Leyenda Olimpica: General Humberto Mariles
+5
Defekator
mossad
Eze_Hunter_JxG
asterix
BIMFUSPAR
9 participantes
Página 1 de 1.
Leyenda Olimpica: General Humberto Mariles
Antes de iniciar con este post quiero decir que en lo personal admiro mucho a este hombre, recuerdo que de niño mi abuelo me hablo del General Mariles y desde esa vez desperto en mi una gran admiracion hacia el General Mariles, me da un poco de tristeza saber que su vida termino de una forma en la cual pienso yo los hombres que ponen en alto el nombre de Mexico no deberian morir.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Lunes 4 de Agosto, 2008
El único mexicano que ha ganado dos medallas de oro, el único que consiguió tres preseas en una sola edición olímpica, fue también un hombre que vivió y murió en medio de la intriga –que es un deporte nacional no reconocido. El teniente coronel Mariles viajó a la cita olímpica de 1948, en Londres, en contra de las órdenes del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Meses antes, el presidente Miguel Alemán había ordenado cancelar el viaje. ¿La razón esgrimida?: “No pueden ganar”. La real: Mariles es conocido avilacamachista y su relación con el grupo de militares cercano a Alemán no es buena. A su llegada a Europa, fue requerido por el embajador en Italia, quien le dijo que tenía orden de aprehensión por desacato a la autoridad, peculado y deserción. Entendió entonces que estaba obligado a ganar. La gira preolímpica del equipo ecuestre fue muy exitosa. Destacó en particular Raúl Campero, quien obtuvo siete primeros lugares y cinco segundos. Pero en Londres, Mariles decidió que Campero, y Joaquín Solano lo acompañaran en la Prueba de Tres Días (adiestramiento, competencia de salto y carrera steeplechase a campo traviesa). Se inscribió junto con Rubén Uriza y a su cuñado Alberto Valdés en la Copa de las Naciones (competencia de salto). Dejó afuera a Victor Manuel Saucedo. Se gestaban rencores. El equipo mexicano de los Tres Días obtuvo el bronce, a pesar de haber sido castigado duramente en la prueba de doma. La Copa de las Naciones fue parte de la ceremonia de clausura de esos juegos. El último jinete fue precisamente Mariles, montando sobre Arete, el famoso alazán tuerto. Hizo un recorrido casi impecable, con el que se llevó el oro individual y confirmó que también por equipos México se llevaba los máximos honores. El presidente Alemán llamó al teniente coronel para felicitarlo y decirle lo orgulloso que estaba el país. Es obvio que ya no había acusaciones en su contra… y Mariles se convirtió en alemanista furibundo. Cuenta la leyenda que, en los días de cambio presidencial, Mariles —ya ascendido a general—fue el encargado de entregar las instalaciones de la residencia oficial de Los Pinos al equipo entrante, y ahí se hizo de palabras con Uruchurtu, López Mateos y el mismo Ruiz Cortines, a quienes acusó de sinvergüenzas y traidores. La fría respuesta de Ruiz Cortines, ya presidente, fue destruir el equipo ecuestre y quitarle los terrenos a la escuela de equitación. A partir de entonces, el sino se le volteó y —aunque seguía siendo una figura muy popular— perdió prestigio y, sobre todo, poder. En 1967, por un altercado de tráfico, Mariles disparó sobre el otro automovilista, quien murió una semana después. Fue condenado a siete años de prisión, pero salió en 1971, para volver a ser aclamado como héroe deportivo. A los dos días de que fue vitoreado por las masas en el Desfile de la Revolución, el caballista recibió la orden de ir a París, supuestamente para comprar unos caballos. En Francia, comió con dos tipos en un restaurante. Eran narcotraficantes. Los tres fueron detenidos. Dos semanas después, el medallista olímpico amaneció muerto en su celda. Al parecer, fue envenenado. Y, aunque posteriormente el oficial mexicano fue absuelto de los cargos de narcotráfico, la maraña de intrigas nunca logró desatarse. Como no se han podido desanudar la grandiosa leyenda olímpica y la descomunal leyenda negra que acompañan para siempre la figura de Humberto Mariles.
Relato de los hechos del incidente de transito
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Ha sido invitado el general por el diario La Afición a que asista a sus instalaciones, pues en este 1964 inaugurará rotativas. Después del festejo y a bordo del Chevrolet rojo convertible, de su hija Virginia, el caballista emprende el regreso a casa.
Pero en el camino se produce un incide de tránsito.
De coche a coche, Mariles discute con contratista Jesús Velázquez Méndez, que duce un lujoso Chevrolet sedán último modelo.
En la investigación oficial de los hechos declaró el médico veterinario Roberto Macías Naranjo, catedrático de la UNAM, quien atestiguó lo ocurrido:
El conductor del vehículo sedán iba carril de alta velocidad en el Periférico haciendo señas, moviendo la mano en actitud grosera. insultando al conductor del convertible. Mas adelante, el hombre del sedán se cerró hacia su derecha acosando al del convertible, quien redujo la velocidad. Posteriormente, el sedán pasó al carril central y siguió cerrándose sobre el convertible. El tripulante del coche grande, además de las señas que hacía con el brazo, tocaba intermitente el claxon mentándole la madre al del carro pequeño. La actitud de este conductor era meramente pasiva: eludía, haciéndose aún más a su derecha, todos aquellos cerrones. Hasta que, de plano, el carro grande embistió abiertamente al convertible. Ellos salieron hacia Reforma Lomas y yo seguí. Ya no pude ver más.
Al salir del Periférico y a unos metros de la Fuente de Petróleos, ya muy cerca de la casa del generalse produjo el último cerrón. Velázquez frenó e impidió el paso al militar.
Advirtiendo la posibilidad de un encuentro violento, corrió hacia ellos el policía Angel Juárez Cruz, quien declaró:
-...Todo pasó rápidamente. Los individuos discutieron acaloradamente, hasta que el conductor del sedán subió a su auto y bajó de él teniendo en la mano derecha la espátula para cambiar llantas y con ella se lanzó sobre el otro hombre. Hubo un forcejeo y de repente se escuchó un disparo y cayó el conductor del sedán.
Humberto Mariles había disparado su calibre .38; hizo blanco en el vientre de Velázquez.
Doña Alicia(esposa del Gral. Mariles):
- A un hombre no lo educan en el Heroico Colegio Militar para recibir insultos, menos cuando el insulto es tal que pocos pueden soportarlo. Un militar como Humberto simplemente no podía dejarse insultar a tal grado, no fue educado para eso.
El propio Mariles y el policía Juárez Cruz subieron a Velázquez al convertible. El caballista llevó al herido a la Cruz Roja y permaneció allí hasta que, según los doctores que lo atendían, aquel hombre estaba fuera de peligro.
Tanto el agente del Ministerio Público adscrito a la benemérita institución como los médicos que intervinieron a Velázquez Méndez hicieron constar, en actas, que el herido presentaba una fuerte intoxicación alcohólica.
Escribió el Ministerio Público, después de tomar declaración a Velázquez Méndez:
-...que, sin recordar la hora, manejaba su automóvil cuando tuvo una dificultad por un incidente de tránsito, que esto molestó al general Mariles, quien sacó su pistola y le dio un balazo; que no recuerda más ni recuerda en qué lugar sucedió el incidente.
En la Cruz Roja, Velázquez Méndez charló también con el licenciado Herminio Ahumada:
- ¿Cómo te sientes?-, preguntó el abogado.
- Bastante fregado, ingeniero.
- ¿Pues qué te pasó?
- Es que tuve un agarrón con el general Mariles y me fregó porque yo no traía más que la espátula; me dio un balazo. Me fue mal, pero casi le rompo la cabezota.
Mariles se encargó, personalmente, del traslado de Velázquez Méndez a un sanatorio particular y a continuación se puso a la disposición de las autoridades para la averiguación correspondiente y solicitó su defensa a los licenciados Adolfo Aguilar y Quevedo y Arturo Chaim. En ningún momento negó su responsabilidad en los hechos; aduciría, en cambio, que actuó en legítima defensa.
Los abogados defensores hicieron una exhaustiva y rápida investigación. Se entrevistaron con gente cercana a Velázquez Méndez, obtuvieron datos y documentos y en un folder, entregaron la recopilación de lo investigado, en la que destacan los siguientes puntos:
- Velázquez Méndez llevaba una vida desordenada y carente de frenos morales; había procreado varios hijos en uniones libres con diversas mujeres.
- Incurría frecuentemente en ebriedad y la intoxicación alcohólica le provocaba -como el día de los hechos- una reacción de embriaguez patológica, con un intenso impulso querellante y agresivo.
- Entre muchos incidentes similares a aquel en el que había resultado herido, destacaba uno similar, sucedido apenas días antes, cuando balaceó a otros conductores en la carretera México-Puebla. Estaba, pues, en libertad bajo fianza cuando se suscitaron los hechos."
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
[URL=https://2img.net/r/ihimizer/i/mariles3.jpg/][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Lunes 4 de Agosto, 2008
El único mexicano que ha ganado dos medallas de oro, el único que consiguió tres preseas en una sola edición olímpica, fue también un hombre que vivió y murió en medio de la intriga –que es un deporte nacional no reconocido. El teniente coronel Mariles viajó a la cita olímpica de 1948, en Londres, en contra de las órdenes del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Meses antes, el presidente Miguel Alemán había ordenado cancelar el viaje. ¿La razón esgrimida?: “No pueden ganar”. La real: Mariles es conocido avilacamachista y su relación con el grupo de militares cercano a Alemán no es buena. A su llegada a Europa, fue requerido por el embajador en Italia, quien le dijo que tenía orden de aprehensión por desacato a la autoridad, peculado y deserción. Entendió entonces que estaba obligado a ganar. La gira preolímpica del equipo ecuestre fue muy exitosa. Destacó en particular Raúl Campero, quien obtuvo siete primeros lugares y cinco segundos. Pero en Londres, Mariles decidió que Campero, y Joaquín Solano lo acompañaran en la Prueba de Tres Días (adiestramiento, competencia de salto y carrera steeplechase a campo traviesa). Se inscribió junto con Rubén Uriza y a su cuñado Alberto Valdés en la Copa de las Naciones (competencia de salto). Dejó afuera a Victor Manuel Saucedo. Se gestaban rencores. El equipo mexicano de los Tres Días obtuvo el bronce, a pesar de haber sido castigado duramente en la prueba de doma. La Copa de las Naciones fue parte de la ceremonia de clausura de esos juegos. El último jinete fue precisamente Mariles, montando sobre Arete, el famoso alazán tuerto. Hizo un recorrido casi impecable, con el que se llevó el oro individual y confirmó que también por equipos México se llevaba los máximos honores. El presidente Alemán llamó al teniente coronel para felicitarlo y decirle lo orgulloso que estaba el país. Es obvio que ya no había acusaciones en su contra… y Mariles se convirtió en alemanista furibundo. Cuenta la leyenda que, en los días de cambio presidencial, Mariles —ya ascendido a general—fue el encargado de entregar las instalaciones de la residencia oficial de Los Pinos al equipo entrante, y ahí se hizo de palabras con Uruchurtu, López Mateos y el mismo Ruiz Cortines, a quienes acusó de sinvergüenzas y traidores. La fría respuesta de Ruiz Cortines, ya presidente, fue destruir el equipo ecuestre y quitarle los terrenos a la escuela de equitación. A partir de entonces, el sino se le volteó y —aunque seguía siendo una figura muy popular— perdió prestigio y, sobre todo, poder. En 1967, por un altercado de tráfico, Mariles disparó sobre el otro automovilista, quien murió una semana después. Fue condenado a siete años de prisión, pero salió en 1971, para volver a ser aclamado como héroe deportivo. A los dos días de que fue vitoreado por las masas en el Desfile de la Revolución, el caballista recibió la orden de ir a París, supuestamente para comprar unos caballos. En Francia, comió con dos tipos en un restaurante. Eran narcotraficantes. Los tres fueron detenidos. Dos semanas después, el medallista olímpico amaneció muerto en su celda. Al parecer, fue envenenado. Y, aunque posteriormente el oficial mexicano fue absuelto de los cargos de narcotráfico, la maraña de intrigas nunca logró desatarse. Como no se han podido desanudar la grandiosa leyenda olímpica y la descomunal leyenda negra que acompañan para siempre la figura de Humberto Mariles.
Relato de los hechos del incidente de transito
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Ha sido invitado el general por el diario La Afición a que asista a sus instalaciones, pues en este 1964 inaugurará rotativas. Después del festejo y a bordo del Chevrolet rojo convertible, de su hija Virginia, el caballista emprende el regreso a casa.
Pero en el camino se produce un incide de tránsito.
De coche a coche, Mariles discute con contratista Jesús Velázquez Méndez, que duce un lujoso Chevrolet sedán último modelo.
En la investigación oficial de los hechos declaró el médico veterinario Roberto Macías Naranjo, catedrático de la UNAM, quien atestiguó lo ocurrido:
El conductor del vehículo sedán iba carril de alta velocidad en el Periférico haciendo señas, moviendo la mano en actitud grosera. insultando al conductor del convertible. Mas adelante, el hombre del sedán se cerró hacia su derecha acosando al del convertible, quien redujo la velocidad. Posteriormente, el sedán pasó al carril central y siguió cerrándose sobre el convertible. El tripulante del coche grande, además de las señas que hacía con el brazo, tocaba intermitente el claxon mentándole la madre al del carro pequeño. La actitud de este conductor era meramente pasiva: eludía, haciéndose aún más a su derecha, todos aquellos cerrones. Hasta que, de plano, el carro grande embistió abiertamente al convertible. Ellos salieron hacia Reforma Lomas y yo seguí. Ya no pude ver más.
Al salir del Periférico y a unos metros de la Fuente de Petróleos, ya muy cerca de la casa del generalse produjo el último cerrón. Velázquez frenó e impidió el paso al militar.
Advirtiendo la posibilidad de un encuentro violento, corrió hacia ellos el policía Angel Juárez Cruz, quien declaró:
-...Todo pasó rápidamente. Los individuos discutieron acaloradamente, hasta que el conductor del sedán subió a su auto y bajó de él teniendo en la mano derecha la espátula para cambiar llantas y con ella se lanzó sobre el otro hombre. Hubo un forcejeo y de repente se escuchó un disparo y cayó el conductor del sedán.
Humberto Mariles había disparado su calibre .38; hizo blanco en el vientre de Velázquez.
Doña Alicia(esposa del Gral. Mariles):
- A un hombre no lo educan en el Heroico Colegio Militar para recibir insultos, menos cuando el insulto es tal que pocos pueden soportarlo. Un militar como Humberto simplemente no podía dejarse insultar a tal grado, no fue educado para eso.
El propio Mariles y el policía Juárez Cruz subieron a Velázquez al convertible. El caballista llevó al herido a la Cruz Roja y permaneció allí hasta que, según los doctores que lo atendían, aquel hombre estaba fuera de peligro.
Tanto el agente del Ministerio Público adscrito a la benemérita institución como los médicos que intervinieron a Velázquez Méndez hicieron constar, en actas, que el herido presentaba una fuerte intoxicación alcohólica.
Escribió el Ministerio Público, después de tomar declaración a Velázquez Méndez:
-...que, sin recordar la hora, manejaba su automóvil cuando tuvo una dificultad por un incidente de tránsito, que esto molestó al general Mariles, quien sacó su pistola y le dio un balazo; que no recuerda más ni recuerda en qué lugar sucedió el incidente.
En la Cruz Roja, Velázquez Méndez charló también con el licenciado Herminio Ahumada:
- ¿Cómo te sientes?-, preguntó el abogado.
- Bastante fregado, ingeniero.
- ¿Pues qué te pasó?
- Es que tuve un agarrón con el general Mariles y me fregó porque yo no traía más que la espátula; me dio un balazo. Me fue mal, pero casi le rompo la cabezota.
Mariles se encargó, personalmente, del traslado de Velázquez Méndez a un sanatorio particular y a continuación se puso a la disposición de las autoridades para la averiguación correspondiente y solicitó su defensa a los licenciados Adolfo Aguilar y Quevedo y Arturo Chaim. En ningún momento negó su responsabilidad en los hechos; aduciría, en cambio, que actuó en legítima defensa.
Los abogados defensores hicieron una exhaustiva y rápida investigación. Se entrevistaron con gente cercana a Velázquez Méndez, obtuvieron datos y documentos y en un folder, entregaron la recopilación de lo investigado, en la que destacan los siguientes puntos:
- Velázquez Méndez llevaba una vida desordenada y carente de frenos morales; había procreado varios hijos en uniones libres con diversas mujeres.
- Incurría frecuentemente en ebriedad y la intoxicación alcohólica le provocaba -como el día de los hechos- una reacción de embriaguez patológica, con un intenso impulso querellante y agresivo.
- Entre muchos incidentes similares a aquel en el que había resultado herido, destacaba uno similar, sucedido apenas días antes, cuando balaceó a otros conductores en la carretera México-Puebla. Estaba, pues, en libertad bajo fianza cuando se suscitaron los hechos."
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
[URL=https://2img.net/r/ihimizer/i/mariles3.jpg/][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
BIMFUSPAR- Clases/Maestres
- Cantidad de envíos : 440
Fecha de inscripción : 19/12/2009
Re: Leyenda Olimpica: General Humberto Mariles
muy interesante el relato......que me hizo buscar algo màs......
creo que lo dice la nota...su error...fue contradecir al Sr. Presidente....y salirse con la suya........
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Humberto Mariles
Oro (2) y bronce en equitación | Salto y Prueba de los Tres Días
Humberto Mariles montando a Arete, un caballo tuerto que sabía volar.Archivo/El Universal
Ficha Técnica
Humberto Mariles Cortés
Equitación.
Dos medallas de oro y una de bronce.
Juegos Olímpicos: Londres, 1948
Fecha de nacimiento: 13 de junio de 1913
Lugar de nacimiento: Parral, Chihuahua
Fecha de fallecimiento: 6 de diciembre de 1972, París, Francia
Especialidad: Prueba de salto individual, Salto por equipos y Prueba de los Tres Días.
» El presidente cancela el viaje
» El caballo tuerto
» Y, Arete sabe volar
» ¿Cómo llegó Arete con Mariles?
» ¿Y qué pasó con Resorte?
» Y al fin, los Juegos Olímpicos
» La pérdida de Arete
» Otro desacato al Presidente y el fin
El Presidente cancela el viaje
Finales de febrero de 1948...
Se apresta, el equipo mexicano de equitación, a partir hacia la última gira previa a los Juegos Olímpicos de Londres. Será por pistas europeas.
Pero, sorpresivamente, el teniente coronel Humberto Mariles -al frente del grupo- es requerido por el presidente Miguel Alemán.
Dice éste, con fría voz que hiela la sangre del militar:
-Sabe usted, teniente coronel, que el viaje se cancela”.
Sorprendido por la noticia, visiblemente molesto, pregunta Mariles:
-¿Puedo saber por qué, señor Presidente?”
Responde, lacónico, el mandatario:
-No pueden ganar...
Y se refiere entonces, despectivamente, al tan orgullo de Mariles:
-No pueden ganar con esas carretas de caballos, con ese tuerto...
Se irrita Mariles con el insulto a Arete. Intenta una protesta:
-Con todo respeto, señor Presidente, pero...
Interrumpe, terminante, el hombre del poder:
-¡Es todo, teniente coronel!
Se cuadra el militar y pide permiso para tirarse.
-Adelante.
Mariles ya tiene todo arreglado para el viaje. Ha cubierto los gastos. El equipo reeditado para cada competencia europea incluyendo, por supuesto, la olímpica. Los trailers ya están listos para salir hacia el puerto Galveston. Es, ni más ni menos, la culminación de 12 años de trabajo; el toque final de una larguisima preparación con miras a competir en unos Juegos Olímpicos.
Así que determinado a todo con tal de no fracasar en la empresa, Mariles recurre al expresidente Manuel Avila Camacho, quien le profesa especial afecto, y a quien solicita interceda por él. Telefónicamente, Avila Camacho y Alemán acuerdan encontrase ese fin de semana.
Pero apenas es martes e intuyendo que será muy difícil que el presidente Alemán acceda a la petición que le hará el hombre a quien sucede en el mando del país, toma Mariles una brava decisión: se va. No espera. Pone en orden sus cosas, se reúne con los demás miembros del equipo y les informa lo que ocurre. El grupo se solidariza con él: irán todos, pase lo que pase. Sólo pone Mariles una condición: la responsabilidad será totalmente suya. Si algo sucede, si algo va mal, será sólo él quien pague las consecuencias. El equipo ecuestre mexicano, considerado ya en el medio como una de las posibles sorpresas en Londres, parte a Nueva York y antes de embarcarse hacia Italia, compite en Toronto, gana cinco de seis pruebas y es campeón del concurso Cóndor.
Al llegar a Roma, Mariles es esperado por el embajador Antonio Armendáriz, quien ha reclamado su inmediata presencia. El se reporta al instante. Y entonces, el diplomático tiene que olvidar la vieja amistad que lo une al militar y le informa, con gran pesar:
-Perdóneme, don Humberto, pero mejor regrese a México. Tenemos una orden de aprehensión contra usted. Se le acusa de desacato a la autoridad, peculado, deserción y de otras cosas. Vuelva, se lo suplico.
Responde Mariles, enmarcando sus palabras en una dura sonrisa:
-No, señor embajador; lo siento, pero no regreso. Ya estoy aquí. ¿Cómo hacerlo? Mire, mejor hablamos mañana.
Al día siguiente está programada, en la capital italiana, la importante prueba de fuerza, dentro del tradicional Concorso Ippico Internazionale.
Federico El Pollo Franco, veterinario del equipo, trabaja con ahínco toda esa tarde, toda esa noche, y deja listos para la competencia a aquellos caballos casi muertos por el largo viaje.
Y son a partir de ese primero de mayo, cuatro jornadas de rotundo éxito del equipo mexicano que, finalmente, es recibido por su Santidad el papa Pío XII, el día diez. También él felicita al grupo de caballistas. Los teletipos hacen volar la noticia.
Miguel Alemán va olvidando su enojo.
Más victorias para el equipo, ahora en Suiza y finalmente, la lluvia de medallas en los Juegos Olímpicos londinenses...
Y una singular llamada telefónica para felicitar a Mariles y a su grupo: la que hace, desde México, el presidente Miguel Alemán Valdés.
Una serie de acusaciones ha sido ya retirada.
El caballo tuerto
Humberto Mariles recibió la encomienda de preparar a un equipo ecuestre mexicano con el objetivo de llegar a los Juegos Olímpicos.
Sabía que en en México, calidad suficiente como para competir en los más altos niveles mundiales de la equitación; lo que se requería era de un trabajo muy disciplinado, basado en un exacto programa de actividades y de competencias nacionales e internacionales y por supuesto, de un decidido apoyo financiero, que le fue ofrecido por el Presidente de la República, Lázaro Cárdenas.
Y Mariles se puso a trabajar.
Organizó, en 1938, el primer Gran Concurso Hípico Internacional de México disputado en el estadio Nacional. Y se alzó con la victoria, montando a Diablo.
Y mientras él iniciaba la pesada tarea de conformar un equipo olímpico de equitación, en ese mismo año y allá en un modesto rancho de los Altos de Jalisco, llamado Las Trancas, nacía un potrillo de fina estampa y de ilustres padres desconocidos. Era un alazán tostado que desde el primer día cautivó a sus criadores quienes de inmediato le llamaron Arete, por una hendedura natural en la oreja izquierda.
Los caminos de Humberto Mariles y de Arete se unirían años más tarde... E inscribirían sus nombres, juntos, en la historia del deporte.
En 1939 llegó para Mariles, la primera gran victoria: el equipo mexicano se presentó en el famoso y exigente circuito ecuestre del Madison Square Garden y ganó la copa Bowman, con un primer lugar y dos segundos sitios, compitiendo contra los mejores binomios de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Francia. Mariles fue la estrella refulgente de ese concurso, a bordo de Lomigamito. James Williams, alcalde de Nueva York, llamó as de ases al militar mexicano.
Al año siguiente, entonces sobre Resorte, Mariles -cuyo compañero fue el teniente Ramiro Rodríguez Palafox- conquistó el triunfo en el importante concurso internacional en Chile.
Mariles y Resorte comenzaban a ganar fama.
Por ese entonces el coronel Rocha Ganbay, comandante del trigésimo regimiento destacado en los Altos de Jalisco, compraba en 400 pesos a aquel alazán tostado y para amansarlo designó a un caballerango de nombre Benito, quien posteriormente trabajó en el Hípico Francés. Arete empezó a ser montado por los oficiales del regimiento. Cuando el general Rocha fue trasladado a Ameca, se llevó con él a su alazán. Meses después, de vuelta en Guadalajara, lo regaló al general Enríquez Guzmán, comandante de la décimoquinta zona militar. Arete fue incorporado al equipo de saltos. Comenzaba a cumplir con su destino.
Las Olimpiadas XII y XIII, correspondientes a los años de 1940 y 1944, cumplen su ciclo sin ser disputadas por la Segunda Guerra Mundial.
Pero, dentro de lo posible, Humberto Mariles y el equipo ecuestre nacional continúan con su preparación.
Y, Arete sabe volar
Arete se vuelve un mito en Jalisco. Su jinete será ahora el capitán Salvador Villalobos quien, incansable, le dedica horas y horas de su tiempo.
Habrá que verlo en México.
Y a México van Arete y Villalobos a participar en 1945, en el campeonato nacional de potencia. Ni quien piense en ellos cuando de analizar posibles triunfadores se trata, porque los favoritos son: el teniente Vicente Mendoza, sobre Húsar; Pablo Jean, con Muchacho, y el teniente Joaquín Solano, quien monta a Valiente.
En los primeros saltos y al llegar la barrera a 1.60 metros, quedan eliminados Mendoza-Húsar y Solano-Valiente. Al 1.75 ya sólo sobreviven Jean-Muchacho y Villalobos-Arete. Los primeros tendrán que conformarse con la medalla de plata, porque no pueden librar el 1.80.
Villalobos y Arete, dueños ya de la de oro, se impulsan hasta saltar 1.85.
Era, el del alazán tostado, un estilo muy peculiar de saltar. Iniciaba con paso casi lento y hasta desgarbado. Pero cuando lo enfilaban hacia la valía, era su cuerpo una brillosa masa de músculos en poderosa acción. Impresionaba su fuerza en el arranque y su ligereza en el galope. Al aproximarse al obstáculo y en contra de toda ortodoxia, Arete frenaba su ritmo avasallador y entonces se elevaba con toda gracia y firmeza en cada uno de sus movimientos.
Doña Alicia Valdez, viuda de Mariles, relata: “Saltando, Arete era todo un poema... Sobre todo -sonríe la dama- cuando uno podía respirar después de verlo frenarse así. En broma le llamábamos El Elevador. Porque subía de repente y de la nada”.
¿Y cómo llegó Arete con Mariles?
En 1947 se desintegró el equipo de saltos de la decimoquinta zona militar. Entonces el general Enríquez vendió a Arete en ocho mil pesos al ingeniero Juan José Barragán, de Guadalajara, quien posteriormente, lo cedió a Casimiro Jean, presidente del Club Hípico Francés.
Mariles y Resorte cierran el año en forma impresionante: vuelven a imponerse en Nueva York y a continuación, ganan cinco de seis pruebas en el Gran Concurso Internacional en Toronto, Canadá.
Un día de enero, ya en 1948, año olímpico y atendiendo a una reiterada invitación hecha por Casimiro Jean, Mariles acude al club Hípico Francés a conocer un alazán tostado, tuerto -por una deficiencia orgánica fue perdiendo poco a poco la vista del ojo izquierdo-y castrado, al que llaman Arete y del que se cuentan grandes historias. Lo monta... y desde ya, comprende que comienza el fin de la carrera de Resorte.
¿Y qué pasó con Resorte?
Mariles, al día en todo lo relativo a su actividad, había jugado con sus adversarios una especie de ajedrez equino en los grandes circuitos: en las primeras competencias, en Nueva York y en México, presentó caballos que se caracterizaban por su precisión en el salto; traducción: caballos lentos; sacrificaba rapidez por seguridad. Los equitadores de otros países respondieron con corceles que cubrían en mucho menos tiempo los recorridos, lo que en ocasiones -sobre todo cuando había empate en faltas- resultaba decisivo. Mariles contratacó con Resorte, que era eso: arrancaba disparos como un resorte. Era, sin duda, uno de los caballos más veloces del mundo, pero había que tener muchísimo cuidado con él en cada salto. Y conforme evolucionaba todo, lo hacía también la equitación: cada día eran más altos los obstáculos. Resorte perdía, pues, mucho terreno. Así que Mariles se encontró de repente y emergida de la nada, con el arma ideal para contrarrestar las nuevas circunstancias: Arete era un caballo acaso no tan rápido como Resorte pero, a cambio, muy potente y gran saltador; un caballo, en síntesis, que ofrecía mucha seguridad en esos tiempos de cambio... Y siendo como era, hombre de rápidas decisiones, Mariles tomó una al instante: sería Arete su nueva cabalgadura.
Y a partir de ese mismo momento, está sobre él, corrigiendo sus defectos, mejorando sus aptitudes; haciendo de él, en síntesis, un caballo de competencia olímpica. A sólo siete meses...
Poco después el militar revela, en una charla informal con varios reporteros que
-¡oh, sorpresa!- Resorte no irá a Europa, que su lugar será ocupado por Arete y que será éste el corcel con el que participe en los Juegos Olímpicos.
Ya.
Dos destinos son unidos.
Sólo la muerte, como en el matrimonio, separará a Mariles y a Arete.
Y al fin, los Juegos Olímpicos
Todo comenzó el 8 de agosto. Mariles, Raúl Campero y Joaquín Solano Chagoya dieron la primera gran sorpresa de los Juegos al conquistar -por equipos- la medalla de bronce en la prueba de los Tres días.
Fueron superados únicamente por Estados Unidos y Suecia.
Primera gran emoción. Primer ascenso al podio. Primera gran felicidad. Nuestra bandera ondeando en cielo londinense.
Pero faltaba lo mejor. Eso vendría seis días después: el 14 de agosto.
Agonizan los Juegos. La gente acude, emocionada y ya nostálgica, al adiós. Verá la ceremonia de clausura pero más que nada, público amante de las competencias ecuestres, presenciará la prueba final de la Olimpiada: el tradicional Gran Premio de las Naciones.
Serán premiados los tres primeros equitadores.
Serán premiados, también, los tres primeros equipos.
Ya han hecho su recorrido 43 de los 44 competidores. Han terminado únicamente 20.
Aires de triunfo soplan en el campamento mexicano: Rubén Unza está empatado con el militar francés Jean F. D'Orgeix y con el estadunidense Franklin Wing, en primer lugar de la clasificación individual, con sólo 8 faltas. Pase lo que pase, tendrá que ir a una ronda de desempate. Pero nada arrebatará a México una medalla. Por equipos, la situación es mucho más cómoda: Alberto Valdés ha cometido 20 faltas, así que la escuadra nacional acumula apenas 28 y está al frente, con una amplia ventaja: ya los caballistas españoles han terminado su actuación y suman 56.5 puntos. Solamente una muy irregular actuación de ese jinete que tan bien luce sobre el alazán tostado y que se apresta ya a iniciar su recorrido, puede poner en peligro la medalla de oro...
Sólo que ese jinete, el deportista que pondrá fin a la primera epopeya olímpica de la posguerra, se llama Humberto Mariles. Y el alazán tuerto se llama Arete.
Y allá parten, envuelto el estadio todo en un silencio sepulcral. La expectación es grande.
Ochenta mil pares de ojos siguen, al detalle, cada uno de los movimientos de jinete y cabalgadura.
Es cadencioso el ritmo del binomio. Elegante el trote del caballo y firme su arremetida contra las barreras. Van quedando atrás, saltados limpiamente, cada uno de los obstáculos.
Y ya. Ya el hombre y la noble bestia se aproximan a la peligrosa ría, donde han muerto las esperanzas de muchos. Ría que parece un abismo. A ella sucede el salto final, que tendrá que ser un vuelo, si se quiere librar ese impresionante muro de ladrillos. Mariles llega sin haber cometido falta alguna.
El militar espolea a Arete, quien acelera poderosamente.
Narraría Bob Concidini, de la International New Service, en una crónica publicada al día siguiente en diferentes diarios mexicanos:
De pronto, un alarido de desencanto se escuchó a varias leguas de distancia, cuando Mariles y Arete no consiguieron salvar la traicionera ría y cayeron al agua justo en medio del foso de 4.5 metros de longitud. Pero Mariles no se inmutó, siguió adelante y materialmente, Arete voló sobre aquel muro... Al cruzarlo y correr hacia la recta final, otro grito de júbilo afloró de los pechos de esa muchedumbre.
¡Victoria!
Humberto Mariles: campeón olímpico con apenas 6 1/4 puntos: fue penalizado con 4 por aquella caída en la ría, y con 2.25 por excederse en el tiempo de recorrido.
El equipo mexicano: campeón olímpico, con 34 1/4 faltas, seguido de España con 56.5 y de Inglaterra, con 67.
Rubén Unza se impuso en la ronda de desempate y para él fue la medalla de plata. La de bronce, para el francés D'Orgeix.
¡Era para México la premiación entera!
La primera medalla olímpica de oro, para nuestro país, había llegado en pareja. Los colores verde, blanco y rojo se perfilaron nuevamente sobre el límpido cielo londinense: tres veces fue izada nuestra bandera nacional; dos de ellas, hasta lo más alto. Y las notas de nuestro Himno Nacional hendieron los aires en dos ocasiones.
Al concluir la prueba Mariles se apeó de Arete, le besó y fue al encuentro, jubiloso, con sus compañeros de equipo. Gritaba:
¡Nunca más volveré a vivir dos minutos como esos!... ¡Me parecieron todo un año!
La gente invadió el pasto sagrado de Wembley para vitorear al campeón, para estar cerca de él, para escucharlo hablar. Él decía a los reporteros:
-Me siento muy feliz, no tanto por mí mismo sino por mi patria. Sabía que la victoria individual y por equipos estaban hoy en juego.
La pérdida de Arete
Los restos de Arete reposan en uno de los jardines del Centro Deportivo Olímpico Mexicano
Doña Alicia:
“Para el general fue un golpe tremendo. Era enorme su cariño por Arete. Resintió su pérdida como se resiente la pérdida de un familiar cercano. Y si alguien me lo preguntase, diría que nunca pudo sobreponerse a ella...” Simplemente porque jamás encontró otro caballo como Arete. Y sin Arete afrontaría Mariles su siguiente compromiso olímpico.
Pero no hubo suerte. Una decisión controvertida lo dejó sin posibilidad de medalla en el último salto.
Otro desacato al Presidente y el fin
Mariles intentó el resurgimiento.
Pero no seria posible:
Atareado como estaba en aquella época de entrega del poder, Miguel Alemán Valdés no tenía tiempo para escuchar los nuevos proyectos del general Mariles. Habría que esperar, pues, al cambio de gobierno. Las esperanzas se cifraron entonces en la actitud del presidente entrante, Adolfo Ruiz Cortines, respecto a la equitación.
Virginia Mariles, hija del general, afirma que un problema entre su padre y Ruiz Cortines derivaría en una consigna para desacreditar al caballista y para acabar con la equitación en México.
Humberto Mariles fue el designado para entregar la Residencia Oficial de Los Pinos a quien sería su nuevo huésped tras Miguel Alemán.
En Los Pinos estaban Uruchurtu, Ruiz Cortines y López Mateos, con gente del Estado Mayor. Alguien comentó que faltaban varias cosas: desmantelaron todo. "Se llevaron hasta los candiles". Esto despertó la ira de Mariles quien de por si era un hombre violento. Humberto se volteó y les gritó: "¿Cómo, sinvergúenzas? ¡No!... ¿Por un candil? ¡Qué importancia tiene un candil!... El que muerde la mano al que le dio todo ¡ese sí que es un traidor! ¡Ese sí es un ser despreciable!..."
Uruchurtu se violentó e instó a Ruiz Cortines: ¡Señor Presidente, usted es jefe nato de las fuerzas armadas. "¡Consigne a este majadero!". López Mateos lo observó todo en silencio. El viejito Ruiz Cortines se concretó a esbozar una leve sonrisa taimada y dijo: "Esperemos, esperemos"... ¡Supo esperar! Pero escogió la peor forma de vengarse. Indiscutiblemente, el general Mariles cometió una falta de respeto al Presidente, que incluso se castiga en el Código Militar.
La sanción pudo ser de mil maneras pero Ruiz Cortines eligió destruir al mejor equipo ecuestre del mundo, a Mariles y a la institución que tanto prestigio dio y que tanto costó al país: la escuela ecuestre.
Aquella recordada escuela de equitación estaba ubicada en los terrenos que ahora ocupa el Centro Deportivo Olímpico Mexicano.
Fragmentos de textos tomados del libro Medallistas Olímpicos Mexicanos, editado por la Conade y EL UNIVERSAL.
creo que lo dice la nota...su error...fue contradecir al Sr. Presidente....y salirse con la suya........
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Humberto Mariles
Oro (2) y bronce en equitación | Salto y Prueba de los Tres Días
Humberto Mariles montando a Arete, un caballo tuerto que sabía volar.Archivo/El Universal
Ficha Técnica
Humberto Mariles Cortés
Equitación.
Dos medallas de oro y una de bronce.
Juegos Olímpicos: Londres, 1948
Fecha de nacimiento: 13 de junio de 1913
Lugar de nacimiento: Parral, Chihuahua
Fecha de fallecimiento: 6 de diciembre de 1972, París, Francia
Especialidad: Prueba de salto individual, Salto por equipos y Prueba de los Tres Días.
» El presidente cancela el viaje
» El caballo tuerto
» Y, Arete sabe volar
» ¿Cómo llegó Arete con Mariles?
» ¿Y qué pasó con Resorte?
» Y al fin, los Juegos Olímpicos
» La pérdida de Arete
» Otro desacato al Presidente y el fin
El Presidente cancela el viaje
Finales de febrero de 1948...
Se apresta, el equipo mexicano de equitación, a partir hacia la última gira previa a los Juegos Olímpicos de Londres. Será por pistas europeas.
Pero, sorpresivamente, el teniente coronel Humberto Mariles -al frente del grupo- es requerido por el presidente Miguel Alemán.
Dice éste, con fría voz que hiela la sangre del militar:
-Sabe usted, teniente coronel, que el viaje se cancela”.
Sorprendido por la noticia, visiblemente molesto, pregunta Mariles:
-¿Puedo saber por qué, señor Presidente?”
Responde, lacónico, el mandatario:
-No pueden ganar...
Y se refiere entonces, despectivamente, al tan orgullo de Mariles:
-No pueden ganar con esas carretas de caballos, con ese tuerto...
Se irrita Mariles con el insulto a Arete. Intenta una protesta:
-Con todo respeto, señor Presidente, pero...
Interrumpe, terminante, el hombre del poder:
-¡Es todo, teniente coronel!
Se cuadra el militar y pide permiso para tirarse.
-Adelante.
Mariles ya tiene todo arreglado para el viaje. Ha cubierto los gastos. El equipo reeditado para cada competencia europea incluyendo, por supuesto, la olímpica. Los trailers ya están listos para salir hacia el puerto Galveston. Es, ni más ni menos, la culminación de 12 años de trabajo; el toque final de una larguisima preparación con miras a competir en unos Juegos Olímpicos.
Así que determinado a todo con tal de no fracasar en la empresa, Mariles recurre al expresidente Manuel Avila Camacho, quien le profesa especial afecto, y a quien solicita interceda por él. Telefónicamente, Avila Camacho y Alemán acuerdan encontrase ese fin de semana.
Pero apenas es martes e intuyendo que será muy difícil que el presidente Alemán acceda a la petición que le hará el hombre a quien sucede en el mando del país, toma Mariles una brava decisión: se va. No espera. Pone en orden sus cosas, se reúne con los demás miembros del equipo y les informa lo que ocurre. El grupo se solidariza con él: irán todos, pase lo que pase. Sólo pone Mariles una condición: la responsabilidad será totalmente suya. Si algo sucede, si algo va mal, será sólo él quien pague las consecuencias. El equipo ecuestre mexicano, considerado ya en el medio como una de las posibles sorpresas en Londres, parte a Nueva York y antes de embarcarse hacia Italia, compite en Toronto, gana cinco de seis pruebas y es campeón del concurso Cóndor.
Al llegar a Roma, Mariles es esperado por el embajador Antonio Armendáriz, quien ha reclamado su inmediata presencia. El se reporta al instante. Y entonces, el diplomático tiene que olvidar la vieja amistad que lo une al militar y le informa, con gran pesar:
-Perdóneme, don Humberto, pero mejor regrese a México. Tenemos una orden de aprehensión contra usted. Se le acusa de desacato a la autoridad, peculado, deserción y de otras cosas. Vuelva, se lo suplico.
Responde Mariles, enmarcando sus palabras en una dura sonrisa:
-No, señor embajador; lo siento, pero no regreso. Ya estoy aquí. ¿Cómo hacerlo? Mire, mejor hablamos mañana.
Al día siguiente está programada, en la capital italiana, la importante prueba de fuerza, dentro del tradicional Concorso Ippico Internazionale.
Federico El Pollo Franco, veterinario del equipo, trabaja con ahínco toda esa tarde, toda esa noche, y deja listos para la competencia a aquellos caballos casi muertos por el largo viaje.
Y son a partir de ese primero de mayo, cuatro jornadas de rotundo éxito del equipo mexicano que, finalmente, es recibido por su Santidad el papa Pío XII, el día diez. También él felicita al grupo de caballistas. Los teletipos hacen volar la noticia.
Miguel Alemán va olvidando su enojo.
Más victorias para el equipo, ahora en Suiza y finalmente, la lluvia de medallas en los Juegos Olímpicos londinenses...
Y una singular llamada telefónica para felicitar a Mariles y a su grupo: la que hace, desde México, el presidente Miguel Alemán Valdés.
Una serie de acusaciones ha sido ya retirada.
El caballo tuerto
Humberto Mariles recibió la encomienda de preparar a un equipo ecuestre mexicano con el objetivo de llegar a los Juegos Olímpicos.
Sabía que en en México, calidad suficiente como para competir en los más altos niveles mundiales de la equitación; lo que se requería era de un trabajo muy disciplinado, basado en un exacto programa de actividades y de competencias nacionales e internacionales y por supuesto, de un decidido apoyo financiero, que le fue ofrecido por el Presidente de la República, Lázaro Cárdenas.
Y Mariles se puso a trabajar.
Organizó, en 1938, el primer Gran Concurso Hípico Internacional de México disputado en el estadio Nacional. Y se alzó con la victoria, montando a Diablo.
Y mientras él iniciaba la pesada tarea de conformar un equipo olímpico de equitación, en ese mismo año y allá en un modesto rancho de los Altos de Jalisco, llamado Las Trancas, nacía un potrillo de fina estampa y de ilustres padres desconocidos. Era un alazán tostado que desde el primer día cautivó a sus criadores quienes de inmediato le llamaron Arete, por una hendedura natural en la oreja izquierda.
Los caminos de Humberto Mariles y de Arete se unirían años más tarde... E inscribirían sus nombres, juntos, en la historia del deporte.
En 1939 llegó para Mariles, la primera gran victoria: el equipo mexicano se presentó en el famoso y exigente circuito ecuestre del Madison Square Garden y ganó la copa Bowman, con un primer lugar y dos segundos sitios, compitiendo contra los mejores binomios de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Francia. Mariles fue la estrella refulgente de ese concurso, a bordo de Lomigamito. James Williams, alcalde de Nueva York, llamó as de ases al militar mexicano.
Al año siguiente, entonces sobre Resorte, Mariles -cuyo compañero fue el teniente Ramiro Rodríguez Palafox- conquistó el triunfo en el importante concurso internacional en Chile.
Mariles y Resorte comenzaban a ganar fama.
Por ese entonces el coronel Rocha Ganbay, comandante del trigésimo regimiento destacado en los Altos de Jalisco, compraba en 400 pesos a aquel alazán tostado y para amansarlo designó a un caballerango de nombre Benito, quien posteriormente trabajó en el Hípico Francés. Arete empezó a ser montado por los oficiales del regimiento. Cuando el general Rocha fue trasladado a Ameca, se llevó con él a su alazán. Meses después, de vuelta en Guadalajara, lo regaló al general Enríquez Guzmán, comandante de la décimoquinta zona militar. Arete fue incorporado al equipo de saltos. Comenzaba a cumplir con su destino.
Las Olimpiadas XII y XIII, correspondientes a los años de 1940 y 1944, cumplen su ciclo sin ser disputadas por la Segunda Guerra Mundial.
Pero, dentro de lo posible, Humberto Mariles y el equipo ecuestre nacional continúan con su preparación.
Y, Arete sabe volar
Arete se vuelve un mito en Jalisco. Su jinete será ahora el capitán Salvador Villalobos quien, incansable, le dedica horas y horas de su tiempo.
Habrá que verlo en México.
Y a México van Arete y Villalobos a participar en 1945, en el campeonato nacional de potencia. Ni quien piense en ellos cuando de analizar posibles triunfadores se trata, porque los favoritos son: el teniente Vicente Mendoza, sobre Húsar; Pablo Jean, con Muchacho, y el teniente Joaquín Solano, quien monta a Valiente.
En los primeros saltos y al llegar la barrera a 1.60 metros, quedan eliminados Mendoza-Húsar y Solano-Valiente. Al 1.75 ya sólo sobreviven Jean-Muchacho y Villalobos-Arete. Los primeros tendrán que conformarse con la medalla de plata, porque no pueden librar el 1.80.
Villalobos y Arete, dueños ya de la de oro, se impulsan hasta saltar 1.85.
Era, el del alazán tostado, un estilo muy peculiar de saltar. Iniciaba con paso casi lento y hasta desgarbado. Pero cuando lo enfilaban hacia la valía, era su cuerpo una brillosa masa de músculos en poderosa acción. Impresionaba su fuerza en el arranque y su ligereza en el galope. Al aproximarse al obstáculo y en contra de toda ortodoxia, Arete frenaba su ritmo avasallador y entonces se elevaba con toda gracia y firmeza en cada uno de sus movimientos.
Doña Alicia Valdez, viuda de Mariles, relata: “Saltando, Arete era todo un poema... Sobre todo -sonríe la dama- cuando uno podía respirar después de verlo frenarse así. En broma le llamábamos El Elevador. Porque subía de repente y de la nada”.
¿Y cómo llegó Arete con Mariles?
En 1947 se desintegró el equipo de saltos de la decimoquinta zona militar. Entonces el general Enríquez vendió a Arete en ocho mil pesos al ingeniero Juan José Barragán, de Guadalajara, quien posteriormente, lo cedió a Casimiro Jean, presidente del Club Hípico Francés.
Mariles y Resorte cierran el año en forma impresionante: vuelven a imponerse en Nueva York y a continuación, ganan cinco de seis pruebas en el Gran Concurso Internacional en Toronto, Canadá.
Un día de enero, ya en 1948, año olímpico y atendiendo a una reiterada invitación hecha por Casimiro Jean, Mariles acude al club Hípico Francés a conocer un alazán tostado, tuerto -por una deficiencia orgánica fue perdiendo poco a poco la vista del ojo izquierdo-y castrado, al que llaman Arete y del que se cuentan grandes historias. Lo monta... y desde ya, comprende que comienza el fin de la carrera de Resorte.
¿Y qué pasó con Resorte?
Mariles, al día en todo lo relativo a su actividad, había jugado con sus adversarios una especie de ajedrez equino en los grandes circuitos: en las primeras competencias, en Nueva York y en México, presentó caballos que se caracterizaban por su precisión en el salto; traducción: caballos lentos; sacrificaba rapidez por seguridad. Los equitadores de otros países respondieron con corceles que cubrían en mucho menos tiempo los recorridos, lo que en ocasiones -sobre todo cuando había empate en faltas- resultaba decisivo. Mariles contratacó con Resorte, que era eso: arrancaba disparos como un resorte. Era, sin duda, uno de los caballos más veloces del mundo, pero había que tener muchísimo cuidado con él en cada salto. Y conforme evolucionaba todo, lo hacía también la equitación: cada día eran más altos los obstáculos. Resorte perdía, pues, mucho terreno. Así que Mariles se encontró de repente y emergida de la nada, con el arma ideal para contrarrestar las nuevas circunstancias: Arete era un caballo acaso no tan rápido como Resorte pero, a cambio, muy potente y gran saltador; un caballo, en síntesis, que ofrecía mucha seguridad en esos tiempos de cambio... Y siendo como era, hombre de rápidas decisiones, Mariles tomó una al instante: sería Arete su nueva cabalgadura.
Y a partir de ese mismo momento, está sobre él, corrigiendo sus defectos, mejorando sus aptitudes; haciendo de él, en síntesis, un caballo de competencia olímpica. A sólo siete meses...
Poco después el militar revela, en una charla informal con varios reporteros que
-¡oh, sorpresa!- Resorte no irá a Europa, que su lugar será ocupado por Arete y que será éste el corcel con el que participe en los Juegos Olímpicos.
Ya.
Dos destinos son unidos.
Sólo la muerte, como en el matrimonio, separará a Mariles y a Arete.
Y al fin, los Juegos Olímpicos
Todo comenzó el 8 de agosto. Mariles, Raúl Campero y Joaquín Solano Chagoya dieron la primera gran sorpresa de los Juegos al conquistar -por equipos- la medalla de bronce en la prueba de los Tres días.
Fueron superados únicamente por Estados Unidos y Suecia.
Primera gran emoción. Primer ascenso al podio. Primera gran felicidad. Nuestra bandera ondeando en cielo londinense.
Pero faltaba lo mejor. Eso vendría seis días después: el 14 de agosto.
Agonizan los Juegos. La gente acude, emocionada y ya nostálgica, al adiós. Verá la ceremonia de clausura pero más que nada, público amante de las competencias ecuestres, presenciará la prueba final de la Olimpiada: el tradicional Gran Premio de las Naciones.
Serán premiados los tres primeros equitadores.
Serán premiados, también, los tres primeros equipos.
Ya han hecho su recorrido 43 de los 44 competidores. Han terminado únicamente 20.
Aires de triunfo soplan en el campamento mexicano: Rubén Unza está empatado con el militar francés Jean F. D'Orgeix y con el estadunidense Franklin Wing, en primer lugar de la clasificación individual, con sólo 8 faltas. Pase lo que pase, tendrá que ir a una ronda de desempate. Pero nada arrebatará a México una medalla. Por equipos, la situación es mucho más cómoda: Alberto Valdés ha cometido 20 faltas, así que la escuadra nacional acumula apenas 28 y está al frente, con una amplia ventaja: ya los caballistas españoles han terminado su actuación y suman 56.5 puntos. Solamente una muy irregular actuación de ese jinete que tan bien luce sobre el alazán tostado y que se apresta ya a iniciar su recorrido, puede poner en peligro la medalla de oro...
Sólo que ese jinete, el deportista que pondrá fin a la primera epopeya olímpica de la posguerra, se llama Humberto Mariles. Y el alazán tuerto se llama Arete.
Y allá parten, envuelto el estadio todo en un silencio sepulcral. La expectación es grande.
Ochenta mil pares de ojos siguen, al detalle, cada uno de los movimientos de jinete y cabalgadura.
Es cadencioso el ritmo del binomio. Elegante el trote del caballo y firme su arremetida contra las barreras. Van quedando atrás, saltados limpiamente, cada uno de los obstáculos.
Y ya. Ya el hombre y la noble bestia se aproximan a la peligrosa ría, donde han muerto las esperanzas de muchos. Ría que parece un abismo. A ella sucede el salto final, que tendrá que ser un vuelo, si se quiere librar ese impresionante muro de ladrillos. Mariles llega sin haber cometido falta alguna.
El militar espolea a Arete, quien acelera poderosamente.
Narraría Bob Concidini, de la International New Service, en una crónica publicada al día siguiente en diferentes diarios mexicanos:
De pronto, un alarido de desencanto se escuchó a varias leguas de distancia, cuando Mariles y Arete no consiguieron salvar la traicionera ría y cayeron al agua justo en medio del foso de 4.5 metros de longitud. Pero Mariles no se inmutó, siguió adelante y materialmente, Arete voló sobre aquel muro... Al cruzarlo y correr hacia la recta final, otro grito de júbilo afloró de los pechos de esa muchedumbre.
¡Victoria!
Humberto Mariles: campeón olímpico con apenas 6 1/4 puntos: fue penalizado con 4 por aquella caída en la ría, y con 2.25 por excederse en el tiempo de recorrido.
El equipo mexicano: campeón olímpico, con 34 1/4 faltas, seguido de España con 56.5 y de Inglaterra, con 67.
Rubén Unza se impuso en la ronda de desempate y para él fue la medalla de plata. La de bronce, para el francés D'Orgeix.
¡Era para México la premiación entera!
La primera medalla olímpica de oro, para nuestro país, había llegado en pareja. Los colores verde, blanco y rojo se perfilaron nuevamente sobre el límpido cielo londinense: tres veces fue izada nuestra bandera nacional; dos de ellas, hasta lo más alto. Y las notas de nuestro Himno Nacional hendieron los aires en dos ocasiones.
Al concluir la prueba Mariles se apeó de Arete, le besó y fue al encuentro, jubiloso, con sus compañeros de equipo. Gritaba:
¡Nunca más volveré a vivir dos minutos como esos!... ¡Me parecieron todo un año!
La gente invadió el pasto sagrado de Wembley para vitorear al campeón, para estar cerca de él, para escucharlo hablar. Él decía a los reporteros:
-Me siento muy feliz, no tanto por mí mismo sino por mi patria. Sabía que la victoria individual y por equipos estaban hoy en juego.
La pérdida de Arete
Los restos de Arete reposan en uno de los jardines del Centro Deportivo Olímpico Mexicano
Doña Alicia:
“Para el general fue un golpe tremendo. Era enorme su cariño por Arete. Resintió su pérdida como se resiente la pérdida de un familiar cercano. Y si alguien me lo preguntase, diría que nunca pudo sobreponerse a ella...” Simplemente porque jamás encontró otro caballo como Arete. Y sin Arete afrontaría Mariles su siguiente compromiso olímpico.
Pero no hubo suerte. Una decisión controvertida lo dejó sin posibilidad de medalla en el último salto.
Otro desacato al Presidente y el fin
Mariles intentó el resurgimiento.
Pero no seria posible:
Atareado como estaba en aquella época de entrega del poder, Miguel Alemán Valdés no tenía tiempo para escuchar los nuevos proyectos del general Mariles. Habría que esperar, pues, al cambio de gobierno. Las esperanzas se cifraron entonces en la actitud del presidente entrante, Adolfo Ruiz Cortines, respecto a la equitación.
Virginia Mariles, hija del general, afirma que un problema entre su padre y Ruiz Cortines derivaría en una consigna para desacreditar al caballista y para acabar con la equitación en México.
Humberto Mariles fue el designado para entregar la Residencia Oficial de Los Pinos a quien sería su nuevo huésped tras Miguel Alemán.
En Los Pinos estaban Uruchurtu, Ruiz Cortines y López Mateos, con gente del Estado Mayor. Alguien comentó que faltaban varias cosas: desmantelaron todo. "Se llevaron hasta los candiles". Esto despertó la ira de Mariles quien de por si era un hombre violento. Humberto se volteó y les gritó: "¿Cómo, sinvergúenzas? ¡No!... ¿Por un candil? ¡Qué importancia tiene un candil!... El que muerde la mano al que le dio todo ¡ese sí que es un traidor! ¡Ese sí es un ser despreciable!..."
Uruchurtu se violentó e instó a Ruiz Cortines: ¡Señor Presidente, usted es jefe nato de las fuerzas armadas. "¡Consigne a este majadero!". López Mateos lo observó todo en silencio. El viejito Ruiz Cortines se concretó a esbozar una leve sonrisa taimada y dijo: "Esperemos, esperemos"... ¡Supo esperar! Pero escogió la peor forma de vengarse. Indiscutiblemente, el general Mariles cometió una falta de respeto al Presidente, que incluso se castiga en el Código Militar.
La sanción pudo ser de mil maneras pero Ruiz Cortines eligió destruir al mejor equipo ecuestre del mundo, a Mariles y a la institución que tanto prestigio dio y que tanto costó al país: la escuela ecuestre.
Aquella recordada escuela de equitación estaba ubicada en los terrenos que ahora ocupa el Centro Deportivo Olímpico Mexicano.
Fragmentos de textos tomados del libro Medallistas Olímpicos Mexicanos, editado por la Conade y EL UNIVERSAL.
asterix- Comisario General [Policía Federal]
- Cantidad de envíos : 1832
Fecha de inscripción : 03/10/2009
Re: Leyenda Olimpica: General Humberto Mariles
hasta le dedicaron una pagina entera en el periodico de Deportes
RECORD
sin duda una persona ejemplar
RECORD
sin duda una persona ejemplar
Eze_Hunter_JxG- Miembro Honorario
- Cantidad de envíos : 2978
Fecha de inscripción : 19/10/2009 Edad : 34
Re: Leyenda Olimpica: General Humberto Mariles
¿ No fue este el general que se involucro con el narco y fue asesinado en Paris en los 1970s o la estoy cajeteando y lo confundi ?
mossad- Miembro Honorario
- Cantidad de envíos : 2113
Fecha de inscripción : 29/06/2009
Re: Leyenda Olimpica: General Humberto Mariles
eso.....fue precisamente......"la venganza del presidente".......
asterix- Comisario General [Policía Federal]
- Cantidad de envíos : 1832
Fecha de inscripción : 03/10/2009
Re: Leyenda Olimpica: General Humberto Mariles
mossad escribió:¿ No fue este el general que se involucro con el narco y fue asesinado en Paris en los 1970s o la estoy cajeteando y lo confundi ?
Si, pero fue exonerado después, aparentemente lo involucraron por estar en el lugar incorrecto con las personas incorrectas nada más.
Re: Leyenda Olimpica: General Humberto Mariles
Hola buenas noches mi nombres es rogelio alfonso casillas mariles el general humberto fue mi tio y me gustaria saber mucho mas de el si alguien me podria ayudar se lo agradeceria
roger089- Aspirante
- Cantidad de envíos : 1
Fecha de inscripción : 27/01/2012
Re: Leyenda Olimpica: General Humberto Mariles
Hoy es un tragico dia para el Olimpismo Mexicano y el Arma de Caballeria de la Nacion: Ha fallecido mi comandante Mariles. QEPD
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Hagan favor de poner la nota
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Hagan favor de poner la nota
El General tenía amigos.
Hola Rogelio.
Soy hijo del que fue un gran amigo del General Mariles. No te imaginas el cariño que toda la familia sentimos por tu tío. Mi papá siempre estuvo con él. Cuando estuvo en prisión, nos llevaba de niños a mi hermana, y a mí a verlo a Lebumberri. Saludos a todos los del foro y un abrazo para ti, Rogelio.
Soy hijo del que fue un gran amigo del General Mariles. No te imaginas el cariño que toda la familia sentimos por tu tío. Mi papá siempre estuvo con él. Cuando estuvo en prisión, nos llevaba de niños a mi hermana, y a mí a verlo a Lebumberri. Saludos a todos los del foro y un abrazo para ti, Rogelio.
Última edición por zFranciscoz el Mayo 30th 2014, 19:21, editado 1 vez
zFranciscoz- Aspirante
- Cantidad de envíos : 1
Fecha de inscripción : 26/05/2014
Re: Leyenda Olimpica: General Humberto Mariles
francisco, pase por fovaro a presentarse a la seccion de pase de lista pero a lo voz de ya. tambien le aviso que edite su post para eliminar su nombre y el de su familia. Por su seguridad.
Staff
Staff
ivan_077- Staff
- Cantidad de envíos : 7771
Fecha de inscripción : 14/11/2010
Temas similares
» Alguien que tenga fotos de la olimpiada del 68 en Veracruz, antorcha olimpica?
» Cae Humberto Canales Lazcano primo de "El Lazca"
» La Intervención Francesa
» Policias de Morelos
» La caza del Chapo Guzman.
» Cae Humberto Canales Lazcano primo de "El Lazca"
» La Intervención Francesa
» Policias de Morelos
» La caza del Chapo Guzman.
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.