus fronteras, y en ocasiones, en espacios en donde hay poca o nula presencia del Estado. Las Operaciones Ágata emplean fuerzas que varían de 3 mil a 17 mil efectivos, durante periodos de tiempo que, por lo general, no pasan de tres a cuatro semanas. En este tiempo la infraestructura criminal es atacada por cielo, mar y tierra: el ejército y fusileros navales despliegan contingentes de fuerzas especiales, aviones de inteligencia tripulados y no tripulados, surcan los cielos obteniendo blancos potenciales e información, aviones de combate lanzan bombas guiadas sobre pistas de aterrizaje clandestinas, buques de la Marina realizan operaciones de control en ríos y costas, y compañías de ingenieros militares destruyen pasos y brechas ilegales.
Las Lecciones
Si bien la presencia es temporal, a su retirada las agencias de inteligencia y seguridad pública tejen una red de recolección de información y enlace con las autoridades locales que les permitirá a largo plazo generar un mejor análisis de la actividad criminal en la zona. La temporalidad en dichas operaciones es esencial; realizar operaciones militares (u operativos policiales) especiales permanentes degrada la capacidad de las fuerzas desplegadas, restándoles eficacia, soluciona problemas únicamente de índole política, y contribuye al fracaso del desarrollo de fuerzas de policiales efectivas a nivel local.
Si bien estas estrategias tanto industrial como operativas distan de ser perfectas y requieren de mejora constante, parten de un proyecto de nación articulado mediante una política de Estado que les brinda claridad y dirección en su mandato.
FUENTE:
http://mexicoseguridad.mx/comando-y-control-lecciones-de-las-estrategias-brasilenas/
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