Inquietud verde, disciplina blanca

Inquietud verde, disciplina blanca

A Javier Ibarrola, amigo, maestro.
por Redacción

Las constantes sacudidas políticas y sociales que ha vivido el país en los últimos doce años no han pasado desapercibidas para los militares mexicanos, sobre todo para los que están en retiro y muy en particular para los generales, divisionarios o no, quienes no solo utilizan las redes sociales para comunicarse y comunicar sus ideas y proyectos, sino también para fijar sus posturas en torno a la vida castrense, a sus necesarios y urgentes cambios y la forma en que deberían incidir en la vida nacional.
Sus opiniones y propuestas –especialmente las que tienen que ver con transformaciones y reformas profundas al interior de la Sedena– eran impensables en la arena social y política hace seis o siete años.
Generales como Rafael Paz del Campo, Carmelo Terán Montero, Roberto Badillo Martínez y Samuel Lara Villa no solo usan las redes sociales para decir lo que piensan; piensan fuerte y critican y proponen y hablan de cambios, de transformar la estructura de la Sedena para que tenga un mando centralizado, hablan de crear un Comando Conjunto, de llevar a la institución armada a niveles de maduración y crecimiento como los que hay en otros países del continente.
Otras voces como las del general Luis Garfias Magaña o Francisco Gallardo, se han ganado desde hace años un espacio significativo, crítico ante las omisiones y manipuleo del poder político hacia las fuerzas armadas, y mordaz ante el abuso del poder militar hacia sus pares y contra la sociedad civil. Todas son de enorme valor porque van develando los flancos del complicado y sinuoso camino de la convivencia entre civiles y militares en México.
Su importancia crece, porque se ha dado en medio de una cerrazón del Ejército y la Marina en el cierre del sexenio de la guerra fallida contra las drogas. Surgen en donde solo hay turbiedad y enormes reticencias para informar a la ciudadanía sobre lo que hacen o han dejado de hacer miliares y navales en estos años de desazón, excesos, abusos, pérdidas, esfuerzos y enorme desgaste.
Militares y navales (en menor medida) niegan información, se contradicen cuando la proporcionan, revelan datos que no concuerdan con sus propios informes y recurren a toda clase de mecanismos jurídicos para retrasar la entrega de datos que acaban clasificando por varios años. Todo en engranaje de ocultamiento oficial.
Hay quienes atribuyen la inusual presencia y voz de militares en retiro a la apertura de la Sedena bajo el mando del general Guillermo Galván. Esto es cierto, pero solo en parte.
La verdad es que la Sedena vive momentos de efervescencia dentro y fuera de la institución y la presencia de militares de alto grado en retiro, ya sea en los medios de comunicación, en las redes sociales y en movimientos de corte político, revela la enorme inquietud, la inconformidad y el recambio independiente que se vive a la par o a contracorriente de las aperturas que el alto mando tenga a bien haber permitido.
Los generales crean sus páginas de internet, escriben libros, colaboran con algunas columnas en espacios noticiosos, dan clases, son catedráticos, coordinan maestrías en universidades, contestan preguntas de los periodistas, plantean, exponen, critican, proponen, rebaten, algunos luchan por una causa y ganan. No ven pasar las tardes en sus casas muriendo de hastío. Están presentes, quieren cambios, con y a pesar del alto mando.
La gran paradoja radica en que mientras los generales, coroneles, mayores y capitanes se mueven, confrontan y no se detienen, sus compañeros de armas de la Marina permanecen calados, quietos, disciplinados, muy institucionales y avanzados en cuanto a su relación con el exterior, pero ajenos a los vientos de cambio, por lo menos de manera proactiva. Los verdes están inquietos. Los blancos, disciplinados, en silencio.
La sucesión en la Sedena ha sido uno de los motores fundamentales para que los militares en retiro se expresen cada vez más abiertamente, cada vez con mayor acento. A la par de los planteamientos de los generales citados, se ha dado también el surgimiento de organizaciones sociales creadas por militares en retiro, jubilados y pensionados, en los que se exponen sus problemas, se exigen soluciones y se logran avances significativos.
La inquietud entre los verdes ya se hizo de un espacio que nada le agradece o le debe a los mandos militares. Ocurre al final del tortuoso sexenio calderonista, porque la agenda de trasformaciones y reformas en el área de la Defensa Nacional nunca se dio con la llegada del PAN al poder.
Las ideas, las iniciativas para transformar a fondo la vida institucional de las fuerzas armadas mexicanas no están surgiendo de las oficinas del Ejército, Fuerza Aérea y Armada de México. Son producto de la inacción del gobierno panista, de la sujeción de los mandos a la institución presidencial, de la dinámica de militares y navales y de la renuencia al cambio que afecte el estatus y las perspectivas de jefes y comandantes.
Este panorama de inmovilidad llevó a los militares en retiro al hartazgo y al terreno de los cuestionamientos de todo tipo; contra el sistema, contra aspectos desgastados de las instituciones, contra el atraso militar de cara a la evolución de otras fuerzas armadas continentales y para tratar de impulsar desde afuera los cambios que desde e interior nadie busca consolidar.



CENTINELA
El pasado fin de semana falleció en la ciudad de Querétaro el periodista Javier Ibarrola, columnista, catedrático, escritor y directivo de varios medios en los que aportó siempre sus amplios conocimientos y su sensibilidad para ejercer la complicada y apasionante profesión del informador.

Don Javier, El Oso, fue un maestro en temas de seguridad, un agudo analista de las debilidades del oscuro régimen priista y del doloroso periodo panista en el que las fuerzas armadas -tema de sus pasiones y especialidad- han estado sometidas a toda clase de presiones y jaloneos que él, como profundo conocedor del mundo castrense, describió y explicó a detalle en sus columnas y libros.

No habrá manera de llenar el hueco que deja. Resta solo aprender de su legado, leer y releer para tomar de ahí lo más fino y contundente de su experiencia como periodista que pisó los cuarteles en la juventud y que conoció hasta el tuétano, como pocos, el hermético mundo de las armas.

Gracias.
@JorgeMedellin95