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Los españoles olvidados en la defensa de Gibraltar

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Los españoles olvidados en la defensa de Gibraltar Empty Los españoles olvidados en la defensa de Gibraltar

Mensaje por Centurio Agosto 8th 2013, 14:46

Los españoles olvidados en la defensa de Gibraltar
Por José Antonio Crespo-Francés

Dada la candente situación actual debemos recordar a los españoles olvidados que defendieron para España el bastión de Gibraltar.

Después de las primeras acciones bélicas de la Guerra de Sucesión el escenario fue trasladado a España por parte de los aliados.

Las hostilidades comenzaron en 1701 y llegaron a la Península en 1704. En España, la mayor parte de los territorios de la Corona de Aragón se posicionaron a favor del Archiduque, mientras que el resto apoyó al pretendiente Borbón, convirtiéndose el conflicto en una auténtica guerra civil. En este contexto y habiendo sido proclamado rey Felipe V desembarcó en Lisboa el archiduque de Austria el 9 de marzo de 1704. Desde esta posición y apoyado por el rey de Portugal marcharían las tropas terrestres contra diversas posiciones extremeñas que Portugal reclamaba como propias.

Al mismo tiempo dos potencias marítimas europeas, Reino Unido y Provincias Unidas se dirigen hacia Barcelona capturando dos galeones de camino y presentándose frente a la ciudad el 17 de mayo de 1704. Con la flota del Almirante George Rooke iba el Príncipe de Hesse-Darmstadt, virrey de Cataluña nombrado por Carlos II, que confiaba en la lealtad a pretendiente austriaco, pero tras ser rechazados la flota puso rumbo al sur donde según informantes holandeses Gibraltar se hallaba desguarnecida, defendida mandados por Diego de Salinas

La intención del asedio era sumar Gibraltar a la causa austriaca, pero la plaza se mostró fiel a Felipe V. Los enfrentamientos entre la flota enemiga en la bahía de Algeciras y la guarnición española apenas durarían tres días con un gran desequilibrio de fuerzas.

El 1 de agosto una flota angloneerlandesa de 61 buques de guerra, con 4.000 cañones, 9.000 infantes y 25.000 marineros llegaron a la Bahía situándose frente al puerto de Gibraltar, defendido por 100 soldados y unos 400 milicianos. La plaza era importante por su situación estratégica en el estrecho y enlace entre el Atlántico y el Mediterráneo y por sus características orográficas.

Al avistar la imponente fuerza sitiadora el gobernador de la ciudad, el Sargento Mayor de Batalla Diego de Salinas, y el Alcalde Mayor, Cayo Antonio Prieto, reunieron a los mandos militares para planear una defensa eficaz.
Gibraltar contaba con 5.000 habitantes y una escasa dotación militar, consistente en 100 hombres y un número similar de cañones. Las baterías y fortificaciones tenían más de un siglo de existencia, diseñadas y construidas sobre las defensas de la ciudad medieval bajo el mandato del emperador, diseñada y dirigida por el ingeniero Daniel Speckel. Se reclutaron rápidamente a soldados y civiles. En las primeras horas del 1 de agosto se repartieron entre las diferentes baterías y puestos de defensa hasta 470 hombres. Al mando del Maestre de Campo Juan de Medina 200 hombres irían al Muelle Viejo situado al norte de la ciudad a los pies de la alcazaba, el Maestre de Campo Diego de Dávila y Pacheco con 170 hombres se situaría junto a la Puerta de Tierra, entrada a la ciudad desde el istmo, el Capitán de Caballos Francisco Toribio de Fuertes por su parte junto a 20 milicianos, 8 soldados y varios vecinos se establecerían en el muelle nuevo, al sur de la ciudad. En el castillo permanecieron los 72 hombres que habitualmente formaban su guarnición, 6 de ellos artilleros.

Tras unas cargas intimidatorias de artillería naval desembarcan 3.500 hombres de infantería en Punta Mala, actual Puente Mayorga, estableciendo su campamento. Desde donde se mandaron dos cartas; la primera de ellas fechada en Lisboa el 5 de mayo y firmada por el archiduque, instando a la rendición y a su reconocimiento como legítimo heredero al trono apelando a la fidelidad de la ciudad a su tío Carlos II.

En la segunda redactada en el mismo campamento y fechada el 1 de agosto, el Príncipe de Hesse-Darmstadt manifestaba su deseo de que se ejecutara esa voluntad evitando el asedio y asalto de Gibraltar.

El cabildo en pleno junto a los mandos militares respondía manifestando su reconocimiento a Felipe V y la disposición a sacrificar sus vidas en la defensa.

El viernes 2 de agosto una segunda carta del Príncipe de Darmstadt pedía la rendición inmediata en media hora tras la cual comenzarían los bombardeos. La rendición no se produjo y viendo Rooke que en la ciudad preparaba las defensas mandó a los vicealmirantes Byng y Vander Dussen situar sus navíos para dificultar las obras defensivas; el viento sin embargo era demasiado fuerte y la formación no puede llevarse a cabo.

El asalto se aplazaba salvo una pequeña escaramuza llevada a cabo durante la noche en la que varias lanchas cañoneras al mando del capitán Whitaker conseguían sorprender en los muelles a un barco corsario francés allí situado. Ese mismo día había salido una carta dirigida al marqués de Villadarias, Capitán General de Andalucía,
informando de la situación, la magnitud del ejército sitiador, solicitando ayuda ante la imposibilidad de defender la plaza.

La tarde del 2 de agosto el Príncipe de Darmstadt con 1.800 soldados de infantería se situó en el istmo junto a las murallas de mientras que la flota mandada por Rooke formó en una línea frente a la ciudad.

A las 5 de la mañana del 3 de agosto navíos y lanchas abrían fuego contra las defensas. En cinco horas los daños eran numerosos y aunque no se había conseguido abrir brecha en las murallas y las diferentes baterías eran aún operativas el pánico cunde en la ciudad y mujeres y niños salen por la puerta de Carlos I en dirección al Santuario de Nuestra Señora de Europa, al sur.

Al mismo tiempo la concentración de defensores en el frente de la bahía dejaba desguarnecida la costa oriental y desde barcas unos 100 hombres de los batallones catalanes partidarios del Archiduque aprovechan esta circunstancia para escalar por los precipicios y tomar tierra en la actualmente conocida como Catalan Bay.
Desde el principio de la ofensiva los bombardeos se centraban en los dos muelles al ser las zonas mejor defendidas y de fácil desembarco. A las horas Rooke mandaba al capitán Whitaker asaltar el Muelle Nuevo. Pero serían los navíos de los capitanes Hicks y Jumper junto a 100 marineros los que se acercarían al encontrarse mejor situados. La toma del Muelle Nuevo permitiría el asalto a la ciudad desde el sur al situarse fuera de las murallas.
Situación de las tropas sitiadoras en la Bahía de Algeciras.

Viendo cómo la guarnición de esos muelles abandonaba el puesto antes de la llegada de los asaltantes decidían los británicos que las tropas se acercasen y ocupasen la batería. Sin embargo el movimiento de los defensores no se había limitado a regresar a la ciudad sino que el capitán Bartolomé Castaño viendo que el puerto sería rápidamente ocupado había mandado colocar minas en la torre allí situada, llamada de Leandro, antes de evacuar las tropas y con la intención de sorprender a los sitiadores.

La explosión de la torre coincidió con la llegada de los ingleses resultando 7 lanchas alcanzadas, con 50 muertos y 60 heridos.

El movimiento defensivo había cumplido su objetivo pero el muelle sur quedaba desguarnecido. Los supervivientes y varias chalupas con 600 hombres al mando de Whitaker pudieron tomarlo inmediatamente y avanzar hasta una pequeña batería con cañones de a ocho situada a mitad de camino de la ciudad.

Al saberse en la ermita que el enemigo se encontraba en tierra regresaron a la ciudad a defender sus posesiones; la confusión cundió entre los defensores cuando varios proyectiles cayeron cerca de los civiles dando la impresión de que se hacía fuego contra ellos.

Situados los sitiadores entre la ciudad y la capilla quedaron retenidas mujeres y niños en este punto por los hombres del Almirante Byng. Ante tal imagen Diego de Salinas y sus oficiales decidieron tras cinco horas de bombardeo levantar bandera parlamentaria. El fuego sobre Gibraltar cesó y varios oficiales enemigos acudieron al cabildo de la ciudad a debatir las condiciones de la capitulación. El alcalde Prieto y los regidores expusieron su disposición a rendir la ciudad al Archiduque por considerarla indefendible solicitando las condiciones más beneficiosas para ellos previa liberación de los rehenes de Punta de Europa.

La ciudad fue entregada finalmente el 4 de agosto al Príncipe Darmstadt, que representaba al candidato austriaco a la Corona de España, al ser aceptados por las dos partes seis puntos: oficiales y soldados saldrían con sus armas, los soldados con lo que pudieran cargar en sus hombros y los caballeros con sus caballos, se podrían sacar de la ciudad tres cañones con 12 cargas de pólvora y balas, los gibraltareños podrían cargar con pan, carne y vino para 7 días de marcha, se podría cargar con la ropa y los cofres de oficiales y cabildo y lo que quedara en la ciudad se enviaría más tarde, y todo aquel que permaneciera en la ciudad se le respetarían los privilegios que tuvieran así como los tribunales de la ciudad y derechos religiosos y por último los mandos militares de Gibraltar señalarían todos los almacenes de pólvora, munición y armas. Quedaron excluidos de la capitulación los franceses que quedarían como prisioneros de guerra y sus bienes confiscados.

El cabildo redactó y mandó una carta a Felipe V exponiendo las condiciones del sitio, las escasas defensas y el sacrificio al exponerse a una fuerza aplastantemente superior. Al día siguiente los que decidieron abandonar la ciudad salían por la Puerta de Tierra desfilando junto a sus banderas, el pendón de la ciudad y entre redobles de tambores.

De los aproximadamente 5000 habitantes de Gibraltar permanecieron en ella 70 personas, muchas de ellas enfermas y un número importante de religiosos como el párroco de la Iglesia de Santa María, Juan Romero de Figueroa.

Gibraltar se rindió honrosamente al Príncipe de Darmstadt tras dos días de lucha; es decir, se rindió a tropas bajo la bandera de un rey español, el archiduque pretendiente como Carlos III de Habsburgo.
Después vino lo peor. Rooke tomó la bandera inglesa, arrancó de cuajo la que antes había izado el Landgrave y colocó la suya, haciéndola tremolar tres veces y tomando posesión de la ciudad en nombre de Ana, Reina de Inglaterra.

En el Santuario de Punta Europa ardía la lámpara de plata que regalaron los almirantes españoles, y los candelabros que el Conde de Santa Gadea y don Pedro de Toledo habían ofrecido en representación de nuestros Ejércitos; las lámparas de los capitanes Andrea Doria y Fabrizio Colonna, llevadas al lugar como agradecimiento de victorias difíciles, pero logradas.

Bello presente con el que fue honrado el autor de estas líneas por su gran amigo el entonces suboficial César del Barrero y que desde aquel día ocupa un lugar preferente en un vitrina de su casa junto a una Bandera Nacional plegada, su sable y el de su padre. Se trata de un trozo de roca del propio Peñón de Gibraltar y en forma similar al mismo.

El texto reza así:
Al Capitán de Infantería Don José Antonio Crespo-Francés y Valero

Con toda añoranza recuperé este trozo del Peñón cogido en las Galerías excavadas en la roca, recordando que tanto en las Naciones como en los individuos no hay causa vencida mientras se mantenga viva la esperanza.
Con mi mayor respeto y afecto,
Firmado (César del Barrero)
Gibraltar 3 de enero de 1989

Por el año 1782 durante el 14º asedio a Gibraltar por parte de España, se excavaron las galerías con el fin de acceder al emplazamiento de cañones en los altos del acantilado norte. Para aireación del túnel se abrieron unas ventanas donde por ser lugares estratégicos se asentaron unos cañones.

Al término de la guerra medía 113 metros. En épocas posteriores estas troneras fueron protegidas con rejas que hoy por la acción del tiempo se encuentran convertidas en herrumbre, uno de cuyos trozos está colocado en este singular trofeo.

Como prueba del rescate de esta roca, bajo la peana se encuentra el recibo de la entrada para la visita al Museo de Gibraltar.

Todo aquello quedó destrozado. Los historiadores narran que el Santuario fue objeto de una refinada destrucción llevada a cabo por los anglicanos; la imagen de la Virgen, brutalmente profanada y el Niño degollado.

Tras la destrucción, las violaciones, vino el éxodo de los nuestros, que en masa se trasladaron a la ermita de San Roque, fundando en su contorno una ciudad en la que reside la muy noble y más leal ciudad de Gibraltar, donde se conservan y guardan, en una espera que ya se torna impaciente, la llave de la fortaleza y el pendón bordado en Tordesillas por doña Juana I ¡Prefirieron abandonar la ciudad, hoy en manos de descendientes de piratas y corsarios, en que habían nacido a someterse a una dominación extranjera!

Hoy, en ese mismo punto está la mezquita Ibrahim al Ibrahim pagada por el rey de Arabia Saudí, que es lo primero que se ve desde África, cuando se cruza el Estrecho, ya no es el templo en honor de la Virgen, como así fue durante siglos.

Debemos dejar claro que nada tiene que ver Gibraltar con Ceuta y Melilla. Gibraltar es una colonia, la única situada en Europa, con un mandato claro de descolonización por parte de las Naciones Unidas. Deben de finalizar las fanfarronadas sea cuales sean y vengan de donde vengan.

Con en reino Unido todo han sido buenas palabras y no ha habido nunca acercamientos, el Peñón ni puede ser un nido de piratas ni traficantes y debe de volver a manos españolas, mejor antes que después, creo que es sensato afirmar que la espera ya se ha alargado demasiado.

Quizá resulte duro pero como simple ciudadano estimo que la mejor postura es la de replegarse a la situación anterior a lo tratado en Córdoba y elevar un muro al modo del construido en Israel. Un muro sin ninguna puerta, ninguna, muro que sólo sería demolido cuando el peñón vuelva a manos españolas, tal como manda Naciones Unidas, cerrando cualquier comunicación con la península y si los ricachones gibraltareños que viven en Málaga o Sotogrande quieren ir a Gibraltar que lo hagan vía Londres… o que permanezcan en el Peñón.

NB no puedo poner fuente porque me llego en un PDF enviado por un amigo por email
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