Mi Hijo! Quien tiene mi hijo!?

Les devo la fecha,la nota no precisa cuando paso esto.



Distrito Federal.- A sus tres años, lo que más deseaba Emanuel era un coche McQueen eléctrico, pero el 7 de junio su vida cambió drásticamente y ahora lo que más desea es que los fragmentos de una granada que se alojaron en su cerebro no dejen secuelas.

El niño es una de las víctimas del granadazo afuera de un bar de Amecameca, en el oriente del Valle de México. Juana, su madre, recuerda que ese día se detuvieron a comprar mangos con chamoy; después vino la explosión y los gritos.

A 3 metros de donde se encontraba, en el Centro de Amecameca, una granada explotó y varias esquirlas se le incrustaron en el cerebro.

Como es imposible sacarlas, estarán dentro de su cabeza toda la vida, con el riesgo de que le provoquen secuelas motrices o neurológicas.

El pequeño fue quien sufrió las lesiones más serias de los siete afectados ese día, cuando un hombre arrojó la granada a las puertas del bar Flecha Roja, tras lo cual consiguió escapar.

Juana, la madre de Emanuel, recordó que junto con su esposo, José Luis, caminaban rumbo a un cajero automático para sacar dinero, pero se detuvieron en un puesto de fruta, instalado justo frente al bar.

Cuando pagaban, un estallido retumbó en sus oídos. Algo golpeó a Juana en el cuello, y a José Luis en la cabeza.

Emanuel, que se había separado de sus papás cuando esperaban el cambio, dio unos tres pasos y se desplomó junto a un macetón, mientras una hemorragia brotaba de su frente, con múltiples heridas en la cabeza producidas por las esquirlas y una quemadura en la cara interna de la pierna derecha.

“¡Mi hijo, Pepe!, ¿qué tiene mi hijo?”, gritó Juana a su esposo.

“Es que explotó un tanque de gas”, fue la primera respuesta, en medio de la confusión.

José Luis cargó al niño y empezó a gritar: “¡una ambulancia, una ambulancia!”, pero no había ninguna ayuda, sólo la gente que empezaba a acercarse para ver qué pasó.

“Caminamos a la esquina donde hay una base de taxis que le llaman la zapatería, y Emanuel no dejaba de llorar, lloraba mucho, mucho, mucho.

“‘¡Mamá, mamá!’, me gritaba y crecía mi angustia y los nervios, porque lo veía que se estaba desangrando”, recordó Juana.

Un taxista los llamó al tiempo que abría las puertas de su auto, y arrancaron para buscar ayuda, pero en el camino escucharon las sirenas, regresaron al sitio de la explosión, donde ya había ambulancias, y subieron a una.

A las 5:03 llegaron al Hospital General de Amecameca, del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM), pero como no tenían el equipo necesario para atender a Emanuel, los canalizaron a otro hospital, del mismo organismo; en total, el niño pasó 8 horas sin recibir el tratamiento adecuado.

“Veo a mi hijo y está sufriendo, llora, todo le duele, todavía puede tener consecuencias.

“Me han dicho los doctores, a lo mejor ahorita no presenta ninguna secuela, pero no sabemos en un año, 2 años, 3…”, lamentó Juana.

Emanuel camina con dificultad y todavía no mueve el brazo derecho; sus padres consideran un milagro el que haya sobrevivido a la explosión, por la que ninguna persona ha sido capturada hasta el momento.

“Esto es una gran lección, se puede decir un milagro, porque nos ha unido mucho a mi esposa y a mí como matrimonio, como padres, y el amor total a mi hijo, bueno, a mis demás hijos”, comentó José Luis.

Funcionarios de la Procuraduría General de la República (PGR) y la Procuraduría General de Justicia del DF (PGJDF) aseguraron que es el primer caso de un niño herido por ataque con granada en el Estado de México y la capital del País.

http://www.lapoliciaca.com/nota-roja/mi-hijo-que-tiene-mi-hijo/