Un Francisco I. Madero desolado recibía el Año Nuevo
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Un Francisco I. Madero desolado recibía el Año Nuevo
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Para el 31 de diciembre de 1912 el mandatario veía ya cómo el país se le iba de las manos; el Año Nuevo de 1913 marcó el inicio de sus problemas
Virginia Bautista
2012-12-31 00:20:00
CIUDAD DE MÉXICO, 31 de diciembre.- Triste, desolado, preocupado, “sintiendo que el país se le iba de las manos”. Así llegó Francisco I. Madero (1873-1913), presidente electo de México del 6 de noviembre de 1911 al 19 de febrero de 1913, a su último festejo de Año Nuevo, el 31 de diciembre de 1912.
Un día como hoy, pero de hace un siglo, el político coahuilense entró sin saberlo aún a su año negro, en el que terminaría su sueño de libertad para el país, cuando víctima de un golpe de Estado fue obligado a renunciar a la presidencia, y su vida, al ser asesinado junto con el vicepresidente José María Pino Suárez el 22 de febrero de 1913.
Fue justo el 31 de diciembre de 1912 cuando su mala suerte pareció comenzar. El presidente del Alto Tribunal, Francisco S. Carvajal, quien no había permitido que el general Félix Díaz, que se había levantado en armas contra el gobierno de Madero, por lo que estaba preso en Veracruz, fuera trasladado a la Ciudad de México, solicitó dos meses de licencia por enfermedad.
Este cambio permitió el arribo del titular interino Eduardo Castañeda, quien vio con buenos ojos el traslado del militar insurrecto a la capital, donde desde la cárcel Díaz ayudó a preparar, junto con los generales Bernardo Reyes y Manuel Mondragón, una nueva conspiración en contra de Madero, que se fraguó durante enero de 1913.
“Cometió errores graves, como traer a la Ciudad de México a Félix Díaz y no matarlo, porque eso trajo la conspiración a la capital y sentó las bases para su futuro asesinato”, afirma el historiador Alejandro Rosas.
El estudioso de los Diarios espiritistas de Madero piensa que el promulgador del Plan de San Luis, que había sido marcado por esta filosofía desde 1891, cuando conoció casualmente las obras de Allan Kardec, padre de la doctrina espiritista, se apoyó en esta fe con mayor fuerza durante los últimos meses de su vida.
“El espiritismo de Madero no debe verse como una charlatanería o una excentricidad. Fue una creencia que marcó el rumbo de todos los actos de su vida pública y privada. Su fe en la democracia, la defensa de la libertad y su respeto por la dignidad humana abrevaban de las aguas de su espiritismo”, explica.
Pero ni su fe espiritista le levantó el ánimo al mandatario que esos últimos días de 1912 recibía cartas de militares y amigos militantes, como Porfirio N. Talamantes y Carmen Serdán, quienes le contaban la forma como se estaban armando varios grupos a lo largo del país.
En una misiva fechada el 31 de diciembre de 1912 en Casas Grandes, Chihuahua, Talamantes le pide “interponer su valiosa influencia” y autorizar la formación de un cuerpo rural de voluntarios, que podría integrar con 40 hombres bajo el nombre de Fuerza Auxiliar del Estado, y los pone a su disposición.
Y Serdán le informa, en la carta ubicada en el expediente 24 de la caja 1 de la Colección Revolución, sobre la venta de artillería y parque en diversas poblaciones de Coahuila, que estaban siendo comprados por zapatistas y porfiristas. Le sugiere que el gobierno maderista “debía recoger y comprar dicho armamento para darlo a los cuerpos rurales” y así evitar más derramamiento de sangre.
Para el historiador Pedro Castro, Madero nunca entendió bien las cosas que se desencadenaron. “Como no entendía los propósitos de los actores que le rodearon, fue cometiendo errores muy graves, que tenían que ven con su origen de clase; él era un gran terrateniente norteño y pensó que un cambio político sería suficiente.
“Llegó un momento en que quedó mal con todo el mundo, hasta con sus aliados, y acabó siendo víctima de un golpe de Estado. Fue trágico, pues no se conformaron con desplazarlo del poder, sino que lo asesinaron. No entendió la complejidad del México de ese momento”.
Rosas señala que le faltó visión de estadista. “Él quería impulsar la democracia, la transformación de las instituciones y transitar pacíficamente hacia un régimen de libertades públicas. Pero nunca supo cómo hacerlo, porque tampoco supo leer cuáles eran las circunstancias sociales del país”.
Laboró sus últimos días
Además de las mencionadas cartas del militar Porfirio N. Talamantes y Carmen Serdán, el presidente Francisco I. Madero atendió los últimos días de 1912, en su despacho del Castillo de Chapultepec, diversos asuntos que dejan de manifiesto que trabajó hasta el último día del año, antes de reunirse con su familia y sus amigos a recibir el nuevo 1913.
Un ejemplo es la misiva que le envió el 26 de diciembre Alfredo Cámara Vales, en la que le narra el acuerdo al que llegó con los grupos indígenas de Santa Cruz de Bravo, Oaxaca, cuyo levantamiento no estaba integrado por seis u ocho mil indios, como se rumoraba, sino que eran 400 personas.
“No obstante esto, considero estos tratados un paso importante para la pacificación, si no completa, sí de la mayoría de los indios, pues este contingente de cuatrocientos indios que se rinden hoy pueden servirnos de lazo o mediadores para con los demás. También me es grato participarle que los cuarenta indios que salieron a la entrevista, aceptaron con gusto mi proposición de proporcionarles trabajo, remunerándolos equitativamente en el corte de maderas”, apunta la carta.
El 25 de diciembre, Flavio Guillén le escribe desde Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, evidenciándole su desacuerdo sobre la sustitución de jefes políticos por presidentes municipales.
“… el Jefe Político no queda suprimido, sino solamente sustituido por el Presidente Municipal de las Cabeceras Departamentales. Como Ud. ve, no habiendo supresión de jefe, no quedan suprimidos los males que éste pueda hacer, si sólo vemos el lado malo; y, lo que es peor, siendo el Presidente Municipal electo popularmente, no podría destituirlo el Gobernador, cuando aquél se convirtiera en déspota”.
Y los miembros del Centro Industrial Mexicano le mandaron desde Puebla, el 16 de diciembre, una misiva con el tema “La iniciativa nos llevará a la ruina completa”, refiriéndose a las modificaciones introducidas por la Alta Cámara a la Ley Obrera.
A manera de telegrama le informan. “… En junta de hoy acordó desconocer acuerdos Convención, toda vez que, modificación introducida en Ley Obrera por Senado… burla plausibles propósitos Gobierno al procurar tarifa uniforme y pone a fábricas no comprendidas en excepciones de esa modificación en condiciones de inferioridad respecto de aquellas, quebrantándose compromiso de Tarifa Mínima.”
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